Notes

—Sólo necesito...—comenzó con voz entrecortada, pero se detuvo, demasiado concentrado en lo que estaba haciendo. Su boca abandonó sus labios para arrastrarse por la mandíbula, bajando por el cuello y el pecho, hasta que alcanzó el nacimiento de su escote. Allí presionó sus labios contra la parte superior de sus pechos mientras dejaba escapar un profundo gruñido— Solo necesito tocarte. —Terminó finalmente con su anterior declaración.

Esa nimia frase hizo que el corazón de Alex comenzara a vibrar de manera frenética, bombeando descontroladamente sangre a todas las partes de su cuerpo, haciendo trabajar a su músculo motriz como si ese fuera el último segundo de vida que le quedara. Como si el mundo fuera a acabarse tras esa declaración. Justo después de decirlo, su mano encontró el borde final de su falda, deslizándose por debajo para rozar el encaje de su ropa interior. Gimotea y mueve las caderas, desesperada porque siguiera el resto del camino. Que le tocara donde más necesitaba.

Su boca regresó a la suya, su lengua entró una vez más saboreándole como si fuera su todo favorito. Cuando sus dedos se deslizaron por la costura de sus bragas, Alex contuvo el aliento bruscamente. Su toque era suave al principio, estaba explorando, pero sabía que tenía que sentir lo húmeda que se encontraba. Su pulgar rozó su clítoris una vez, dos veces, tres veces, e inclina más las caderas para permitirle un mayor acceso.

—Tan suave —susurró con voz ronca antes de chupar el lóbulo de su oreja—. Tocarte me da paz, Alexa.

—Por favor —ruega, sin estar completamente segura de para qué.

Sus dedos trazaron círculos sobre su clítoris mientras la observaba fijamente, fascinado, con los ojos brillantes. Los cerró durante un momento con la boca entreabierta. Cuando los abrió de nuevo, prácticamente ardían.

— ¿Y si nos descubren? —dijo, dando una abrumadora expedición a sus alrededores, queriendo certificar que no se encontraba nadie cerca del estacionamiento, y ante todo, cerca del auto, sin la posibilidad de delatar su coartada. Al mismo tiempo, trata de no hacer más ruido por temor a que alguien los escuchara.

El acalla su intención al momento en el que su pulgar hacía presión sobre su clítoris mientras sus dedos se movían más abajo. Empujó uno dentro de ella, y gimió tan fuerte que comenzó a sonrojarse.

Sus brazos tomaron apretadamente su cuello, y puede sentir como, mientras su cuerpo se sostenía sobre su cuerpo de forma en la que el suyo se situara contra el de él a horcadas, su erección empujaba contra su vientre. Por un instante desea que se desabrochara los pantalones para poder ver. Lo quería dentro de ella, quería sentir lo que era estar unida a él completamente.

Su otra mano fue hacia el labio que se estaba mordiendo y lo soltó antes de hundir lentamente su pulgar en su boca. Reprodujo el movimiento del pulgar de abajo, haciendo pequeños y deliciosos círculos en su boca. Lo succionó, sintiendo un orgasmo construyéndose. Empujó otro dedo dentro de ella, y prácticamente se derrumbó allí mismo. Se sentía tan llena de él que no podía imaginar cómo sería tenerlo haciéndole el amor.

Su pulgar dejó su boca para ahuecar su mejilla mientras se inclinaba para besarle una vez más. Era un beso profundo, lleno de necesidad no expresada. Ahora sus dedos estaban enfocados solamente en hacer que se corriera. Quería desesperadamente verle acabar, porque parecía haberse vuelto más ansioso, con cada músculo de su cuerpo tenso.

—Oh, mierda, oh, dios —maldijo contra sus labios cuando un intenso y alucinante placer se apoderó de ella. Su sexo pulsaba mientras se corría y Justin continuaba acariciándole, pero más lento ahora, cada vez más lento, como si estuviera igualando las olas de su orgasmo hasta que finalmente se fue apagando. Sus ojos se encontraron y no podía apartar la mirada. Ve un mundo de emociones en esos profundos iris mieles mientras su cerebro balbuceaba y trataba de comprender lo que acababa de suceder.

Él se había abalanzado sobre ella por alguna razón. Había desesperación en su actitud y Alex necesitaba descubrir la causa. Aún estaban mirándose el uno al otro, atrapados en el momento, cuando escucharon un sonido proveniente de afuera. La ventana del puesto del copiloto se rompe, y ambos se quedan paralizados, todavía entrelazados.

— Justin... — sisea, transformando automáticamente el golpeteo de su corazón en uno lleno de temor a cambio de satisfacción, debido a su reciente enfrentamiento.

Sus alicientes dieron un vuelco inesperado, y por un instante, un hombre de estatura media se sitúa a centímetros de ellos con un arma de fuego entre sus manos, apuntando directamente a la cabeza de Justin. Ambos envueltos en confusión, aparentemente crean una coraza que involuntariamente les impide reaccionar ante lo figurado, y únicamente observan, mientras el agarre mutuo se vuelve imperioso ante ellos, siendo este su único consuelo.

La risa del hombre, cruel y siniestra, los atemoriza, y en un momento exacto el gatillo de su pistola hace el click de la oportunidad final. Sin embargo, el sujeto se toma la molestia para voltear a mirar a su lado derecho, y Justin acelera, sintiendo el sonido infernal de su pistola desplegar mientras que con él reside la certeza de no haber recibido el impacto de la bala, consolidado por su efecto.

Lamentablemente, debido a su intención desesperada por salir del lugar, pierde completo la noción y descarta la posibilidad de que Alex, su mayor certeza como al mismo tiempo, su más grande secreto, se encontraba apretando sus manos contra su costado, víctima del impacto que precisamente estaban tratando de evitar.

Encontrar explicaciones lógicas se vuelve irracional para Justin, pero para Alex todo finalmente concuerda, y era que la promesa de venganza estaba a punto de culminarse con un breve traspiés que le lleva a dejarla ella como la víctima menos esperada, ante los brazos de un Justin colmado en desespero, mientras sus manos ensangrentadas trataban de salvarla.