Notes

Soñando cosas que toda niña sueña, unicornios, princesas y príncipes, cosas que sólo ella sabrá el qué. Hasta que el panorama cambió repentinamente, tornándose de un ambiente oscuro y con poca visibilidad, el sol había desaparecido, ya no iluminaba. Ahora una horrible y profunda oscuridad cubría todo. De repente, una silueta alta apareció frente a la menor, dejándose ver luego de unos minutos. Katherine por su parte estaba asustada, más no podía correr y mucho menos pedir que la ayudasen, absolutamente nada. El extraño ser se dejó ver la calavera de cuervo, vestimenta oscura y manos esqueléticas, aquello fue espeluznante que la pequeña se echó a correr sin dirección alguna, sólo quería huir. —Déjame, vete al lugar donde viniste. ¡BASTA!— Gritaba con enojo la niña, mientras el extraño ser se reía a medida la perseguía. Ella tropezó en una piedra, ya que era un lugar donde antes había grama y pasto, haciendo que cayera con fuerza en la tierra. El cuervo aprovechó a acogerla entre sus brazos, observándola con detenimiento. —Ya he tenido suficiente, por favor...— Suplicó moribunda la pequeña Katherine, palabras a las que el contrario hizo caso omiso. —Esto va por mí y por mi siervo. Las palomas representan vida, libertad y paz, pero lo que no sabe ningún Dios es que existe su parte contraria, los cuervos son asociados con la muerte, mísera y destrucción. Y en mi ideología la justicia va en primer lugar, pierdo a uno de los míos y los humanos pierden a uno de ellos también. Bienvenida a mi reino, del cuál nunca tendrás escapatoria.— Sentenció el espectro a la niña, que hacía muerta entre sus brazos y sus padres pensarían que estaría durmiendo, más no sería así. La habían perdido para siempre.