Notes

-Bendito el momento en que todos estuvimos desnudos. Me sorprendió la desesperación y la agilidad del omega. El gruñido de placer que salió de mi fue alto después de sentir como sus paredes cubrían mi miembro de una forma tan exquisita; tan apretado, tan húmedo y mi miembro hinchado palpitando en su interior por atención, la cual le fue dada cuando el joven de rizos empezó a mover sus caderas lentamente, aumentando el ritmo en cuestión de segundos, dando saltos fuertes y seguros sobre mi miembro. Mis manos tomaron con firmeza su cintura, logrando que sus saltos fueran más rápidos. El hecho de estar atendiendo al pequeño, no me hizo olvidar a la omega, a quien no dudaba en besar con pasión y en toquetear. Apreté sus senos uno por uno, casi estrujándolos, cabían a la perfección en mi mano. Pellizqué sus pezones y después, introduje uno de sus senos en mi boca, succionando con fervor, como si de un niño hambriento se tratase. Los gemidos de ambos eran mi perdición. Cuando dejé a la peliblanca en paz, la ayudé a levantarse y al tener cada una de sus piernas a los lados de mi cabeza, la atraje hacia a mi, sentándola en mi rostro para dedicarme a lamer su feminidad tan húmeda, mordisqueando y succionando su clítoris ligeramente hinchado. No me quedé atrás y mis caderas se movieron con el omega, embistiéndolo más fuerte, chocando constantemente con su próstata.-