Notes

Al ver tantos guerreros preparados es imposible esperar algo bueno, pero aun, ver las expresiones de odio que se dejan notar detrás de esas armaduras. Estar a un extremo en donde observas y escuchas todo a la perfección, solo por que el me lo pidió. Al llegar el otro grupo de guerreros, hector miro con ojos molestos a sus enemigos. Su madre no paraba de suplicarle que no peleara, pero el estaba decidido a no huir. Sentí mucho miedo el saber que el podría perder contra Aquiles. Supongo y conjeturo que Aquiles no ha perdido ninguna guerra. El miedo aumenta. Imposible controlar cualquier impulso involuntario, solo piensas en salvarlo del peligro, pero es caso perdido, y decido quedarme con el temor y un poco de esperanza. Empiezan a discutir, veo la esplendida y magnifica figura de Aquiles, es imposible que Héctor gane. Preocupación, angustia, miedo, terror, pero no puedo actuar.


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Todos estaban refugiados en la ciudad, bebiendo para apagar la sed, yo me encontraba observando los movimientos de cada uno de ellos, no estaba muy alegra en ese instante y mucho menos cuando ví a la persona de la cual provenían, que era Príamo, él no quería que su pequeñín peleará contra Aquiles, ¡Ea! Todos corríamos peligro no solo él. Para rematar mi molestia llegó su madre a pedirle, de nuevo, que no luchara y bueno, yo no tenía piedad de Héctor. No haré más largo el relato sobre lo que vi con mis propios ojos, iré al punto concreto y lo que recuerdo muy bien es cuando hirieron a Héctor en su blando blando cuello, me quedé anonadado cuando ví su roja sangre y a Aquiles diciendo cosas incomprensibles para mí, debido a mi lejanía.