Notes

Tus líneas me llegaron imbuidas de despedida. Mi corazón se sintió físicamente adolorido, como si estuviera hecho en pedazos. Las lágrimas nublaron mi visión y cuando me di cuenta me había convertido en una presa cuyas grietas son tantas que es incapaz de contener la fuerza de las aguas que chocan contra su frágil fortaleza. Cuando leí el anterior relato de cómo te has estado sintiendo, se me llenaron los ojos de lágrimas igual. Me persigue la perspectiva de, poco a poco, romperte el corazón a largo plazo, el miedo de que un amor como el nuestro no sea suficiente para mantenernos juntos, aunque anhelemos con desesperación. Yo te amo. Nunca querré separarme de ti. No habrá otra alma después de la tuya por quien abriré mi pecho y expondré la desnudez de mi corazón como sucede contigo. Ni alguien que le haga volver a palpitar como lo hiciste tú y cantar como nunca la melodía de la vida como lo haces tú. Eres mi primera, mi única y última. Yo te amo.

Entiendo que sientas que no tengo total confianza, lo comprendo. Quiero que sepas que te he abierto más ventanas y he desbloqueado más puertas de mi alma que a nadie antes que tú. Y si nuestros caminos vinieran a ser dos, todas las ventanas se vendrían a cerrar y las puertas se quedarían bloqueadas. Me convertiría en una mansión perseguida por tu fantasma. Porque a tu lado he pasado los años más felices de mi vida. Y sé que ha sido así, vida tras vida. Me haces más feliz de lo que jamás fui. Recuerdo que cuando pensé que la muerte vendría a por mí la noche que terminé dejando la casa, no tuve fuerzas para hablar, escribir ni pensar con claridad, y lamenté mi destino, no por sentir estar a dejar este mundo, sino por sentir que estaba a punto de dejarte a ti. Mientras temblaba de frío al punto que me castañeteaban los dientes, lloré convulsivamente, mientras intentaba despedirme de ti (pensaste que estaba rompiendo contigo), le pedí a los dioses que me permitieran al menos eso, partir con la certeza de que supieras que mi amor por tu persona es eterno. Pero no podía pensar con claridad debido al frío glacial en mis huesos, los idiomas se mezclaban en mi mente y no podía hacerme entender. Luego todo oscureció nuevamente. Me desperté un tiempo después. Vivo. Te envié un mensaje desde la calle, en mejores condiciones, aunque en otro idioma. Las ventanas que sientes no están abiertas para que puedas admirar la vista, las puertas cuyo pomo no cedió a la bondad de tu pequeña mano no están cerradas por falta de confianza en ti. Estas ventanas están atascadas y las llaves de estas puertas se perdieron en algún rincón desconocido incluso para mí.

En más de una ocasión intenté hablarte un poco de lo que viví antes de mi estancia en la clínica. Sin embargo, algo me bloqueó, una fuerza me silenció, tal vez porque lo que me llevó a ese lugar fue algo tan pesado espiritualmente que una parte de la familia pensó que estaba poseído y la otra parte clínicamente inestable. No me hice daño a mí mismo ni a otro ser. Solo pasaba por un evento que nadie de los míos parece haber experimentado, oído hablar o leído en algún canto. De hecho, en mi último día de libertad, lo pasé recogiendo comida de casa en casa, explicando cortésmente mi intención de distribuir la donación a personas hambrientas y sin hogar. Debido a esta batalla espiritual que libré, batalla que se inició en las purificaciones que venía realizando, nuestra madre se niega a hablar de espiritualidad, dice sus oraciones, pero ya no puedo hablar con ella sobre este tema. No tengo la intimidad ni la apertura para hablar de esto con los hermanos, porque ellos sacaron sus conclusiones desde una perspectiva externa mientras que la mía es interna, puesto que estaba en el ojo de la tormenta. Así que solo hablo conmigo mismo y con los guías espirituales, Dios(a/es), cuando mi mente vuelve a la tormenta. Sin embargo, ya no me empujan en esa dirección con tanta frecuencia como cuando regresé. Siento dificultades, como quedarme donde quiero estar todo el tiempo que quiero, como nuestros momentos juntos y nuestras conversaciones, y no sólo donde necesito estar, que no siempre es donde quiero. Y encontrar las palabras que quiero en el tiempo que quiero y necesito. La dosis de medicamento es tan alta que vendría a derribar a un búfalo. A veces me dejaban algo drogado, incapacitado (si en caso de emergencia) y con náuseas. Por mi cuenta he estado tomando sólo la mitad de la dosis prescrita. Me he sentido mejor, aunque todavía bloquean las vías respiratorias cuando hacen efecto y me obligan a respirar por la boca. Para que sepas: a pesar de la alta dosis, mi cuerpo todavía responde perfecto a tus visitas en mis pensamientos, dejándome famélico por ti. Por hacerte mía. Toda mía.