Notes

Estuve célibe durante 12 años


'Mis amigos asumieron que debía haberme enamorado. Pero la razón por la que estaba tan radiante era que había decidido ser célibe


Tenía 27 años cuando me di cuenta de que ya no quería sexo. Chicas prepago sexis cinco años en una relación con un hombre muy intenso. Me despertaba por la noche para conversar seriamente y era muy exigente en muchos otros aspectos. Anhelaba la soledad; Sobre todo quería dormir solo.

Cuando rompimos, sentí una gran sensación de alivio. Por primera vez en años me sentí libre. A los pocos días parecía más relajada, mis ojos brillaban y estaba más tranquila. De regreso a París, unos amigos me preguntaron si había conocido a alguien nuevo y asumieron que debía haberme enamorado. Pero la razón por la que estaba tan radiante era que había decidido ser célibe.

Este cambio de opinión estuvo muy relacionado con mi pasado. Cuando era joven adolescente estaba obsesionada con el sexo: estar en brazos de un hombre confirmaría que era mujer. No pensé más que eso. Entonces conocí a un hombre en un club nocturno y fui a su habitación de hotel al día siguiente. Yo era ingenuo, y cuando todo se hizo realidad – que él quería tener sexo conmigo – me asusté. Intenté explicar que no estaba seguro de haber cometido un error, pero aun así me sentí presionado a acostarme con él.

Esa experiencia me afectó profundamente, y aunque tuve una vida sexual activa y agradable cuando era mayor, 14 años después necesitaba regresar al mundo seguro donde el sexo estaba solo en mi imaginación o mis sueños.

Sabía que a mis amigos les resultaría desconcertante mi decisión y no quería que siguieran haciendo preguntas, así que al principio inventé un novio en Australia.


Estaba perfectamente feliz de estar en mi propia compañía por primera vez en mi vida adulta. Mis sentidos se sentían realmente vivos. No me sentía solo; Simplemente disfruté la vida sin las complicaciones de otra persona. Fui solo al cine a ver películas de Robert Redford; se convirtió en mi hombre ideal. Pero si lo hubiera conocido, no hubiera querido que pasara nada. Habría roto mi sueño.

Después de un rato, les confesé a mis amigos que había decidido estar solo e inmediatamente se pusieron a trabajar para encontrar a alguien para mí. Me bombardearon con consejos: usar faldas más cortas, hacer contacto visual con los hombres, no parecer demasiado inteligente. Me concertaron citas a ciegas y se indignaron cuando no seguí el juego. Mi estado civil se convirtió en el tema favorito de discusión. ¿era lesbiana? ¿estaba frígido? Pero tener que insistir en que era feliz siendo célibe me incomodaba. No arengaba constantemente a mis amigos casados sobre la frecuencia con la que tenían relaciones sexuales, así que ¿por qué deberían preguntarme?

La presión de estar en una relación, de tener relaciones sexuales con regularidad, puede ser, como descubrí, abrumadora a veces. Resistir es una afrenta. Incluso el psicoterapeuta que estaba viendo quería que conociera a alguien. Ella sintió que mi celibato era un problema cuando lo vi como una fortaleza.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que estaba esperando. Quería conocer a esa rara persona en la que podía confiar totalmente, que era tan emocionante como mis fantasías. También estaba esperando aceptar mi yo adolescente para resolver esa infeliz experiencia sexual.

Al principio pensé que estaría soltero por unos meses, pero con el paso de los años me di cuenta de que sería feliz por mi cuenta para siempre. A veces me sentía frustrado, pero eso no me hacía querer tener sexo con nadie. Los hombres dejaron de coquetear conmigo y, sin embargo, todavía me sentía como un ser sexual.

Doce años después, cuando estaba completamente contento con mi situación, algo cambió. A través de un encuentro casual, conocí a un hombre. Confié en él de inmediato y me hizo sentir totalmente seguro.

Antes de hacer el amor, me aterrorizaba quedar en ridículo, haber olvidado cómo hacerlo – después de tanto tiempo de abstinencia, la mecánica real de tener relaciones sexuales parece extraña – pero cuando llegó el momento, no había olvidado nada.

Fue sólo una breve aventura y desde entonces he estado soltera y en una relación. Cuando sea una anciana que recuerde mi vida, recordaré mi época de celibato como una de las más felices. Era muy importante para mí y tan incomprendido por la sociedad. Quiero que la gente entienda que ser célibe puede ser tan nutritivo y satisfactorio como estar en una relación.



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