Notes

Bueno, hm, no sé cómo demonios comenzar esto, y es un asco. Es bueno aclarar que las palabras no son lo mío, y menos al momento de hacer éstas cosas, expresarme simplemente no se me da mucho. Pero intentaré hacer lo mejor en este momento.
Primero que nada, voy a agradecer, porque Michelle, con el paso del tiempo, se ha convertido en una de las más grandes amigas que he tenido a lo largo de mis cortos dieciséis años de vida. Ha sabido cómo levantarme cuando caigo, cuando pienso que el hoyo en el que me he metido es demasiado profundo como para poder salir, ella siempre está ahí para ayudarme y es de las más grandes cosas que la gente ha logrado por mí.
Y no lo sé, creo que ha hecho bastante por mí y yo le he agradecido con muy poco, aún cuando ella merece lo mejor. Merece a un chico mejor que yo. Merece el no tener que lidiar con los demonios de un adolescente jodido como yo.
Michelle es una gran persona, y ahora que lo pienso, es como la madre que no tengo. Es de esas personas que vale realmente la pena tener en nuestras vidas. Es graciosa, es protectora, siempre se preocupa por ti, y a veces (solo a veces) es un poco dura. Pero con tantas cosas positivas en ella, te es imposible verte molesto a su lado.
Llevo alrededor de unos siete meses conociéndola, y jamás, nunca, me vi arrepentido por dejarla entrar en mi vida. Incluso, he llegado a pensar en que ella es el cambio que necesitaba para mi bien, porque llegó cuando más jodida estaba el desastre que es mi vida.
Y, después de todo este análisis, llegué a una conclusión: todos deberíamos tener a una Michelle M. en nuestras vidas.
Atentamente. –Zachary Hardley.