Notes

Recuerdo con claridad la primera vez que me atreví a confesar lo que sentía por ti. El miedo inundaba y el rechazo, también. Llámame loco o tonto pero siempre te veía como un amor prohibido. Estaba celoso hasta del aire que alborotaba tu cabello. Como es que era otra persona la que podía besarte, tocarte y yo, sin poder hacer nada. Me dije una noche: “Ella no se fijaría en un chico arrogante, machista y malhumorado.” Podía estar en la razón. No podía venir y hablarte cuando ya estaba enamorado de ti. Una tarde, me comentaste que habías terminado tu relación. Quise aprovecharme y querer llamar tu atención. “Me gustas”, fue lo primero que dije, quería de alguna manera morir, en efecto. Tú no respondiste nada. “Estoy enamorado de ti”, lo volví a afirmar logrando causar en ti, confusión. Estaba nervioso, una marea se llegaba y era el probable “Lo siento, tú no me gustas”, pero no. Tu respuesta afirmando que yo también te gustaba, me daba muchas esperanzas de poder ser una oportunidad única en tu vida. Te amo, y lo haré por el resto de mi vida.