Notes

Él era diferente, pero no era el prototipo del chico perfecto. Él no era el chico malo, pero tampoco el chico bueno. A él no le gustaba que lo mirasen cuando hablaba. A él le gustaba meter sus manos en las mangas de su suéter azul cuando sentía sus nudillos fríos. Él solía cantar canciones de sus bandas favoritas en algún rincón de su habitación o baño. Le gustaba bailar al ritmo de la radio, mientras reía. Él a la luz de la luna solía desvelar cada uno de sus sueños y secretos. Solía reír siendo sincero a pesar de que mis chistes fueran cruelmente malos. Le gustaba andar por toda su casa con calcetines diciendo que eran patines. Amaba el sonido que hacía un objeto al caer en el agua. Él nunca solía sonreír, y cuando lo hacía era una de las mejores maravillas del mundo. Cuando decía un lo siento no podía evitar que sus ojos se cristalizaran y saliera corriendo de la escena. Odiaba sus cejas diciendo que parecían dos pliegos de cartulina. Odiaba sus ojos porque decía que eran sencillos y simples, sin darse cuenta de que eran los ojos más hermosos. Odiaba sus labios porque para él eran muy gruesos y lo hacían ver feo. Cuando estaba nervioso llevaba sus dedos hasta su boca mordiendo sus uñas y llegando al grado de lastimarse la cutícula. Me repetía que nunca le hiciera daño. Él solía gritarte y empujarte con el mínimo roce que hicieras con su cuerpo. Solía llorar sin que nadie se diera cuenta. Él era callado en todos los aspectos, no decía muchas palabras. Él solía ir a rehabilitación. Él estaba dañado. Abre tus alas y vuela pequeño pájaro de papel, y si no sabes cómo hacerlo por lo tan dañado que estás, yo te enseñaré. Y él fue aquel lindo y pequeño pájaro de papel, que nunca abrió sus alas.