Notes

Estaba asustado. No sabía como podía reaccionar él luego de que se lo contara. Sabía que estaba jugando con fuego y aún así me arriesgue a seguir adentrándome más y más en la llama, ahora me estoy quemando. Tengo que asumir mis consecuencias, hacerme responsable de mis actos y soy consciente. Siento mis manos temblar, los nervios se apoderaban por completo de mí provocando que cada vez se vuelva más imposible el controlarme por lo que decidí sentarme en el sofá. Mantenía mis manos entrelazadas y mi vista fija al suelo, en cualquier momento el bajaría por esas escaleras y esa sería mi oportunidad de decir toda la verdad. Hace unos meses había comenzado a verme con un chico, de hecho era un hombre, un poco mayor que yo. Tenía el cabello de un color castaño claro y unos ojos celestes que hacían que cualquiera que le mirase quedara completamente hipnotizado, era unos centímetros más alto que yo y mucho más grandote, cuando me abrazaba sentía como si todo se detuviera y nada malo podría llegar a sucederme. Había comenzado a sentir cosas por él, no solamente atracción, era amor. Unos pasos se escucharon desde el piso de arriba y sentí como me estremecía. Me removí incómodo en el sillón y tragué en seco cuando vi sus zapatillas en frente mío. Comencé a levantar la vista lentamente y cuando sus ojos chocaron con los míos sentí una gran punzada en el pecho. Él sonreía dulcemente, claro que no tenía idea de lo que le diría. — ¿Nos vemos el sábado? — Dijo él, su voz se encontraba ligeramente ronca. Yo negué con la cabeza, las palabras no me salían. Su rostro cambió de felicidad a uno de completa confusión. — ¿No? ¿He hecho algo mal? —. Volví a negar, un largo suspiro salió de entre mis labios. Me armé de valor para decir lo siguiente. — Lo siento, pero todo se ha terminado. Me he enamorado, he conocido a alguien y no podemos seguir con estos encuentros. Quiero tener una relación seria y ver si eso llega a algo más con él. Realmente lo lamento. No quiero arruinar lo que tenemos, pero no podemos seguir encontrándonos para tener solamente sexo. — Vi como un destello de dolor se asomaba entre sus ojos y bajé la vista. Él no dijo palabra alguna, solamente golpeó mi mejilla con fuerza, provocando que ésta quede roja, lo merecía. Sabía que lo había ilusionado. Lo último que escuché de su parte fue un "no vuelvas a hablarme nunca más, ya no existes para mí." y así tan rápido como pronunció esas palabras, desapareció de mi vida.