Notes

¿Recuerdas la primera vez que nuestros caminos se cruzaron? Sin darnos cuenta una inexplicable conexión nació entre nosotros, tanto que después de ese día no pudimos estar alejado el uno del otro. Yo lo recuerdo muy bien, como si se tratara de hace unas cuantas horas... Nos conocíamos de toda la vida, eso puedo asegurarlo. Te convertiste en el complemento que le faltaba a mi cuerpo. Un día sin saber de ti no se sentía bien, faltaba mi dosis de energía. Esa que sólo tú pudiste brindarme.
¿Recuerdas todas las tonterías que hicimos? Entre juegos, partes de mi que nadie conocía, ni yo mismo, salieron a la luz. Contigo sentí tal confianza para decir y hacer bromas sin temor a ser juzgado, al contrario, seguías mis chistes tontos... Terminábamos como dos payasos dementes, preguntándonos como podíamos decir tantas idioteces en un rato. Al menos yo me sentía así. Y era maravilloso.
¿Recuerdas la primera vez que llegue llorando sin decir nada? Te pedí un abrazo. Lo hiciste sin cuestionar. Sabía que contigo podía sentirme seguro. Contaba mis inquietudes, y tu me recibidas con gratos consejos aún cuando el culpable de todo era yo. «Nadie es perfecto» Para mi tu lo eras. En esos días me di cuenta que no pude haber tenido mejor suerte que encontrarte. El amigo al cual podía acudir y nuevamente todo estaba claro.
¿Recuerdas nuestro primer beso? Adoraba que me tomarás de las caderas. Puede sonar tonto, pero para mi fue un beso de película. Tenía miedo... Miedo de lo que podría pasar, pero sentirte cerca de mi, saborear tu respiración, la suavidad de tus labios, la fuerza de tu agarre. Nada más me importaba. Me regalaste la mejor noche de mi vida, y la mañana más hermosa de todas.
¿Recuerdas el día en el que mutuamente nos sinceramos? Ese tarde lloré, lloré de felicidad. Me hiciste sentir como adolescente. Tranquilo al saber que correspondías los sentimientos de un corazón lastimado, pero a la vez me sentía igual que un tonto al no darme cuenta que mi felicidad, estaba a tu lado.
¿Recuerdas aquel 1 de junio? Joder, ni siquiera pasó por ml cabeza que esa propuesta que tanto estaba esperando llegaría ese preciso día. Era una plática tan normal... Se me paro el corazón. No fui capaz de disimular la inmensa felicidad que me provocaste. Bailaba, cantaba, gritaba, brincaba por la habitación, hasta el celular cayo de mis manos porque nuevamente mis músculos habían perdido la fuerza. «Me haces y deshaces a tu antojo.» No eres el único que se sentía así.


Y hoy después de un mes me sigo sintiendo como la primera vez que nos conocimos. Las risas tan naturales. Los besos se siguen sintiendo como el primero. Las tardes románticas. Nuestras «discusiones». Contigo olvide lo que es la monotonía. Contigo aprendí a enamorar día con día. A ser espontáneo. A confiar. Aprendí a amar sin ataduras. A entender que el amor es algo más que un sentimiento y que va más allá de nuestro entendimiento, porque sé que no puedo describir lo que realmente siento por ti. Simplemente me gustas, me enloqueces, me traes atolondrado. Sólo sé que te amo y que nadie, absolutamente nadie, podrá cambiarlo.