Notes

Sigo un camino de huellas dactilares embebidas en sangre, en una con paredes hechas de galletas de maní, una pequeña chimenea en forma de corazón, donde el humo púrpura se escapa por la vena cava, y sus propios pulmones como techo, insuflándose con mis miedos y los tuyos, desde lejos. Corro por cada habitación, donde los conejos hacen el amor y los dinosaurios cantan canciones de amor. Corro por los extractos de universos contenidos, y te busco, trato de encajar mis dedos en las huellas que tapizan todo el lugar, porque la punta de tu dedo índice siempre fue del tamaño del mío, entonces lo sé con certeza, que sos vos, escribiéndome en la lengua de los cuerpos, esperando que sepa descubrir el mensaje y pueda salir de ahí. Me recuesto en la silla cerca del corazón palpitando, e intento dormir, pero—y sabes de esto—tengo insomnio, no estoy totalmente dormida, no estoy totalmente despierta. Veo como los colibríes vuelan e intentan alimentarse del azúcar de mi piel. Azúcar que quitabas toda la noche con la punta de tu lengua, para terminar acariciándome el cabello y acurrucándome en medio de tus brazos, escuchándote recitar mi poema favorito en sánscrito, consciente de que no entendía media palabra, pero podía sentirlas todas, cayendo atrapadas en medio de mi pecho, donde irónicamente podrían ser libres, efímeras, o eternas, donde finalmente podrían elegir. Los pulmones cesan, a la mitad de una inhalación. Los animales huyen despavoridos, el palpitar baja hasta ser sólo una tenue música de fondo, y luego sólo estamos las huellas y yo, el único colorido, lo único que desprende energía, vida, lo único que entonces percibo en mis terminaciones. Grito. Porque no me queda más que eso. Tengo el verso grabado en acero en medio de mi psique, sé que si la casa se apaga, es porque vos, donde sea que estés, te estás apagando también.
No puedo dormir, lo sabes, lo has sabido desde el día en que abrí los ojos por una de tus caricias que intentaban ser secretas, a la mitad de la noche. No puedo soñar, lo sabes también, entonces, si puedo saber, ¿por qué has transmutado a un sueño? La casa se apaga, y desearía apagarme yo también.