—La morena no se esperaba aquella petición del chico, mucho menos se esperaba aquella reiteración de que fuera. La tomó totalmente por sorpresa, y aunque era cierto lo que había dicho de la vergüenza, también lo era la parte de que a él le hacía los que quisiera, con vergüenza o no. Lo menos que podía decir era que los nervios, sumados a la vergüenza, le inundadaban el cuerpo, así como lo delataba el pequeño sonrojo en sus mejillas y la forma en la que mordía su labio inferior. Ainara tomó la mano del muchacho y sin emitir palabra lo guió hasta una silla en medio de la habitación para que tomara asiento. Sin dar más explicaciones, no era buena explicando, se dio media vuelta y le dirigió una mirada sobre su hombro mientras se alejaba. Caminó hasta donde había dejado su móvil, en una pequeña mesilla de la habitación, presionó la pantalla y eligió una pista con una melodía que le pareció adecuada, la cual no tardó en inundar el aire en la habitación. Tomó una profunda bocanada de aire, calmando un poco los nervios de su cuerpo y le dedicó una sonrisa a quien se hallaba sentado en medio del cuarto. Al comenzar, buscó con su mirada la ajena y la mantuvo fija, era más fácil solo concentrarse en aquellos bonitos ojos y no en pensar si hacía el ridículo. Se centró solo en eso y en la música que sonaba de fondo; sus caderas se balanceaban a cada paso que daba, guiadas por la melodía, siguiéndola con cada movimiento. No tardó mucho en alcanzar el sitio donde el muchacho se encontraba. Apoyó sus manos en los hombros de éste, quedando finalmente frente a frente, le dedico una nueva pequeña y picara sonrisa antes de deslizar su lengua por su propio labio inferior, el cual fue enseguida mordido para evitarse a ella misma pronunciar palabra alguna. Se acercó más y pasó una de sus piernas por encima del regazo ajeno, no llegó a apoyar del todo su peso, sin embargo continuó con el balanceo de sus caderas de manera muy lenta; sus manos se acoplaron un poco más a los hombros ajenos mientras que su pecho se acercaba más con cada compás de la canción, pronto sus pechos estuvieron casi rozando el torso ajeno. No podía evitar observar el rostro de aquel, despejándose así como las dudas que la inundaban. Luego de unos instantes la música se torno algo más movida, por lo que también lo hicieron sus movimientos, siguiendo siempre el ritmo de ésta, sin pensarlo demasiado, dejándose llevar. Dejó ir los hombros del muchacho y giró sobre su cuerpo quedando ahora de espalda a su pecho, apoyó su peso en sus propias piernas, y elevó su trasero solo lo suficiente para poder tener más libertad de movimiento. Sacudió dicha zona de lado a lado, sin perder el ritmo de la música. Intercaló pequeños movimientos circulares, con los movimientos anteriores a la vez que iba variando la distancia del cuerpo ajeno y la velocidad. Repitió la secuencia de movimientos ahora con algo más de velocidad, pero tornándolos algo más lentos al rozar el cuerpo del muchacho y así sucesivamente. Lento y suave, cerca y lejos, balanceo y sacudida, una mezcla fuera de practica donde no era del todo conocedora, mientras la música, los segundos y las dudas seguían avanzando, sin saber a ciencia cierta que pasaba por la mente ajena.—
