Notes

"Alfa, por favor." imploró el rizado, sintiendo el exquisito aroma del contrario, el cómo aquellas feromonas abundaban en el lugar, llenándolo del mayor. Aquel olor le gustaba, despertaba una desesperación extraña en él. "Gatito" respondió el contrario sobre sus labios, uniéndolos luego en un beso lento que fue volviéndose necesitado. "Alfa." volvió a mencionar el pequeño, tirando de la corbata del mayor, acercándolo más a su cuerpo. El príncipe reaccionó posando sus manos sobre la cama, para sostenerse. Pero el joven siguió acercándolo hasta que el alfa estuvo encima suyo, encargándose de igual modo de retirar aquella corbata. Seguramente le darían un buen uso, por lo que la dejaron a un lado. Las caderas del alfa se movían con firmeza, causando constantes fricciones entre ambos miembros. Las manos del ajeno se pasaban por su espalda, apretando la tela de su camisa para luego dirigirse hacia los botones, desabrochando poco a poco, deslizando la prenda hasta que parte de su pecho y brazos fueron descubiertos. Si había algo que él sabía a la perfección, era que su gatito era un posesivo, motivo por el cual, no le impresionó cuando los rojizos y carnosos labios e posaron sobre su cuello, empezando a llenarlo de marcarlas profundas, descendiendo hasta su pecho, realizando la misma acción, deleitándose con los suaves suspiros de su hombre. "¿Por favor? Me estoy muriendo, te necesito." La voz del menor salía jadeante y baja sobre los labios entreabiertos suyos, tan deseables que gritaban por ser besados. Se hizo pequeño en el lugar cuando sintió los besos en su cuello, volviéndolo más débil y necesitado por su atención, lo cual no quitaba el hecho de que el menor adorase el juego previo que se daba tan bien entre ambos. "Maldición, sí." se deshizo rápido de la camisa, lanzando esta por algún lado, acariciando encantado su espalda, toqueteando a los costados y por su abdomen, dejando sus manos a cada lado de sus caderas, empujándose contra ellas para obtener mayor roce. Mordía su inferior para acallarse, y es que las respiraciones ahogadas no tardaban en salir del par grueso, tomándolo por sorpresa. No iba a negar que el deseo por tomar a su gatito sobrepasaba los límites. Cada cosa que ambos hacían solamente lo lograba poner aún más ansioso. Sin más, sin perder el tiempo, los labios del mayor fueron hasta su pecho, agradeciendo la falta de su camisa, lo cual le permitió deslizar su lengua lentamente por una de sus tetillas, delineándola y mordisqueando suave, repitiendo la misma acción con la sobrante, siendo que esta la introdujo completamente a su boca para succionarla con fervor, dejándola hinchada y rojiza. "Mío, mío." Le pidió que se posicionara contra el respaldo de la cama, lo cual hacía la posición más cómoda, el menor con una pierna a cada lado de su regazo, gimoteando sobre sus labios cada vez que su trasero era presionado.