Notes

En el siguiente ensayo analizaremos la dimensión divina que se encuentra a lo largo de Ilíada (Editorial Gredos, 2006), especificando algunos versos de la misma como forma de ejemplificación para cada punto a exponer.

Para comenzar, debemos ambientar lo religioso dentro de la cultura greca. Para los griegos era algo que se vivía, me explico mejor, los dioses estaban metidos en todo, si había una tormenta era por obra Zeus, si crecían las flores era por Perséfone, si había un terremoto era por Posidón; todo lo que se trataba de los mortales tenía algún dios atrás que decidía que eso pasara. Estos dioses son respetados, sus decisiones son órdenes y por eso influyen tanto en el destino de los mortales, porque su ánimo los llevó a quererlo así, aunque a veces llegan a ser compasivos. Por esto último es que los mortales les hacían cultos, libaciones y oraban en sus nombres, recurrían a esta característica que las deidades presentaban algunas veces, y así esperaban que estos se apiadasen de sus destinos o decidieran ser menos estrictos en sus sentencias.

1.-Si nos ponemos en el lugar de los griegos escuchando este canto, encontramos lo divino incluso desde fuera de la historia, en la parte “real”, que es cuando el mismo aedo llama a los dioses para que estos le ayuden a recordar cada detalle, pues su mente humana es frágil y necesita a las musas ya que ellas todos lo saben, para poder recitar lo que viene sin equivocarse. Vemos que creían con tanta fuerza que si llamaban a estos seres ellos le pondrían todo este conocimiento en la mente.

≪Decidme ahora, Musas, dueñas de olímpicas moradas,
pues vosotras sois diosas, estáis presentes y sabéis todo,
mientras que nosotros solo oímos la fama y no sabemos nada,
quienes eran los príncipes y los caudillos de los dánaos.
El grueso de las tropas yo no podría enumerarlo ni nombrarlo,
ni aunque tuviera diez lenguas y diez bocas,
voz inquebrantable y un broncíneo corazón en mi interior,
si las Olímpicas Musas, de Zeus, portador de la egida,
hijas, no recordaran a cuantos llegaron al pie de Ilio.≫ (Canto II, versos 484-492)

2.- La vida o la muerte.

Los dioses son caprichosos, se dejan guiar por sus emociones, por lo que si se siente más “cercanos” a un héroe, le van a ayudar e intentaran hacer de todo para que este cumpla con su objetivo. Aquí entra la vida o la muerte, si este héroe se ve en una situación de esa magnitud, el dios que le esté ayudando lo va a salvar del destino que tendría si no hubiera intervención divina de por medio. De la misma forma tenemos la muerte, que sucede por el odio de un dios a un mortal o a una ciudad, Atenea y Hera contra Ilio, por ejemplo. Podemos ver esto en la muerte de Héctor bajo la pica de Aquiles, donde el Pelida tenía la ayuda de Atenea para que finalmente le llegase la parca al hijo de Príamo, lo que conllevaba a la caída de Troya y por ende, a la felicidad de la ojizarca diosa.

≪Ahora sí que espero, esclarecido Aquiles, caro a Zeus,
que ambos llevaremos a los aqueos una gran gloria a sus naves
tras aniquilar a Héctor, por insaciable de lucha que sea.≫ (Canto XXII, versos 216-218)