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Sentado tras la valla, Viktor observó a un Yuuri mucho más brillante y bello que el que les había mostrado durante las actuaciones previas. Realmente amaba sus secuencias de pasos, incuso podría decir que algunas las ejecutaba con incluso mayor intensidad que él mismo. En determinado momento, su mirada creyó cruzarse con la del patinador japonés, que aún ejecutaba su danza. La mano que descansaba sobre su boca ocultaba su mueca de admiración, aunque nada pudo hacer por tapar la sonrisa que se extendió.

Junto a todos los demás, Viktor también aplaudió, realmente maravillado con el Yuuri que acababa de ver. Después de haber visto aquello, realmente confiaba en que el chico no se retiraría. Aún era demasiado pronto, todos los espectadores sabían que tenía mucho que ofrecer y, por mucho que después de ellos fueran a venir otros tantos genios del patinaje, sería un crimen contra el arte rendirse tan pronto.

Le observó casi derrumbarse y sintió ganas de perseguirle; sin embargo, se quedó observando al resto de participantes hasta que llegó la hora de realizar su propia actuación. Aquella gala, además de dar inicio, también fue cerrada con un tango. Su atuendo era sobrio, un esmoquin negro con camisa blanca ribeteada, todo decorado con elegantes brillos. Su palidez resaltaba contra el negro, que a su vez le hacía destacar en la pista.

Se deslizó por la pista a la espera de que acabaran los vítores y los aplausos, sin entrar en contacto visual con nadie pero con una sonrisa satisfecha en la cara. Aquellos programas eran los únicos en los que el ruso sonreía, dando la sensación de no tomárselo tan en serio aunque para nada fuera así.

Llevó una mano a su hombro contrario, indicando que estaba listo para que la música diera inicio, y en cuanto las primeas notas llegaron a sus oídos, comenzó a moverse. Giró por la pista acompañando sus movimientos con los brazos y realizó el primer salto, un cuádruple toe, con sencillez y elegancia. La intensidad de los instrumentos volvía su patinar hipnótico. Cada uno de sus pasos seducía al público y tras el triple loop aprovechó para sonreír al jurado con coquetería. Sabía que ese era uno de los factores que más gustaban de sus exhibiciones.

La música continuaba y su ejecución de la coreografía no falló en ningún momento. Ahora más que nunca se notaba que, a pesar de la complejidad, Viktor realmente amaba aquello que hacía. Ponía todo su empeño en llevar a cabo una obra magistral y, gracias a su constante esfuerzo y dedicación, lo consiguió. Al dar por concluido el ejercicio, a pesar de no haber llevado a cabo el salto que había hecho propio, levantó a todo el público de su asiento. Mostró una gran sonrisa, agradeció el entusiasmo de los espectadores y se tomó su tiempo para saludar debidamente.

De nuevo el tiempo pasó con vertiginosa rapidez. Cuando por fin les dejaron libres, cerrando de forma definitiva la presentación, cogió con más ganas a sus fans y les dedicó un tiempo más aceptable. La verdad es que aquello le gustaba, el hablar con gente que se había desplazado desde los más recónditos lugares del mundo para poder verles actuar en vivo. Por supuesto, no pudo faltar la foto de todos los años en Instagram, en la que se mostraba a sí mismo portando alguno de los regalos que recibía. En cuestión de minutos los me gusta alcanzaban las cuatro cifras.

No mucho después, apenas unas cuantas horas, Viktor ya se encaminaba en coche hacia el lugar en el que se llevaría a cabo el banquete. Esta vez sí, durante el viaje, mantuvo una animada charla con Yakov y Yurio, cuyo cabreo parecía haber desaparecido finalmente.
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Luego de desahogarse, había tomado una decisión una decisión dolorosa...Porque talvez el no era un factor maleable para Celestino, lo sabía, el había malcriado mucho su educación dejándole completamente a cargo sus programas y entrenamientos.
No estaba culpandole, claro que no, el único culpable era el mismo, que no podía abandonar aquella forma de ser, aquella angustiosa y carcelera sensación de ahogo y miedo cuando debía ser necesario poner todo sobre la pista.
Demasiado inseguro, demasiado miedoso...
No quería que Celestino siguiera perdiendo tiempo con el, Talvez con Pichit tuviese mejor suerte.
Anunciando al pendiente, volvió con Celestino a las gradas Vips donde muchos patinadores ya habían terminado su gala y esperaban ver la deliciosa interpretación del campeón.
Viktor estaba que quitaba el aliento, no mentiría al decir que se le seco la boca y sintió su corazón irse de paseo a la luna , había golpeado tan fuerte su caja torácica que pensó que tendría una descompensación ahí mismo.
Tan perfecto, tan maravilloso como el.mismo interpretó para delicias del mundo entero aquel tango.
Siguió cada secuencia, con sus ojos cada mínimo detalle que estaba pulido a la perfección, su Dios le regalaba una de más mejores vistas talvez una de las últimas para el lastimosamente...Porque sin Coach las puertas del patinaje se cerrarían para el.
Lo había decidido mientras se calmaba luego del estruendoso llanto al terminar su gala.
Terminaría su carrera y volvería a Hasetsu necesitaba poner una pausa a su desastre personal talvez contando muy dentro de él con algún milagro que le hiciese volver a la pista.

La gente ovacionó a Viktor haciendo temblar el predio con vitoreos y silbidos tirando rosas y muñecos, era el rey, la leyenda viviente... La perfección echa hombre... Y el menor no podía quitarle los ojos de ensima.
El tiempo por mala suerte pasó volando, entre la rueda de prensa de los tres ganadores, las entrevistas y fotos ya se encontraba en el hotel, discutiendo con Celestino, claramente en el ascensor. Según su Coach en el banquete se confesaría con promotores, patrocinadores y demás estrellas del personaje, talvez el mayor no entendía que sus ánimos eran más bajos que los grados bajo cero de Alaska...¿Acaso le veía animado?
De todas formas esta sería su última vez talvez un cierre definitivo asique en contra de sus deseos de perderse en la cama tomo una ducha y peino su cabello hacia atrás, una camisa color blanco, un traje oscuro normalito, nada que llamase la atención ni estuviese en vouge y su corbata de toda la vida celeste.
Sus mocacines de cuero lustrados y suspiro mirandose al espejo. —Solo una hora...Y me iré... —Se dijo a si mismo.
Celestino lo esperaría en el hall del.hotel para ir al recinto donde se haría el banquete que era en otro hotel.
Bajo a los minutos mientras Celestino se encontraba hablando con otros entrenadores y se acercó a él para subir al coche que los llevaría,.En el se mantuvo en silencio coibido, sintiéndose sapo de otro pozo... ¿Como podia ser que en la carrera que había elegido por pasión se sintiese de aquella manera?
En cuanto llegaron al lugar varios profesionales ya estaba en su salsa hablando entre ellos y con patrocinadores, con grandes empresarios.
El ya quería volverse, no quería formar parte de eso, estaba tan susceptible que sentía las miradas en su nuca , el japonés que jamás puede repuntar, que no es necesario y no tiene la chispa para ese deporte.
Bajo la cabeza derrotado mientras Celestino a su lado al darse cuenta en su tono bastante alto y exagerado "Le animaba"con palabras vacías para el, que no incentivan a nada."Prueba esta champagne, Yuuri, se parte de la fiesta"
Pff fiesta... Él vivía la antesala de un duelo, de la muerte prematura de su carrera y su Coach quería que celebrase.
Sin más se encamino solito. ñ y sin indicaciones a la mesa de alcohol, al diablo... Bebería para olvidar las penas, el tenía buena resistencia para eso...O eso creía.
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En cuanto llegó no tuvo más remedio que ir pasando de grupo en grupo, siguiendo la corriente de multitud de conversaciones banales. A decir verdad no le costó lo más mínimo responder a todo aquello por lo que se interesaban, del mismo modo que tampoco tuvo problema alguno en preguntar él en los momentos adecuados. Al fin y al cabo, aunque no se le diera demasiado bien la gente en el ámbito personal, él era todo un profesional y había estado practicando ese tipo de situaciones desde que era un crío. Desde bien temprano dejó de contar con el apoyo de amigos y familiares, de modo que se vio obligado a aprender por sí mismo cómo defenderse en esos círculos.

Su reputación no se debía tanto a la buena suerte y al talento como al arduo trabajo que había tenido que llevar a cabo desde que tenía memoria.

Pronto, una vieja amiga, Lucretia Ludenberg, también rusa y ganadora del oro del patinaje femenino, le obligó a salvarla de su entrenador, que quería obligarla a hablar con los patrocinadores. Por cosas como aquella, en las que Viktor se animaba a hacer de caballero de brillante armadura, le tenían tanta manía. No se podía evitar, muchos habían intentado corregir ese comportamiento y solo Yakov, que se había adaptado a las circunstancias, había salido bien parado con él. Permanecieron hablando largo rato, y cuando alguien trataba de acercarse a ellos, sutilmente se alejaban.

Lucretia le comentó sus impresiones acerca de la disciplina de patinaje masculino. Le habló acerca de lo atrayente que resultaba Christophe Giacometti en la pista, a lo que Viktor respondió con una sonrisa cómplice que solo el suizo había sido capaz de interpertar. También le expresó su lástima acerca de la ejecución que tuvo Yuuri Katsuki, de quien sin duda era fan y a quien trataba de imitar en su secuencia de pasos cada vez que le daban la oportunidad. Ambos coincidieron en que si su desempeño hubiera sido la mitad de bueno que en su exhibición final habría obtenido una puntuación bastante más alta y satisfactoria.

Entonces se dio cuenta de que había visto a todos los patinadores excepto a Yuuri y se preocupó, pensando en que quizás no había ido. Aunque no creía que su entrenador le permitiera perderse un evento como aquel, pero dado lo que había descubierto aquel mismo día acerca de su personalidad, quién sabía. "Hablando del rey de Roma", pensó, justo al tiempo en el que el entrenador de Ludenberg los encaraba y le decía con voz queda a Viktor que no podía ser cómplice de sus travesuras, que suficiente difícil era tratar con la muchacha ya.

Él simplemente sonrió, sonrió en modo de disculpa a la chiquilla por dejarla en manos del ogro, y se marchó en dirección al japonés, que se encontraba frente a la mesa donde tenían dispuestas las bebidas. No se molestó en beberse el contenido de su copa para fingir tener un motivo a parte del japonés para acercarse, aquellas sutilezas no iban ni irían nunca con él.

— Yuuri —sonrió; ya había hablado con él, de modo que tratarle con formalidades no se le antojó necesario—. Bien hecho en la gala.
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1, 3,9...13, 14,,16...¡Oh iba por la 17!
¿Donde estaba el moso??Había que reponer todas esas copas... Eran muchas, podía hacer hasta una pirámide con ellas o un trofeo de cristal para el sexto lugar del Grand Prix! No se enojaría eh...Encantado de la llevaría enganchado al cuello. —¡Seria la estrella de la noche, la diva de Sochi!...—Murmuro mas alto de lo normal algo tambaleante mientras saludaba a cada patinador o juez que veía pasar alzando su copa en un brindis fallido.— ¡Cheerssss!Saluteee, Kampaiii,¡Salut!..Gambeii... Здоровье !!—Dijo al Ruso menor que le miro como si fuese un pedazo de basura en medio de la sala.
Ahh ese pequeño gamberro tuvo el tupé de hacerse el gallito con el en los baños del Grand Prix... Y ahora como del destino le llamaba con el dedo para hacer un brindis, si cosas que pasan.
El Rubito le miraba con el ceño bastante fruncido señalándose el pecho —Si si tu. Ven ven...Brinda conmi....—Miro su copa y luego al menor y con los dedos los giro hacia el menor como diciendo "Nha Da la vuelta y vete"
Ya se iba con las manos.vacias para su país no quería agregarle como premio de consolación una pena judicial por querer emborrachar a un menor.
Suspiro dejando la copa vacía y se estiro por otra d ellas pocas que quedaban .—Son todas mías, mías mías...—Murmuro con una sonrisa torcida y sus gafas más caídas de lo normal.
Cuando acabará con ellas saludaría a la gente a su mejor estilo japonés una reverencia y por dentro los mandaría todos al diablo.
Menos a Viktor a Viktor no podía hacerle eso.—Viktor es genial...Tan Kawaii...—Respiro con un suspiro profundo Ntes de girarse de golpe y brindar por las f eminas, claro que si! Las féminas eran las rosas de la competencia, tan elegantes y angelicales... Lastima que a el no le importara las relaciones amorosas...
Alzó la copa ante ellas y escucho sus risitas coquetas y se apoyo a la mesa justo cuando vio una mano quitarle una de sus copas.—Aue que ... Deja eso...—Arrasteo sus palabras y alzo la mirada para ver que era el gran Viktor.—Iihgggg—Se cubrió la boca enrojeciendo mirándole ahí de pie a su lado .Le había dicho Yuuri.. Ohh bendito hombre... —Que bonita noche¿No?Todos tan elegantes y felices..Que bonito traje tienes...—No tenía idea de donde sacaba las agallas para tutearle. Le dedico una sonrisa amplia ante sunalago e hizo un ademán caballeresco tan gracil como.sinestuviese en la pista de ballet y subió sus gafas mirándole.—!Muuchas gracias! Bebe...bebe yo te cubro la espaldas, Viktoruu..
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Se esperaba casi de todo. Podría habérselo encontrado llorando que lo habría entendido; enfadado, quizás, y despotricando en contra de cualquier cosa, él mismo, su entrenador, la selección japonesa; en modo zen, también. Pero no había esperado de ninguna forma que tan pronto —a decir verdad, tampoco lo habría imaginado al final del banquete— el patinador se encontrara en semejantes condiciones. ¡Borracho en un banquete oficial! Sin duda aquel muchacho era una caja de sorpresas.

Y le encantaba. Apenas había intercambiado unas cuantas frases por él, pero le encantaba.

No pudo evitar sonreír al ver la ebria felicidad que emanaba, y aunque su intención al acercarse allí no era beber, le invitó a hacerlo con tanta ternura que no pudo evitar acabar la copa que había llevado consigo. No necesitaba que le cubriera las espaldas, a decir verdad, pero tampoco dijo nada al respecto.

Se preguntó vagamente dónde estaba Chris, sabiendo que le encantaría casi tanto como a él —siempre de buenas— encontrarse al japonés en ese estado. Aquel era el primer banquete que prometía no ser tan tostón como el resto. Al menos hasta que su entrenador lo encontrara e impidiera que terminara por escandalizar al resto de comensales. Cosa que, a decir verdad, esperaba que no ocurriera. Ya se las apañaría para mantener a Yuri con ellos más tiempo; sabía que, al menos, contaría con el apoyo del suizo.

— Gracias, Yuuri —respondió, dejando escapar una alegre risa después; no sabía si se lo decía por el halago hacia su traje o por "cubrirle las espaldas". Señaló una mesa contigua a la que contenía las copas, un par de metros más allá—. Ven, tengo hambre, ¿dónde está tu entrenador?
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Asentía y sonreía con una sinceridad tan abrumadora que talvez no le entendia de que estaba hablándole pero le sonreía porque era Viktor.
Le miraba con ojos soñadores, tan concentrado en su figura, su firma de hablar que cabeceaba con seriedad mientras por sobre todas las cosas intentaba mantener el equilibrio.
Piernas cruzadas y sostenidas solo por el empeine, ese era su equilibrio Minako sensei estaría orgullosa de el.

Para que el mayor bebiera con el había dividido las cuatro copas restantes en dos pero como buen fan le dejo tres al mayor y se quedó con una parte de la que el tenía en la mano.
Porque quería que Viktor se quedará con el¡Esta era su mejor noche!
—Es una fiesta y no escucho música....Donde esta ¿Bruno Mars?¿O Lady Gaga?...Por que todo el mundo es tan serio o pretende serlo?.—Le miro sin entender mientras alzaba sus hombros delgados en un intento de mostrarle que no entendía nada sobre la etiqueta social de aquellas "Fiestas"
Verle reír por sus payasadas sinceras le conmovia, se encontraba mirándole con un amor tan puro que parecía casi romántico. ¡Era Viktor! Su héroe! Su más grande admiración.
Mientras el Riera con el, Yuuri era feliz.
Cuando el mayor señaló una mesa contigua vio la mesa que faltaba. —¿Estuvo ahi todo este tiempo? —Pregunto mirándole y asintió y acepto a la invitación a acompañarle . — ¿Cíao ciao?No lo sé, me dejó a la suerte aquí...De todos modos lo libraré de mi...Mañana mismo. —Le miro con ojos tristones en o que se bebía toda la copa. —Quiero bailar...¿Luego Bailamos, Viktoruu?
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