Notes

No entendió aquello que dijo después de tomar ese largo trago de la botella, mas no le dio la más mínima importancia, ya que parecía haber disfrutado de la bebida, pues acto seguido volvió a beber de ella generosamente. Viktor le observaba hacer sin decir una sola palabra, completamente embelesado, como se daría cuenta más adelante.

No le hizo falta al más pequeño llamar su atención pronunciando su nombre con aquel ímpetu, aunque para demostrarle que estaba atento sonrió levemente. Sin embargo, después de eso saltó y le rodeó con sus brazos, cosa que le sorprendió, y antes de que pudiera hacer o decir nada, volvió a hablar. Él escuchó sus palabras con la seriedad de la que hacía gala cuando estaba interesado, algo que no solía ocurrir muy a menudo.

El tiempo se detuvo cuando aquel muchacho adorable anunció aquella petición. Lo repitió de forma más clara y directa antes de que le diera tiempo a procesarlo e, inevitablemente, algo dentro de Viktor se desmoronó. Sintió una extraña calidez extenderse por su pecho. Por unos segundos, se vio a sí mismo años atrás luchando por salir de la pista de hielo tras horas y horas de incansable entrenamiento en solitario, y después su mente se centró en una sala vacía y blanca, con él sentado en el suelo en medio de la estancia.

De nuevo, como aquella vez hacía tanto tiempo, sintió que ya nada tenía vuelta atrás.

Pero, por supuesto, eso no era algo que pudiera sacar a la superficie. Era agobiante y agotador; nada salvo sorpresa y eterna amabilidad debía denotar su rostro, de modo que trató de tragarse aquellas emociones. Lo habría conseguido de no ser por aquel brillo característico que iluminaba sus ojos. Nada salvo ellos dos existía en aquel momento; si a Viktor no le había molestado aquella petición, sino todo lo contrario, ¿quién tenía derecho a molestarse entonces?

Viktor, tratando de obviar el fuerte y rápido latido de su corazón, esbozó una temblorosa sonrisa. Había pasado por todo tipo de proposiciones de fans, desde las más inocentes hasta las más sucias, pero nadie le había dicho nunca, jamás, que él fuera necesario para aquello a lo que él le dedicaba todo su alma y dedicación. Aquello, sin duda, era toda una novedad. Aunque él sabía que no tenía mucho que hacer como entrenador; era consciente de lo caprichoso que había sido siempre y, aprovechando que tenía los conocimientos necesarios y la inteligencia suficiente como para saber cómo actuar, hacía siempre lo que le venía en gana. Del mismo modo, tampoco soportaba que otra gente ignorara sus recomendaciones, por lo que aquella no tenía pinta de ser su profesión.

Su sonrisa se fue haciendo más confiada hasta que finalmente apareció el Viktor de siempre. Tuvo que carraspear de forma disimulada para poder responder, pero aún así cuando habló lo hizo con decisión. No sería la primera vez que hiciera una promesa de tal calibre, pero jamás con aquella sensación en el pecho.

— Claro, Yuuri —respondió, y como pudo colocó una mano sobre el hombro del chico—. Ve, te estaré esperando.
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Hubo una exclamación sonora de jadeos negativos, el mundo entero, aquel mundo de culos pomposos y gente en su mayoría malintencionada o buscando interés propio le miraron con negación.
Un japonés, el peor de la temporada para ser más claros y exactos quería robar a la leyenda viviente y convertirle en su Coach..Oh si, que temerario...

Pero a Yuuri no le importo, realmente no le importó nada de la negativa de la gente, él ya había pedido su deseo a la única persona que deseaba que le escuchara, que atendiera su petición
Y en broma o no, lo había aceptado y aunque sus dudas era mínimas, aquel brillo en sus ojos cristalinos azulados le daban toda la confianza aunque lastimosamente el se olvidará de toda la bendita escena en la mañana siguiente.

Ahora abandonando la calidez del contacto contra el cuerpo del mayor se alejó señalándole.—Mirame... No apartes tus ojos de mi. Atrasare con la pista...—Dijo arrastrando sus palabras en su bonito inglés y ya en medio de esta miro a su alrededor eligiendo a su contrincante hasta que sus ojos se encontraron con los verdosos de Plisetsky y su sonrisa cómicamente ebria se hizo presente mientras le llamaba a mitad de la pista... —Oeee —Llamo su atención en su típico japonés por un corto segundo.—Yuri Plisetsky...Ven aquí..Te reto a duelo..¿No me querías fuera el año que viene?...Si Me ganas aquí te lo voy a conceder.. si pierdes no solo me quedaré, sino que secuestrarme a Viktor para hacerlo mi Coach.

Murmullos bastante audibles y molestos resonaron en la sala y el japonés se desarreglo la corbata bajándola un poco y luego alzó los brazos haciendo palmas sobre su cabeza justo cuando el DJ de turno en este caso seguía siendo el mismo checo que tenía toda la onda, hombre ese tipo le caía bien
Usher con su tema "Yeah!" Resonó en los parlantes y mientras Yuri Plisetsky sd lo pensaba el Nipón ya lo estaba retando en movimientos tan fluidos y aptos que comenzaron a hacer palmas los que incluso, momentos atrás se escandalizaron de sus palabras.
Plisetsky acabo aceptando, más por presión que por gusto y ambos se enraizaron a una contienda de pasos de hip hip que los llevo hasta al más acalorado de De los minutos finales, sus manos y pies aveces le sostenían de base suspendida a su cuerpo en improvisados movimientos, ambos iban muy parejos incluso cuando resonó una de sus favoritas con Bruno mars pasando del Hiphop al funky en segundos
Eran bailarines! Estaba acostumbrados a eso, solo que Yuri Plisetsky comenzó a agotarse como la competencia mala del conejito de Energeizer siendo el Japonés quien no tenía ni una gota de cansancio incluso con ebriedad ya notable.
¡Como era posible tan poca resistencia!

Muchas veces había cruzado miradas con Viktor y le sonrió toda de ellas mientras su baile no sufría ninguna alteración.
Estaba muy motivado, realmente motivado, se llevaría a Viktor como su Coach y por fin luego de tanto esfuerzo su ídolo mismo confiando en su experiencia lo llevaría a buen puerto.
Plisetsky acabo rendido negando ya no poder seguir el paso y se enfureció porque el jamás perdía.
Asique con la mirada busco a algún contrincante más está vez el Suizo fue quien se acercó pero le demandó una condición, el bailaba pero no en pista mientras señalaba aquel tubo en la pista casi al final.
No estaba seguro que hacer con ese bendito Caño que apareció de la nada porque eso no estaba antes en la sala¿No?
—¿Esto es aceptable?—Le susurro a Viktor cuando volvió un momento a su lado y bebía de la botella como si se tratase de su copa mientras veía al Suizo Empelotarse
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Terminó acomodándose para seguir la escena. Los murmullos molestos fueron opacados por una mayoría que se había dividido en dos bandos. Ni él mismo, que con el tiempo se había hecho con un excepcional fondo, habría sido capaz de seguirle el ritmo al japonés. El Yuri ruso, por supuesto, se marcó de allí de muy mala uva, soltando los típicos improperios que, viniendo de él, todos se habían acostumbrado a ignorar. Sin embargo, alguien que había tardado mucho en salir a escena apareció, ingeniándoselas para hacer lo que le venía en gana incluso mejor que él mismo.

Pensó entonces en las palabras del chico, que había asegurado que si perdía abandonaría el patinaje artístico; si ganaba, por el contrario, le secuestraría. No pudo evitar esbozar una sonrisa, que, sin embargo, tenía un deje de tristeza. Si continuaba con su carrera profesional como patinador no debía depender de una —casi "ilegal"— competición hecha en un banquete, tenía que nacer de él, tenía que poner su alma en la pista, dedicarse al cien por cien.

No pudo seguir pensando en ello, ya que después de que Chris le hablara, Yuuri se acercó a él a preguntarle aquello. Viktor se deshizo de todo pensamiento no acorde con la situación y devolvió su atención a Katsuki. Como respuesta se encogió de hombros. ¿Aceptable? No. Del mismo modo que tampoco lo era emborracharse hasta tal punto o pedir en público, ebrio perdido, al mejor patinador de la temporada —o, lo que es más, a la maldita leyenda viviente— que le entrenase de ahora en adelante.

No, no era aceptable, ¿pero qué demonios importaba? Todos los implicados estaban bien con eso —excepto Plisetsky, suponía—, de modo que al infierno con todo lo demás. Incuso se había tomado la licencia de fotografiar a ambos Yuris durante su particular duelo.

— ¿Por qué no? Además, Chris no te perdonaría que le dijeras ahora que no.

Señaló al suizo, que, con su habitual y natural sensualidad, como si hubiera nacido para ese momento, se despojaba una a una de sus prendas. No faltaron los grititos histéricos de las que ya habían perdido la vergüenza y dejaban a un lado la etiqueta. Lo cierto era que se moría de ganas por ver cómo se desenvolvía Yuuri en una de esas barras. No era la primera ni sería la última vez, estaba seguro, que veía a Giacometti en esas condiciones, tan en su salsa. Sin embargo... No pudo evitar pensar en que le pegaba; de alguna forma, después de ver cómo se desenvolvía con él mismo, estaba segura de que Yuuri Katsuki tampoco decepcionaría en ese tipo de encuentro.
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