Notes

Siempre fue él. Sólo él. Puedo escuchar voces en mi cabeza gritar “¡Te lo dije, ingenua!". Puedo sentir a mis demonios internos festejar porque tenían razón, burlándose de mí y de mi ingenuidad. Puedo sentir esa parte de mí que confiaba en él, convertirse repentinamente en una copa, y romperse en pedazos al caer. Me he defraudado a mí misma. Yo lo sabía. Todo esto fue gracias a que escuché a mi corazón, y no a mi cerebro. Mi corazón estuvo y está hipnotizado por él desde un principio, mi corazón cree que late gracias a él, pero el muy estúpido está equivocado. Mi cerebro, mientras tanto, piensa en qué hacer para ayudarme, pero ninguna de sus opciones son viables ni seguras. Lo sabía; sabía que desde el primer momento en que lo vi, que tenía que alejarme de él. Sabía perfectamente que tenía que correr en dirección contraria, que tenía que alejarme de todo y todos los que estuviesen involucrados con este chico. Todo lo que lo rodea, fue y es peligroso, oscuro... Tenía que mantenerme al margen, pero no lo hice. Tendría que, principalmente, no haber asistido esa noche a pedido de mi prima. Tendría que haberme quedado en casa, como cada viernes. Nunca tendría que habérmelo cruzado. Estaba consciente desde el primer segundo en que lo vi, luego de que terminó de follarse a una mujer, que no era bueno para mí. Tendría que haber actuado de forma diferente con respecto a él, pero no lo hice. En cambio, lo conocí más a fondo, comencé a reír con y por él, formé lazos afectivos con su gente más cercana, discutí por cuestiones estúpidas hasta que me garganta dolía, hasta concebí una extraña obsesión por sus ojos azules y profundos, una gran necesidad de sentir sus labios capturar los míos, me enamoré de su sonrisa, hice todo lo que se supone, no debía hacer. Me enamoré de él. Lamentarse es estúpido ahora, lo sé, pero no puedo dejar de pensar en esto. Él se volvió alguien importante para mí en todo este tiempo, a pesar de todo. A pesar de sus cosas negativas como su ego, a pesar de su forma de ser, a pesar de lo que es parte, caí rendida a sus pies. Y a él eso no le importó. No le importó jugar conmigo, ni con mis sentimientos. Esto tarde o temprano ocurriría, y él lo sabía a la perfección. Fui una tonta por él. Yo también lo sabía, y eso es lo que verdaderamente me enoja y frustra.