Notes

Quiero que me recuerdes y te acuerdes. Y revivas. Y me guardes. Recuérdame con las canciones. Las que cantamos, descubrimos, suspiramos. Las que gritamos y callamos. Recuérdame con los silencios. Los que cuestionaban, atormentaban y declaraban; los que nunca fueron incómodos. Recuérdame con un lado de la cama, con el sudor tibio que era saliva, y luego lluvia y luego fin; con las pasiones vestidas, con los sabores desnudos. Recuérdame con los caminos, con los colores, con los paseos. Con los errores, con los autores. Con las escenas. Recuérdame con los desplantes, con las dudas que no eran de ti. Con los desacuerdos y las reservas; con las disculpas, con las lecciones, con el perdón. Recuérdame con las risas, con los malos hábitos, con las burlas inocentes. Con los zapatos mojados, con los pies descalzos, con la mano extendida. Recuérdame con ese verso, con el personaje, con el final que no te leí. Recuérdame con las muecas por todo, las sonrisas de atardecer, mi sonrisa al amanecer. Recuérdame cuando no pretendas, cuando no disimules, cuando no escondas. Recuérdame como antes, cuando todo era felicidad. Recuérdame. Porque cada vez que te pienso, recuerdo nuestras risas, nuestras sonrisas, nuestro mundo. Acuérdate mucho de mí cuando seas tú. Recuérdame como yo te recordaré. Como en los viejos tiempos. Sabías decirme las palabras exactas, sabías qué decir en el momento preciso. Me conocías tan bien, te conocía tan bien. Te quedaste cuando todo el mundo se fue, no me soltaste, no te fuiste. Luchaste mis guerras como las tuyas, sangraste mis batallas, y nos recuperamos con nuestro amor. Pero perdimos la peor de nuestras guerras, la nuestra. Ya no hay palabras, se acabaron, se fueron como te fuiste tú. Por eso recuérdame, amor.