Notes

Echo mi cabeza hacia atrás cuando me rompes la ropa. Sonrío complacida, pues estabas superando expectativas. Cuando trabajas mis pezones, muerdo mi labio inferior y entre eso y la actividad en mi zona más íntima, logras robarme algún que otro gemido. Rodeo el tronco del pene entre mis dedos y lo muevo hacia arriba y abajo cada vez más rápidamente, al compás de los movimientos de tu mano. Cuando me besas, recorro tu boca con mi lengua hasta que ésta se encuentra con la mía y empiezan una danza violenta, pero deseosa y pasional. Muerdo tus labios y ésta vez soy yo la que te besa, pero para fastidiar un poco, no dejo que encuentres mi lengua y me río un poco sobre tu boca. Noto cómo tus dedos entran y salen de mi interior, y como sin prisas, la molestia de mi estrechez va desapareciendo. Entonces susurro sobre tu boca.
—Pues imagina cuando metas algo que no sean tus dedos.
Entonces te miro con chulería y cierto desdén. Retiro la mano de tu bóxer y cojo la tira del pantalón y la del calzoncillo al mismo tiempo para, d un solo golpe, bajar ambos. Cuando me agacho para dejar la ropa en tus tobillos rozo mi nariz sobre tu miembro. Al estar de pue de nuevo, pongo mi mano en tu pecho y te empujo hacia la pared que hay delante. Beso tu cuello agarrando tus muñecas, sin que puedas moverte y aún así te susurro.
—No te muevas.
Empiezo un camino de besos que empieza en tu boca y baja hasta el hombro. Luego retrocedo dos pasos y delante de ti empiezo a contonearme, a bailar sensualmente para ti con el fin de cumplir ésa fantasía. Me deshago lentamente de lo que me queda de sujetador y lo dejo caer. Me doy la vuelta y me agacho bajando mi falda y rozando el culo con la punta de tu miembro. Luego repito lo mismo con las bragas. Pero éstas las mantengo en la mano para al girarme, tirártelas en la cara. No dejo de bailar, tocándome, lamiéndome los dedos de forma obscena e incluso llevando mi mano a mi vagina y tocándome para ti. Sonrío tras unos segundos y me vuelvo a agachar, mirándote. Adelanto a gatas hasta que no puedo más y rozo tu virilidad con mis labios. Lamo el glande mirándote, siendo obscena y enseñándote mi garganta siempre que tengo ocasión. Luego aparece en mi rostro una sonrisa juguetona, y acto seguido vuelvo a coger tu miembro y me lo introduzco rápidamente en la boca para empezar a hacer un vaivén con la misma.