Notes

Maldigo para mis adentros cuando escucho el comentario de meterte algo más que mis dedos para disfrutar de tu estrechez. Solo por ese comentario, mi excitación aumenta y me es imposible no azotar una de tus nalgas para después agarrarlas con posesión y fuerza, dejando seguramente la huella de la yema de mis dedos.
Me dejo hacer, en todo momento, cuando decides bajarme la ropa y, cuando noto tu nariz rozarme con mi miembro me muerdo el labio inferior. Sonrío con suficiencia cuando me pegas tú contra la pared, y me ordenas que no me mueva. No digo nada, pero me estoy quieto. Por diversión, no por obedecer. Me gusta el hecho de que intentes llevar las riendas, aunque poco te queda para descubrir que eso no sucederá.
-Mm...
Ladeo la cabeza para observar la escena. A ti. Bailando para mí. Disfruto enormemente de ese bailecito privado y personal, pero aún más cuando tu ropa empieza a desaparecer y toda tu piel queda a la vista. Cuando pegas tu culo a mi miembro, empujo ligeramente la cadera, divertido y pellizco la zona. Y finalmente cuando te veo tocarte para mí, mis ojos se llenan de lujuria y me muerdo el labio inferior con fuerza mientras pienso en todo lo que voy a hacerte gritar, mientras llevo mi mano a mi dura erección y me masturbo cómo sé que me gusta mientras observo el delicioso espectaculo.
-Me la estás poniendo muy dura.
Cuando tomas la iniciativa del sexo oral, te miro desde arriba con chulería, aunque con esa media sonrisa en los labios que desaparece cuando engulles mi miembro en tu boca, por lo que sin permiso coloco mi mano sobre tu pelo y, empujo tu cabeza a la par que empujo mis caderas para llegar hasta tu garganta. Repito la acción varias veces, aunque ceso cuando necesitas recuperar la respiración.
-Escúpeme en la punta.
Ordeno con voz grave. Y tras un par de minutos más, te obligo a levantarte para, levantarte entre mis brazos, mi fuerza me lo permite y tú al pesar poco me lo facilitas así que, cuando he colocado tus piernas, sobre mis hombros y tengo tu sexo húmedo y caliente a la altura de la boca, te pego contra la pared para no perder el equilibrio y procedo a recorrerte con la lengua. Recorriendo y recogiendo tu humedad, por tus labios vaginales hasta alcanzar el hinchado clítoris con los dientes, dándole ligeros mordiscos y después lamidas rápidas.