Notes

La masturbación provinente de tus generosos pechos me había puesto a cien, por lo que cuando mi boca se encuentra devorando tu sexo, empleo todas mis ganas en hacerte gemir, deslizando la lengua con lascivia sobre cada pliegue de tu sexo, entre tus labios vaginales internos hasta morder y tirar de este con mis dientes en repetidas ocasiones ya que al oírte gemir casi gritando percibo que eso te gusta.
Cuando decides que ya es suficiente sexo oral, me reincorporo y me paso el dorso por los labios húmedos y brillantes debido a la notable humedad de tu sexo, sonriendo con suficiencia y chulería cuando te escucho decir que soy un milagro.
-La verdad que tú tampoco estás mal.
Confieso mientras observo tu perfecto cuerpo y pienso en lo mucho que me has sorprendido y gratamente después de la masturbación manual, oral y la de tus pechos. El susurro que dejas en mi oído después de ese beso tan lascivo y húmedo que nos damos, provoca que de nuevo te dé una fuerte nalgada, para que acto seguido apriete los dedos contra la zona afectada hasta que te alejas de mí.
-Voy a follarte hasta que te duela y me sientas aún sin estar dentro de ti.
Observo como te sientas y abres las piernas para mí, mi mirada va directamente a tu sexo húmedo y abierto para mí, dejandome total visión de este de la cual disfruto, mordiéndome y humedeciéndome el labio inferior.
Pero antes decido jugar un poco más contigo.
-Tócate para mí ahora. El clítoris y después, chúpate los dedos, y vuelve a llevarlos hasta tu sexo, para metértelos. Tres, al menos.
Camino hasta colocarme justo delante de ti y entonces, teniendo mi erección a la altura de tu bello rostro, empiezo a masturbarme delante de ti. Ordeándote ahora también que tu boca se pegue a la punta, y me recorras el glande tan solo con la lengua.