Notes

No sé por qué razón me ha parecido buena idea ponerme a revisar en el descanso de las prácticas el correo. Supongo que tu falta de actividad en los últimos días me hacía creer que no tendría más que silencio por tu parte.
Debo reconocer que tienes razón en parte de lo escrito. Lo primero de todo me gustaría hacerte saber que entiendo que tengas otras ocupaciones en las que atender u ocupar tu día, no es algo que te haya reprochado. O al menos, así lo creo.
Mi falta de estabilidad se debe precisamente a que no logro encontrar mi sitio desde que esa distancia entre nosotras está presente. Me agobio, me siento mal, os echo de menos y eso provoca que junto a los recuerdos me vaya, vuelva y decida volver a irme. No desactivo por gusto, sino porque la situación me afecta e incluso supera. Mi falta de estabilidad proviene de la separación que se encuentra instaurada entre nosotras, o de que no me encuentre cómoda con Josh sin Eleanor a su lado. Para mí es frustrante no poder estar bien con vosotras, con las personas que me habéis dado tanto y tan bueno.
Cuando digo que me esfuerzo por mantener el contacto es porque tengo que luchar contra mi propia inestabilidad, tu ausencia, la distancia y la frialdad. Me esfuerzo por poder estar a vuestro lado, por hablar, por buscar la excusa más tonta que nos haga acercar posturas.
Desconozco por qué dices que veo con malos ojos lo que haces o publicas, cuando de mí no ha salido una palabra al respecto. De verdad que por más que lo piense, no doy con la motivación que justifique ese pensamiento.
Ahora mismo no recuerdo muy bien el resto de detalles que has plasmado en tu mensaje, pero tenías razón al señalar que mi molestia podría ser la misma con la que tú contases. Al menos ahora ya sabes el por qué detrás de mi comportamiento.

Si esto es una despedida necesito hacerte saber una vez más cuánto lo siento. Lamento cualquier palabra, detalle o gesto que haya podido borrarte la sonrisa. Nunca he pretendido dañarte, hacerte llorar o sentir mal. Para mí sois muchísimo más de lo que jamás habría podido imaginar al conoceros.
No puedo estar ahí sin vosotras, o al menos, no en este momento. No de ese modo, entre idas y venidas. Necesito encontrar la estabilidad de la que carezco. Repito que si he desactivado, vuelto y tomado la puerta de salida durante tantas veces en las últimas semanas ha sido porque la necesidad de no tirar la toalla era más fuerte que la posibilidad de alejarme. Tenía que aguantar. Que esperar. Tenía que hacerlo porque me merecía la pena; me la merecíais.

Sí más adelante, en un futuro, deseáis buscarme, mi puerta y la de él estarán abiertas. Siempre.

Os voy a echar muchísimo de menos.
Os deseo la mayor de las felicidades.