Notes

- Puede ser que sí así como puede ser que no.- Respondí aunque en realidad no estaba atenta a lo que decía ya que lo que ocurría a mi alrededor. Odiaba admitirlo, pero mientras más me acercaba al lugar me sentía más atraída por lo que veía. Ambos pueblos aún siendo uno en realidad, era fácil de diferenciar si se prestaba la atención suficiente.

Los del norte suelen ser más fornidos y de rasgos mucho más exóticos, se dice que en la antigüedad fueron piratas perseguidos por la ley en Europa por lo que buscaron refugio en Kriftan y se establecieron en esta zona. Normalmente de piel muy pálida y ojos grandes en su mayoría fe colores glaciales, mientras que nosotros los del sur somos más de caras redondas y ojos alargados. Y no sólo eso, sino que los simpíos solemos ser más cálidos y extrovertidos en comparación.

Parecíamos ser dos razas diferentes fusionadas a la fuerza.

En cuanto a la relación entre ambas regiones, solía depender mucho de la formación. Solían haber ciertos conflictos entre adolescentes adinerados o familias con integrantes políticos más algunos aficionados que pensaban que por alguna razón su zona era superior. Fuera de eso, solía sdf bastante normal. No había ningún afectó o simpatía pero podíamos onvivir si nos lo proponíamos.

Para simbolizar la festividad, la zona elegida para llevar a cabo las actividades -en este caso, el mirador Terra-, era rodeado por antorchas iluminando, todas a unos metros de distancía de la otra. Algunos puestos de juegos para ganar peluches entre otras cosas tenían luces navideñas artesanales para funcionar sin electricidad mientras que los fe comida en su mayoría tenían velas encendidas en lugares específicamente entrategicos para aprovechar lo más posible aun habiendo escasez de ellas.

Sentí curiosidad por ver que había hecho mi madre pero no quise ir por el momento porque sabía que me dejaría todo a mí en cuanto me viera. De todas maneras, sabía que no me libraría de mi turno, ni siquiera si escapaba y me iba a otro planeta.

Unos metros más adelante vi a mi hermano mayor con una chica que obviamente era ozaína. Su melena rubia platinada caía recta por su espalda hasta rozar su cintura y aún en zapatos planos era mucho más alta que yo. Fácilmente podría medir un metro setenta y ocho.

Mire a mi amiga, esperando a ver como reaccionaría al ver a su amor platónico en las garras de otra. Ella, obviamente se había percatado y su semblante gritaba posesividad injustificada y algo de psicopatía. Antes de poder decir algo para molestaba me encontraba siendo arrastrada hasta ellos. Una vez frente a ella pude confirmar la teoría de su estatura. Mi hermano tenía suerte de ser así de alto y que le llevaba media cabeza.

- Hey, hermanita y amiga de hermanita.- Saludó aclarando para la chica disimuladamente que no teníamos mas que una relación fraternal. Yo estaba bien con ello pero la chica a mi lado obviamente se sintió inconforme con el titulo que le habían asignado.

Mi hermano era la personificación de mi padre según mi madre y los vagos recuerdos que mi mente conservaba de la niñez No tenía rasgos muy sorprendentes y ese era su mayor atractivo, por raro que se escuchase. Tenía ojos oscuros y los rulos castaños que caían hacia atrás rebeldes, lo cual hacía que su apariencia fuera común pero de alguna manera, su personalidad despreocupada y esa chispa de rebeldía que escondía en su mirada destacaba entre las mente sometidas de los demás. Mientras todos callaban e inclinaban la cabeza, el alzaba su voz y exigía un porqué. Lo cual había llamado la atención de todo aquel que posase sus ojos sobre él o tuviera la oportunidad de mantener alguna relación; mientras muchos admiraban su espíritu desafiante, otros se preocupaban porque jóvenes como él se alzaran contra la forma tan injusta en la que hemos estado viviendo desde hace décadas y rompa el equilibrio que con tanto trabajo se había establecido y hacernos volver a la destrucción y el caos. Nadie quería volver a los escombros de donde nos habíamos arrastrado para salir.

— Necesito hablar contigo luego.— sentenció. El brillo burlón de sus ojos había sido sustituido por algo que no reconocía, al menos no en él. Asentí como respuesta y sonrió, no en mi dirección. Más bien corrió a la mirada de Kyra la cual en lugar de sonreirle coquetamente devuelta como era habitual, frunció al ceño y miró hacia otro lado, claramente con algo de rencor sin embargo logré observar como sus mejillas se sonrojaban a pesar de la oscuridad.

Volvió a llevarme hasta otro lugar, esta vez más relajada mientras observábamos las personas a nuestro alrededor y comprábamos algunas chucherías.  Todo iba perfectamente bien hasta que vi una multitud rodear a dos chicos que parecían discutir y que seguramente terminaría en un intercambio de algo más fuerte y doloroso que las palabras que se lanzaban con sarna. No pude identificar a los chicos ya que lo poco que podía ver estaba distorsionado por todas las personas que se interponían. Con el algodón de azúcar en manos y curiosidad me fui acercando poco a poco, esquivando a las personas hasta llegar casi al frente pero aún así manteniendo una distancia prudente detrás Dr algunas personas.

— Me enferma tener que mezclarme con personas como tú, que parecen tan subdesarrolladas y de mentalidad tan precaria. Por eso es que pienso que los ozaínos somos la nación y ustedes la escoria.— Siseaba con aparente desagrado el chico con gafas redondas.

— Deberías tener más respeto considerando que estás en un ambiente al que no perteneces. Lo único que dije es que ambos tenemos los mismos derechos y es estúpido que una frontera nos defina de un grupo u otro.— Respondió el otro chico que reconocí al instante. Ehnoc cursaba en el mismo año que yo y había sido el representante de nuestra escuela para el debate estatal anual y aunque era de estatura promedio y el otro chico aparentaba ser unos años mayor pronunció su argumento sin ningún titubeo con esa voz grave que lo caracterizaba. Estaba en su elemento y nosotros, los que lo conocíamos  estabamos claros de ello—. Al final ninguno puede vivir sin el otro y es cuestión de tiempo antes de que terminemos unificándonos como tuvo que haber sido desde un principio.

— Prefiero morir antes de ser uno de ustedes o que ustedes sean considerados nuestros iguales. Esta región comparada a la nuestra no es más que un pueblillo medieval.

— Bueno, es curioso ya que sin nosotros ninguno de ustedes comería y dudo bastante que sigas derramando tus palabrerías desnutrido, aunque no me quejaría.— Se burló el castaño sonriendo a medias.

No sé que comentario pareció no agradarle al chico, si la idea de que de alguna forma fueran dependiente de nosotros o que insinuara que prefería que estuviera callado pero algo tuvo que haber removido algo en él ocasionando que se abalanzara sobre Ehnoc y le propinara un puñetazo en su pómulo izquierdo haciendo que este girara la cabeza por el impacto. 

En cuestión de segundos reaccionó y le devolvió el golpe, imitando la acción del otro chico pero en esta ocasión en la boca del estómago causando que se doblara y las gafas volaran hacia el suelo y se perdieran en la oscuridad. No esperó a que se recuperara para atinar en su rostro repetidas veces. Sin embargo su contrincante no se rindió y cuando los golpes de Ehnoc empezaron a perder consistencia, aprovechó para volver a golpearle la cara y desestabilizarlo. Los golpes volaban de manera desenfrenada, pareciendo brutales por la poca delicadeza y precisión que tenían, como si estuvieran peleando con el aire.

— ¡Basta!— Bramó una voz femenina, su propietaria se hizo paso entre las personas empujándolas bruscamente.— ¡¿Pero qué es esto?!

Se acercó a ambos hecha una furia y el chico de las gafas se hizo hacia atrás en un instante como si le temiese aunque esta fuera mucho más baja que él y de semblante tierno al ser algo regordeta.

— Tú y tu maldita bocaza, Xander.— Le recriminó poniéndose ante él. Ehnoc miró la escena con la respiración acelerada y un rostro teñido de rojo. Escupió sangre a un lado y se limpió con el dorso de su mano. Nunca me lo habría imaginado peleando ya que siempre parecía calmado y pasible, no obstante no tampoco me habría quedado cruzada de brazos si me hubieran golpeado.— ¿No puedes resolver nada sin llegar a los golpes? ¿Eh? ¿Dónde están tus gafas?

Xander permaneció en silencio mirando a un punto ciego tras ella, como si estuviera en otro mundo. La chica resopló tomándolo de la mano y se lo llevó de allí como si fuese su hijo y el no puso resistencia alguna. Los amigos de Ehnoc se acercaron a él. Negué con la cabeza pensando porqué no los habían separado y que habría pasado en caso de que no lo hubieran hecho.

Busqué a Kyra con la mirada sabiendo que seguramente me regañaría por ser tan impulsiva pero no pude distinguir mucho más que algunas siluetas por lo oscura que se había vuelto la noche mas le resté importancia, esperando verla luego. Fruncí el ceño al ver como muchas personas volvían a agruparse en un tumulto pero esta vez no era a causa de ninguna confrontación, sino, habían unas cortinas rojas que parecían esconder algo como si fuera el telón en las obras de teatro por lo que asumí que era una.

Al no ser fanática del teatro, no me llamó la atención el espectáculo y preferí seguir buscando a mi amiga hasta que repentinamente las cortinas se abrieron y revelaron a una chica. Traía un vestido que parecía ser sacado de una novela neoclásica por su pomposidad y diseño. El corsé que delineaba su cintura era negro con detalles violeta y la falda ancha parecía ser de varías capas de las que se podían identificar dos, de los mismos colores del corsé.

Su cabello caía en rizos hasta su cintura de un rubio cenizo, casi plateado mientras que su rostro estaba oculto tras una máscara que cubría desde sus pómulos hacía arriba.

Miró a su alrededor como si buscase a alguien en el público que pareció no encontrar por su insistencia de un lado a otro hasta que su mirada llegó a mí. No podía ver sus ojos por la distancia y la máscara, sin embargo podía jurar que había algo en ellos, en ella, que me inquietaba. Alejó su mirada de mí y levantó su rostro hasta el cielo. Una melodía empezó a sonar, primero como un simple tintineo hasta que se unieron las cuerdas de una arpa y el redundante compás de un tambor. Más instrumentos fueron uniéndose haciendo que lo que había empezado con la repetición de una sinfonía se convirtiera en algo mucho mayor y agradable.

Los pétalos caen de la rosa,
y en el suelo les toca agonizar,
y en esta historia que creamos,
no fuiste más que un puñal,

me clavaste las espinas,
me desangre con tu mirar,
me empujaste al vacío,
y me torturaste hasta el final,

prendiste en fuego mi tumba,
pero al final reencarnaré,
bailaré tus cenizas,
y en paz descansaré.

Cantó. El contraste de la melodía armoniosa con las crudas palabras de la chica hicieron que más de uno se estremeciera pero la combinación de lo dulce con lo amargo con su voz suave que aparentaba acariciar las palabras filosas cautivaba. Atraía de manera sobrenatural, tan irremediablemente como los insectos a la luz y tan destructivo como el canto de las sirenas que llevan a los navegantes del alta mar a la perdición. A pesar de la belleza retorcida que irradiaba, había algo que simplemente no me parecía correcto y no me refería con exactitud a la rudeza de cada verso.

Miré a mi alrededor como las personas parecían estar embobados ante el número. Miré a alguien a mi lado quien tenía el rostro serio pero aún así