Notes

Tantos aspectos suyos que me hipnotizan en un chasquido, un vocabulario eterno sin concreción para sus conceptos. Esa sonrisa tan singular que causa destello en mis ojos y marca mi motivo. Aquellas pecas que recorren todo su cuerpo, mis dedos danzan sobre cada una de ellas creando una coreografía perfecta. Su voz es música; tan recta y tierna al mismo tiempo, una melodía que enamora a cualquier compositor empedernido. Su actitud malhumorada como un pequeño niño, ese ceño fruncido con desmedradas arrugas y unas cejas pobladas que enmarcan su rostro. Su pasión, su dedicación, su espléndida manera de observar la vida. El apoyo que brinda, la serenidad, la confianza y firmeza. Lo que aprendo de sí, de su ser, de sus experiencias y de sus golpes bajos. Todo sobre sus inseguridades, temores, aflicciones y sobresaltos. El frío de la noche y el solitario sonido de la nada causan un desgarre cerebral donde mis pensamientos se enfocan únicamente en cada centímetro que rige su piel. Cada suspiro, cada mirada temerosa y cada titubeo sin propósito que nace de un ser me infartan el corazón de emociones que aún no alcanzo comprender. El magnetismo que mi corteza eriza con sólo tocar su mano. La sencillez con que alegra mi alma. Éste mapa que me otorgó para avanzar en la vida. Él es eterno. Mi cerebro está reduciendo el más asombroso cóctel químico, haciendo que me sienta como si estuviera flotando en lo alto de una nube. No es mi anhelo ver su figura desvanecerse ante mis ojos, estaría visitando el mismísimo infierno y me costaría el perdón de miles de pecados para lograr escapar de ello. No puedo dejar de amarle porque sería exigirme el dejar de amar a una parte de mi misma. 8,02.25,02.