Notes

Tus pequeños gritos disfrazados de protesta hicieron que mi pene pulsara. Le hablaron directamente a él y no a mí. Yo solo era un anfitrión. Tu picardía te valió otra nalgada, esta vez en otra nalga.

La presión de tu pequeño y ligero cuerpo sobre mi erección estaba sacando el invierno de mí.

Tu gemido me puso al borde del abismo y cuando admitiste haber sido una chica terriblemente mala, me lancé a ese abismo.

Tirando de tu falda hacia atrás donde pertenece, cubriendo tu culo apetitoso que me hizo tener pensamientos menos que puros de cómo podría funcionar el sexo anal entre nosotros.
Tendría que esforzarme el doble para encajar, demandaría el doble de tiempo pero en ese momento bastaría con tocar la glande de mi polla en esa zona. Era el mensaje de mi pene para mí. Acción — una jodida acción.

Cambio tu posición para que te sientes en mi regazo, encima de mi erección. Así que te arranco la camisa y descubro de nuevo que no llevas el maldito sostén. Joder, Audrey, pensé para mis adentros, contigo capaz de escuchar mis pensamientos.

¡No sé si agradecerte por ahorrarme el problema o darte una nalgada más por andar por ahí con tus tetas al descubierto como un delicioso manjar exótico exhibido en un puto restaurante para mí!

Todas tus acciones repercuten directamente en mi pene que pulsa dolorosamente su deseo en protesto.

Guío tu cuerpo más cerca del mío, para tener acceso a tus jugosos y probablemente doloridos senos, ya que los pezones estaban duros como bayas listas para ser degustadas.

Mi boca cubre tu pezón izquierdo mientras mis manos te mantienen lo más cerca posible de mí y de mi erección, disfrutando de la sensación de fricción de tus movimientos sobre mi polla.

Empiezo a chuparlo lentamente, recorriendo con mi lengua la areola de tu pecho, azotando el pezón antes de humedecerlo con un lamida para volver s succionarlo de nuevo. Puedo sentir tu cuerpo moverse en dulce agonía. Mi polla, preparada para la acción, es ignorada.