Notes

«Sólo estoy dejándome llevar... »

Pronto una sensación de que estaba en completo control se apoderó de mi ser, el tenerte de esa forma... tan a mi merced solo aumentaban mi lujuria, excitación y deseo profundo por tu persona. Me resultaba tan jodidamente placentero otorgarte satisfacción de esa manera que me sorprendió a mi misma el gran placer que podía sentir yo también mientras degustaba sin prisas tu tan palpitante miembro entre mis labios al mismo tiempo que mi mano acariciaba con suavidad la longitud recorriendola completamente de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba con un ritmo que aumentaba mínimamente su intensidad, procurando no apresurarme demasiado y prolongar la experiencia.

No podía ni tampoco quería quitarte la vista de encima, tus expresiones faciales que acompañaban a los tan sensuales y roncos sonidos que escapaban de tú boca me animaban a ir a por más, sin planes de despegar mi boca de tu pene tan estéticamente agradable a la vista. Mi piel se erizaba al escucharte, cada centímetro de mi reaccionaba ante la sonoridad de tu voz que me hacía perder la razón.

El contacto de tu tan vibrante glande en mis sensibles labios produjeron un agradable cosquilleo en mi paladar que aún no obtenía roce alguno con tu miembro, lo que hizo que jadease de placer sobre la sensibilidad propia de tu piel de aquella zona. Me resultaba realmente apetitoso. Le prefería antes que a mis golosinas preferidas, sin dudas. No obtendría caries al saborearte.

Comenzaba a notar en mi centro húmedo la pulsante necesidad de ser urgentemente atendida e imaginé que te tenía tanto en mi boca como en mi sexo al mismo tiempo, y al escuchar tus órdenes que me instruian a satisfacer mis propias necesidades, sonreí para mis adentros con mis mejillas sonrojadas por lo bien que podías leerme y por supuesto que obedecí.

Me mantuve arrodillada pero separando levemente mis piernas, mi mano izquierda se adentro entre mis braguitas y con ayuda de mi índice y dedo medio froté con suavidad y un poco de dificultad mi clitoris mientras mis labios succionaban levemente del glande que comenzaba a entrar en mi boca en contacto con el paladar y procurando no lastimarte ni rozarte con mis dientes. Quise mantener mis ojos fijos en los tuyos pero no pude evitar cerrar los míos ante las múltiples sensaciones que experimentaba.

Podía sentir violentamente mi corazón latir al mismo tiempo que sentía los latidos del tuyo. Nuestras sensaciones y emociones se intercambiaban, podía sentir lo que sentías y viceversa. Aquellas imágenes mentales de una realidad alternativa no hacían más que estimularme cada vez más, tus fantasías eran las mías propias, no existía nadie más con quien pudiese compartir tal lenguaje de amor y me hacia inmensamente feliz que saber que deseábamos hacer exactamente lo mismo, que los escenarios que quería contigo eran los mismos que tu querías conmigo. Contigo el placer es equivalente al amor, jamás podría cansarme de ti. Siempre voy a querer más, eres mi verdadero hogar. Tu cuerpo es donde quiero siempre estar.

Mi mano izquierda ahora, hizo compañía a la derecha sosteniendo entre ambas con firmeza la inquebrantable erección que era envuelta entre ambas ejerciendo cierta presión subiendo y bajando mientras que mi boca succionaba suavemente y envolvía con la lengua atrayendola más y más dentro de la cavidad oral mientras pensaba en que probablemente no abría suficiente espacio para introducirlo por completo y en cómo me moría por probar el sabor desconocido aún para mi de aquel néctar blanco y me preguntaba cuánto era capaz de obtener. Pude imaginar mis labios y manos empapadas, mientras yo relamía de mis labios y luego cada uno de mis dedos cerrando mis ojos pero intercalando con ellos sobre los tuyos. Podrían volverme adicta a esta actividad en particular, con nadie más podría sentir tal deleite despojado cualquier rastro de asco. Tendría que pensar en algún apodo para tu miembro que quiero reclamar como propio y decirlo cada vez que me encuentre especialmente hambrienta. Me era extremadamente relajante estimular mi boca de esa forma, lo necesitaba desde hace muchísimo tiempo.

Mi boca libero poco a poco la parte de tu pene que se encontraba dentro de ella y mi lengua recorrió desde la superficie hasta la completa longitud y viceversa, mientras mis manos masajeaban tus testículos con las yemas de mis dedos. Estaba cada vez más más caliente y no podía evitar sonreír al mirarte con mis mejillas que no perdían su rosado color.