Notes

Camila Sofía Alfonso. 32234/8.
Taller de escritura II. Trabajo final.
4 de julio.
Valentina Singano fue la primera en llegar al punto de encuentro pautado días atrás; la sala del TCB (Teatro Comunitario de Berisso), queda en Nueva York y Marsella, en la esquina emblemática de la ciudad. Si bien dejó en claro desde el principio que no participaría de forma activa en la entrevista quiso participar de esta, observando, escuchando, aprendiendo aún más de sus coordinadores, Laura “Lala” D’Angelo, Joaquín Merones, y Mirta Carballo, quien adicionalmente se uniría a la conversación más adelante.
La construcción aún no ha cesado, pero sí progresado bastante los últimos meses. Las paredes altas sustentadas por estructuras de metal morado y el piso de hormigón, conservan la textura y su color natural. En los rincones, pilas de sillas muy bien acomodadas para ocupar el menor espacio posible, algunas mesas sostienen utensilios del oficio, afiches, dos percheros con las prendas de la que será la próxima obra, y al fondo de todo, un escenario improvisado con bambalinas en ambos costados iluminado por una fila de reflectores colgados a un extremo diferente. A pocos metros de la entrada principal, un baño, realizado hace relativamente poco, una habitación vacía, y una cocina en desarrollo.
Joaquín fue el encargado de colocar 5 sillas alrededor de un Chino con la certera intensión de evitar el frío que se colaba por la puerta principal, igual de larga que las paredes. La simple imagen pintaba como fogata en medio del bosque, muy solaz. Entonces, cada une de los presentes eligió su asiento.
– ¿Arrancamos?
– Dale –contestan todes–.
Permitiéndose retroceder un poco en el tiempo, relatan en un tono óptimo el inicio mixto que tuvo el TCB en el año 2005, cuando un programa de apoyo de formato comunitario les abrió las puertas; hoy, son una sala de teatro que funciona desde la autogestión que cada día se hace un lugar en la comunidad. De igual manera, son una actividad asistida por el municipio y la asociación civil -gestora de recursos que les habilita los subsidios-, siendo lo que recaudan desde sus propias fuentes (como cobrar cuotas, hacer ferias americanas, funciones pagas y pasan la gorra entre el público, etc), lo que los mantiene internamente. “Somos una actividad que tiene el apoyo de la municipalidad, pero no somos una actividad municipal.” Por eso y porque, como en todo trabajo merecen ser reconocides y valorades, es importante que el apoyo económico del municipio siga estando presente en el sueldo de los coordinadores como también en la construcción del establecimiento.
– Durante el comienzo del teatro ese apoyo existió por más de un año, hasta que se cortó por muchísimo tiempo. Hoy, Mirta, Joaquín, y yo volvimos a tenerlo como pago de nuestra coordinación –expresa la referente del TCB, que se muestra descontenta por el trato desigual que reciben los artistas en comparación a las personas que han estudiado y trabajan “las grandes carreras” –. Está bueno ver como el estado, cuando quiere y puede, nos brinda apoyo, sino ninguno de nosotros podría estar acá.
Los miembros del TCB agradecen cada ayuda que se les brinda. No olvidan caras, nombres, ni apellidos, y saben llevar en la memoria a quienes se acercaron a formar su espacio.
Mismas personas del teatro, vecinos a los que consideran “compinches” que pagan una cuota sin la necesidad de ser parte más que por la solidaridad que les nace, familiares, políticos, asociaciones. Cada una de esas personas hizo y hace posible el crecimiento de la sala que pretende iluminar Nueva York.
Siempre a la espera de nuevas participaciones, una la visibilidad que más disfrutan llevar a cabo es la de presentarse de la puerta de su teatro, para afuera. Estar en contacto con la gente, enseñarles lo que han trabajaron durante meses, y divertirse, y brindarle la oportunidad a cualquier persona, sin importar la edad, el género o la ideología, de ser parte también. Por eso los encontramos en cada bicentenario, en cada fiesta de Berisso, en contacto con la comunidad. Además de agradecer la solidaridad de quienes la brindan, están presentes dando apoyo al resto con talleres de escritura y teatro, claramente, visitando escuelas, jardines, hogares sociales. Ese dar y recibir constante fue una de las razones por las que la pandemia no ha podido vencer su entusiasmo por participar de cada ensayo, que, vía zoom, continúo dándose cada semana. “La presencialidad es su debilidad y también su punto más fuerte” asegura Joaquín, que sorprendido aún, cuenta su experiencia virtual y lo fácil que fue para el grupo adaptarse al encierro, que esperaban sea corto y terminó siendo lo opuesto.
Hoy, a pocos meses de estrenar su piso de hormigón, están en mitad de algo que aseguran será una buena obra. Esperamos saber más sobre ella en sus redes sociales.