Notes

La persona de Audrey no necesitaba levantarse e ir con la corriente, todavía no, pero aun así, se sorprendió de pie, mientras él desaparecía de la escena y el libro se quedaba atrás — abandonado —, como un pensamiento, a los pies suyo.
«Hey! You dropped.. your book. »
Pensó Audrey que se había caído del bolso de él a quién ha llamado con el libro en mano y la puerta cerrándose frente a sus ojos. Casi ha dejado su delicada punta nasal en la estación, como si fuera a una mujer acusada de adulterio en el Antiguo Egipto. Pensó también Audrey que sin darse cuenta alguien le había pateado el libro hacia ella. Fue cuando el recuerdo de los auriculares colgando de los oídos de ambos, brilló en su mente como una noche de verano en Las Vegas. Por fin, ha llegado a la conclusión de que en virtud del accesorio no fue oída cuando intentó llamarle la atención al desconocido. Entonces, frustrada, todavía, resignada, regresó a su asiento, con el libro acomodado con gentileza en su regazo, como si fuera un pequeño cabrito de una granja.
La mirada se quedó en la portada del libro durante unos largos segundos, pero no más que sobre el título. En busca de algún tipo de información al respecto de su identidad, lo abrió Audrey con una idea formándose como una supernova en la mente. Ideando formas de intentar devolver el libro porque le gustaría que tuvieran la misma conducta hacia su persona si estuviera en semejante situación.
Y ha estado ella en algunas.
Hubo ocasiones en la vida de Audrey que ella ha terminado en la posición de tener que familiarizarse con el arte de perder, como en el poema de una icónica poeta estadounidense. Ojalá los instrumentos de la lección aprendida hubieran sido sólo objetos o uno u otro pensamiento.
Mientras hojeando las páginas, de repente, la búsqueda original se convirtiera en otra y Audrey se encontraba tratando de averiguar en qué poema descansaba la mirada anónima la cuál no había tenido acceso, ni una única vez. De repente, un marcador se deslizó de entre las páginas prestes a colisionar con el suelo.
El objeto de consistencia ligera tenía la singular forma de una pluma plateada de ave, era alargada y ornamentada. Parecía antigua y artesanal. Al rescatarlo el objeto a tiempo, descubrió Audrey que se trataba también de un espejo, no trataba sólo un marcador común, sucedió cuando con delicadeza ella la movió a la pluma hacia un lado. Descubierto el espejo, Audrey miró a su propio reflejo durante algún tiempo, sintiendo como si también el reflejo le estuviera mirando a ella. La impresión se desvaneció rápido, de modo que el objeto fuera devuelto al libro.
Habiendo dado como perdido el espontáneo intento, Audrey abrazó la decisión de volver a abrir el libro en manos por la página donde había dejado aleatoriamente la pluma, ajena al hecho de que había ella acabado de encontrarse con el artefacto de su breve anterior expedición cuando sus entrañables ojos se posaron en un serendipio poema:

«No tienes ni idea de cuánto / me he esforzado en encontrar / un regalo para Ti. / Nada parecía adecuado. / ¿Qué sentido tiene / llevar oro / a una mina de oro, / o agua al océano? / Todo lo que traía era / como llevar especias al Oriente. / No era un bien darte / mi corazón / y mi alma, / porque Tú ya los tienes, / así pues, te he traído un espejo. / Mírate a ti mismo / y recuérdame. »
— Rumi.


Era el cumpleaños de Audrey y debido al contenido de la página leída, habría sido natural asumir la increíble coincidencia de que también él estaba cumpliendo un año más de vida. Pero incluso en aquél momento, lo que muchos llamarían coincidencia, para la persona de ella pareciera el resultado de un matrimonio entre el destino y el libre albedrío. Una fuerte razón más para encontrarle al desconocido y devolverle el libro, pensó Audrey, con el pensamiento en la posibilidad de que también fuese su cumpleaños y el libro junto el objeto encontrado entre sus páginas, tratase un tierno regalo de un ser querido a su corazón. Sin embargo, una parte de suya presentía que el libro perdido jamás sería devuelto de igual manera que la única vez que le volvería a ver aquél rostro sería mientras conjurada su imagen por el subconsciente en un posible sueño.
¿Por qué le incomodó a Audrey la perspectiva de que dicho objeto haya sido regalado por alguien querido al desconocido? ¿Por qué su mente construyó rápidamente un escenario en el que esa belleza andrógina podría tener a alguien en su corazón? ¿Por qué parecía Audrey haber estado celosa de una persona que le era un total extraño? Audrey nunca sintió atracción por alguien del mismo género que ella. Se identificaba como una mujer cisgenero heterosexual, que defiende la causa LGBTQIA+, el derecho a ser y a amar de todos. La mente de la Audrey le recordó la sensación de contraste entre cuerpo y alma que había sentido cuando sus ojos se posaron en la figura en negro. Cómo no ha logrado asociar ese cuerpo con el género al que biológicamente pertenecía. No era Natasha Bianca Lyonne Braunstein, así que ¿por qué parecía sentirse atraída hacia él? ¿Podría haber sido la razón el estilo oscuro y alternativo imbuido de arte? Audrey no podía decirlo. No cuando estaba despierta.
Audrey sabía que ese rostro probablemente vendría a visitarla en sus sueños. La mujer soñaba con rostros en los que sus ojos nunca se posaran. En algún momento a partir de la semana de sus cumpleaños, elementos pasan a agregarse a una pequeña colección registrados en un cuaderno que viene Audrey a nombrar: Perdidos y Encontrados.
Devolverlos a sus respectivos dueños a esos objetos se le ha revelado imposible, porque en realidad, cada artículo, pertenece exclusivamente a ella y a nadie más. Como la caja de música del siglo XIX que había comprado en el año dos mil diecinueve.
Iba Audrey a llevar la caja de música a un restaurador al día siguiente; sin embargo, cuando se despertó la mañana, sus ojos vieron la caja de música tan hermosa como imaginaba ella que hubiera sido el día en que fue creada. Extrañamente, no recordaba el contenido con el que había soñado la noche anterior a esa ocasión. La peculiar caja de música adquirida por Audrey hizo de regreso su camino hacia la persona de ella desde una vida pasada. Es la caja de música la guardiana de la pareja enmascarada a valsar por la eternidad en su interior. El contraste entre las alturas de aquellos que su romántica y fértil imaginación colocó como amantes hizo que su corazón diera un vuelco antes de escuchar la melodía.