Notes

He sido una fiel creyente de la amabilidad en momentos donde me parecía imposible encontrarla, muchos de ellos estando a tu lado. Me gustaría mucho recurrir a eso mientras te escribo, pero muy al contrario de lo que me llamaste alguna vez, la hipocresía no es lo mío. Disculpa el inicio tan abrupto, la crudeza de mis palabras me la tragué y estos días en solitario he aprendido a vomitarla. Algunas veces en cartas sin destinatario, pero teniendo tu viva imagen en mi cabeza, y muchas otras con el descaro de escribirte sabiendo que ya no existe el miedo de lo que podría salir de tus labios o de lo que tus manos podrían plasmar tras la pantalla.

En primer lugar, me encuentro en un punto donde la gratitud es lo primero que llega a mi cabeza cuando pienso en nuestra historia. Muy al contrario de ti ━¿no te parece divertidísimo que tú decidiste verlo todo con ojos bondadosos, mientras yo decidí lo contrario?━, me cuesta mucho rescatar el amor de los escombros que la indiferencia y constantes faltas de respeto causaron. Te agradezco porque llegué a tal punto de miseria que, cuando fui capaz de levantarme sin apagar veinte veces la alarma o hacerme el desayuno sin llorar mientras untaba mermelada sobre el pan tostado, supe más que nunca lo que quiero, y lo que no quiero es todo lo que viví a tu lado.
No quiero despertar al lado de la persona que dice amarme para que al mediodía no merezca un par de horas de su tiempo.
No quiero retorcerme del dolor que ser una mujer en mi condición trae en la cama de alguien que se pone encima de ello, sin ser capaz de pensar que mi vientre se convierte en un festival de bochornos insoportables cada vez que la flor roja se abre.
No quiero estar con alguien que deteste aquellas cosas que son parte de mi identidad desde mucho antes de conocerme, para después decir que me encuentra como la mujer más atractiva del mundo.
Y la lista de las cosas que no quiero tener jamás en mi vida son tan largas como todo lo que tu indiferencia y tu poco tacto causaron en todos los meses que envejecí a tu lado.

Te agradezco que hayas puesto el punto final definitivo, porque en una de los escasos puntos en que sí te puedo dar la razón es que yo no era capaz de hacer las maletas y marcharme sin necesidad de que me corrieras primero. Muy al contrario de lo que piensas, ahora no tengo miedo a quedarme sola. ¿Se te olvida que era una niña cuando aprendí a cuidarme sin algún adulto tomando mi mano? ¿O estabas tan ocupado pensando en cómo convertir mi dolor en algo para victimizarte o usar en mi contra mientras me permitía ser vulnerable en las cuatro paredes que alguna vez compartimos? En eso somos muy diferentes, y si no me lo crees, una mirada a la persona con la que ahora compartes tus noches bastará para que quizás una partecita dentro tuyo, aquella que está disfrazada detrás de todo ese ego y orgullo que portas como tu estandarte, reconozca que de cruel tienes tanto como yo lo tengo de ingenua.

Me sigo riendo ante la desgracia, pero ahora solo después que lloré hasta quedarme sin lágrimas por ella. Ahora dices que me vas a recordar por las mismas cosas que alguna vez detestaste porque era aquello a lo que corría cuando mi lugar seguro se convertía en el mayor infierno que había pasado recientemente, uno en el que las llamas ardían al son de tus palabras, y me quedo pensando si la hipócrita de verdad fui yo por una sola vez en la que hice lo que creí mejor para mi bienestar. Es un honor anunciar que nada de lo que tengas para decir me va a quitar de esta posición, donde finalmente primero voy yo, y ten por seguro que lo voy a exprimir tanto que compensaré las infinitas veces en las que puse primero a una persona externa que a mí en estos veintinueve años que cargo. Estoy segura de que será un largo camino, rocoso y lleno de altibajos, donde quizás un día me reciban esos cielos rosados que tanto me gustan y al siguiente se trate de un aguacero que retrasa, tanto como lo estoy de que en este sendero ya no eres bienvenido.

Soy consciente de mi capacidad para perdonar y para dejar los errores del pasado justo donde pertenecen, y si bien ahora he experimentado más de ese enojo que me hace querer gritar en momentos aleatorios del día, te he perdonado por las cosas que me lastimaron desde mucho antes que te dieras cuenta de ellas. Encontré paz en un duelo que comparto con quienes siempre me amaron ━esos a quienes ofendiste alguna vez enfrente mío━ y en un ciclo que cierro entendiendo que tu parte se encuentra muy indispuesta, incluso si anuncias que dejas la caja del correo disponible por si alguna vez pienso en contactarte. E incluso en estos momentos te dejo claro algo: si te escribo es desde una necesidad muy mía, una donde no quiero que correspondas ni espero algo de tu parte. Porque la espera me desgastó tanto que de mí ya no quedaba nada aquella vez que dejé Nueva York con el rímel corrido y la cara hinchada, y la manera en la que decidí pegar la cerámica rota de mi taza favorita ahora que estoy tan lejos de ti no te debe nada.

Uno de esos días en los que he tenido que aprender a vivir sin ti y con tu fantasma a la vez, entendí que no necesito que me expliques aquello que tienes para perder conmigo. Yo también le dije adiós a una persona esperando que la vida nos uniera una vez más, independientemente de si su resultado estuviera a la altura de mis ilusiones, y ahí comprendí que nadie más tiene que pagar por la idealización que se convirtió en mi mejor mecanismo de defensa. No me interesa saber si tu caso se parece incluso en lo más remoto al mío, pero deja que mi mensaje sea que ir con la verdad enfrente cuando de la persona que compartes los aspectos más íntimos de tu vida se trata es lo que me merecía.

Te sigo encontrando en muchos lados después de todo. En las canciones que no te gustaban, mi película favorita ━esa que te pareció tan insignificante━, en la reciprocidad que encuentro con otros y que jamás tuviste conmigo, en cada noche fuera donde río y esas donde me tumbo en el sillón para derramar lágrimas una vez más por tu causa. Y creo que nunca estuve más orgullosa y plena de la persona en quien me convertí, de compartir lo que considerabas 'básico' con tantas personas y ser única al mismo tiempo. Ahora estoy rodeada de quienes me hacen ver tanto lo bueno como lo malo sin esa necesidad tuya tan latente de justificar cada acto grosero con los pocos pelos en la lengua que tanto te aludes. Y no soy feliz, pero tampoco me encuentro en el hoyo que me aventaste, porque el aire con el que te dejé marchar es el mismo que me ha levantado.

Esto, más que ser una larga lista de reproches, también es una disculpa por alguna vez haber creído que mi amor era suficiente, que si encontraba la paciencia y el coraje para lidiar con las partes más oscuras de tu persona quizás podrías entender que en mí había alguien que te amaba en la manera más pura que creí poder haber amado. No habrá nadie como tú en el mundo y es egoísta pensar que podré repetir nuestra historia con alguien más, pero sí habrán personas con las que todo lo que tenga para darles será multiplicado en las maneras más bellas hacia mi dirección, y en esos vínculos es donde he encontrado mi bienestar. Voy con los brazos abiertos y las manos expectantes, porque el mundo ni mis ganas de amar se acaban si lo nuestro lo hace. Porque ahora estoy en un lugar donde mis dos gatos, mis veinte plantas de casa, los girasoles que nunca pude plantar y aquellos libros que nunca te interesaron caben tan bien que hay espacio para mi inmensidad.

Me despido por ahora, a sabiendas que mi futuro yo quizás necesite otra de estas cartas que se quedan acumuladas con las otras que ya te escribí. Encuentro difícil confiar en tus buenos deseos a causa de una batalla en la que ambos perdimos, pero incluso desde mi dolor y desde mi resentimiento ━que me permito experimentar sin algún pero o límite porque me lo merezco━, me gusta imaginarte en un presente mucho más pacífico que nuestro pasado.

Con amor,
ese que alguna vez te tuve
━y que ahora ya no existe━,
Eileen.