NotesWhat is notes.io?

Notes brand slogan

Notes - notes.io


«. . . Mira, las montañas besan el alto cielo / Y las olas se acarician en la costa; / Ninguna flor sería hermosa / Si desdeña a sus hermanos: / Y la luz del sol ama la tierra, / Y los reflejos de la luna besan los mares: / ¿De qué vale todo este amor / Si tú no me besas?»
— Filosofía del amor de Percy Bysshe Shelley.

Sentados en coloridos almohadones que descansaban sobre unas cuantas alfombras, teníamos al alcance de la mano, deliciosos manjares típicos de la región en sus versiones veganas y no veganas — en sabor —, porque no deseaba suponer cosas, acompañados de agua y bebidas alcohólicas y sus fórmulas sin alcohol.
Me preguntaste, casual, durante la cena: «¿Por qué aun no me has besado ni una sola vez en los labios, Dragón mío?» era la primera vez que daba forma a esta pregunta que flotaba a veces en el mar de tu mente como una botella desde que nos reencontramos y volvimos a coincidir en esta vida actual tuya. No había sido tu plan mirarla a esta pregunta en los ojos y aún más expresarla oralmente. Estabas ya acostumbrada a su silenciosa presencia. No se trataba de una queja. Solo una curiosidad natural que tenías en saber la razón de, desde que te acordaba, no habernos sellado aún nuestro amor mediante la unión de nuestros labios. Por otro lado, tenías cristalina en tu corazón la certeza absoluta de que sea cual sea la razón no llevaba raíces en el contenido incitado por algunas voces que se hacían presente en primera persona en tus pensamientos y cuyo el hábito de la meditación, técnicas de respiración, entre otros métodos adoptados por tu espiritualizado ser ayudaban a dejar en volumen bajo, como si en un exorcismo. Eran voces ansiosas, que fomentan inseguridades y miedos advenidos de experiencias pretéritas que se revelaban respirando débilmente en algún sitio de tus pensamientos donde te parecía a veces que la luz no llega lo suficiente. Estas voces se silencian cuando estamos juntos; igual que tu miedo a las alturas, manejable en aquella ocasión. Y también en otras de contexto similar.
«¿Y quién te dijo que no nos hemos estado besando, Hada mía?» Recordando aún de que te autoproclamó prácticamente, no Maestra del mal, Sino Maestra de todo el drama en uno de nuestros discursos, he simulado con proposital ligera afectada dramaticidad amenazar tu permanencia en dicho dramático trueno mientras disimulaba estar ofendido por haberte olvidado del contacto con mis labios tan pronto.
Una media sonrisa burlesca acompañada de un guiño innecesariamente seductor da conclusión a mi breve actuación.
«En este momento, mientras saboreas este Sunpangle pecaminosamente sabroso, estoy besando la comisura achocolatada de tu labio.». Permaneciste invicta y con tu corona porque todo lo que logré con mi acto fue arrancarte una sonrisa y para mí esta es más brillante que cualquiera corona.
Sentado frente a ti, estiré mi brazo hacia tu rostro y con el pulgar el poco del chocolate que había mencionado, aunque que pensaste tratar de mi performance, estar en aquella región, fue capturado con naturalidad por mí, viajando hacia mi boca que abrazó la punta de mi pulgar con los ojos cerrados, sugando el contenido con lentitud apreciativa. Estaba de hecho exquisito. Tú fuiste capaz de sentir como si efectivamente mis labios y no solamente el pulgar mío hubiera limpiado la comisura de tu boca. con un calculado roce. Esto se debió a una breve bifurcación de la realidad, que volvió a ser una, un instante después. Lo que sucedió cedió espació a lo concebido en el plano mental nutrido por mis palabras.
Al volver a abrir mis ojos se conectaron con los tuyos una vez más. Te veías ruborizada, sin embargo, nada fue hablado al respecto de mi parte. Tu aura me dijo cómo te sentías con respecto a mi anterior gesto y la sensación fantasma. Y debido al consentimiento anímico pudo sentir que te habías afectado, porque me querías ciente de mi poder sobre ti tanto cuanto lo opuesto era verdad.
La involuntaria distracción no logró deshacer tu curiosidad. Fue tan infructuoso como arrojar un pez a un oso y esperar que se venga a contentar con un solo pez cuando el océano está lleno y él tiene las agallas y garras para atrapar tantos como quiera. No que haya sido intencionado, vestirme en distracción. De hecho, el chocolate me gusta más cuando se encuentra en contacto directo contigo. Me encanta.
Aún esperabas una respuesta, la cual sabías que obtendrías claramente. Incluso si ciertos matices se ocultaban la esencia de la verdad se veía expuesta hasta la médula para tu ser. «Mis labios nunca dejaron los tuyos, amor mío. Nuestro beso se ha perpetuado a través de los siglos, y reclamado la eternidad para sí mismo.» Mis palabras trajeron una tierna sonrisa a tus labios, Mi anterior actuación confirió una brisa fresca de humor sobre un tópico potencialmente delicado, pero la sinceridad presente en cada palabra por mi proferida floreció en tu corazón. Aunque no era la primera vez que teníamos esta conversación, era la primera vez que la teníamos en esta vida. Lo sentía yo, aunque no lo podía recordar con precisión. No conozco todas nuestras vidas juntos ni todo a respecto de las dos que he tenido acceso. Los recuerdos llegan fragmentados. Por lo tanto, te contesté como si nunca hubiésemos hablado al respecto antes.
Incluso en la dimensión onírica, incluso en la seguridad de una grieta temporal, depositaria y guardiana de los recuerdos tuyos de ésta actual vida, siempre te olvidas nuestros besos, Audrey. Como el beso que eventualmente compartimos aquella noche en el Taj Mahal, por ejemplo. Un reflejo distorsionado de lo que podía pasar en el mundo físico terrestre, donde un beso compartido podría hacerte recordar, dentro de un sueño te hacía olvidar como si estuvieras en una dimensión invertida de la realidad.
No te acuerdas en absoluto de lo sucedido después de que mis labios probaron los tuyos por primera vez aquella noche cuando lograste unir tus labios al mío por un instante al hacer dispersar mi foco con los movimientos de tus caderas contra mi cuerpo. Te recuerdas de los momentos anteriores, pero de que te he removido las ropas, como un leal siervo de su Majestad, y también los accesorios uno a uno, distribuyendo caricias donde pasaba mis largos y hábiles dedos, como si fueras un arpa y yo estuviese a encariñarte las cuerdas mientras mis labios prueban los tuyos en pequeños besos aperitivos, en lugar de verte desnudarte frente a mi mirada como a princípio había pretendido hacer. Culpo tus bendecidos hoyuelos.
No te acuerdas de que me persuadiste intuitivamente a saltar esta etapa, teniendo en cuenta las posibles vidas tuyas en las que no nos saltamos este paso. Que como mi Reina deseabas sentirme desenvolverte como un regalo. No te acuerdas de que me has desvestido y que nos besamos mientras lo hacíamos. O que nos bañamos en las aguas perfumadas de la bañera elaborada en cuarzo rosa en el que adentramos. Primero tú, seguido por mi que me posicione a tu espalda, acogiendo tu cuerpo contra el mío. No te acuerdas de mis manos vagueando por tu cuerpo, de las tuyas imitandolas como a un espejo. Con lentitud y propósito. El momento en que comencé a lavar tu piel con una esponja de baño natural de fibras suaves que comparaste a una chinchilla, lo que me hizo reírme contra tu hombro. Ni los cariños administrados por mis dedos en tu muslo, haciendo un camino lascivo y persuasivo con destino entre tus piernas. Los gemidos, los murmullos, los jadeos ante la fricción suave y erótica de tu cuerpo en el mío, contra la extensión de mi deseo astronómico. Cuando después de un sonido de liberación, te permitiste quedarse acostada en mi pecho por unos minutos, respirando, antes de cambiar la posición — quedándote frente a mí, tus piernas sobre mis muslos —, con una sonrisa pícara. No te acuerdas de reclamar mi miembro con una de tus maños sin jamás tus ojos abandonar los míos. No te acuerdas de extraer de mí todo lo que querrías sin vaciarme el poco que sea. Sin deshacer la solidez marmórea con que te quiero y deseo por entero. No te acuerdas de llenarme aún más de glotonería por tí. Yo siempre me presento famélico en todo lo que dice respecto a tu persona. No te acuerdas de que incluso después de mi propia liberación mi miembro era como la pasta nuclear en tu mano; encontrada en el interior de las estrellas de neutrones, este es uno de los materiales más duros descubiertos en el Universo conocible. Lo reclamaste para ti mi miembro como lo harías con un juguete sexual si estuvieras sola en tu dormitorio a altas horas de la noche, incapaz de conciliar el sueño.
Incluso cuándo adentras la grieta temporal proyectada para que entre otros motivos, podamos nos furtar unos cuantos momentos juntos mediante correspondencia onírica y providenciales reuniones, no te acuerdas de nada de eso. La grieta almacena el contenido de las cartas oníricas que hemos estado intercambiando, nuestras conversaciones y momentos vividos en tu vida actual conmigo siendo una parte intrínseca de ella, aunque ni siempre en el mismo plano. Y cuando en el mismo plano, sin que sepas quién soy. Sin embargo, ésta (la grieta) no logra acceder a lo que ningún rastro ha dejado atrás o tus vidas pasadas antes de hacerlo tu propia. Como yo, que no llevo en mi una memoria lineal de mis existencias, recordando todo mediante fragmentos, como piezas de un rompecabezas que necesito montar.
Nuestro beso y todo lo que ocurrió y ocurre durante el acto y después de éste permanece enterrado a seis pies bajo tierra cuando me pierdes de vista dentro del sueño o cuando despiertas de éste. Para ti, fuimos interrumpidos, y aún permanecemos preservados en ámbar en aquella sensual noche en el Taj Mahal.
«Podríamos hacer el amor aquí en esta terraza que te olvidarás si mis labios reclaman los tuyos en un nuevo beso. Puedo besar cualquier parte de tu cuerpo y no olvidarás nada durante ni después de cada beso. Sólo me están prohibidos tus labios si queremos que recuerdes el momento.» Me había posicionado a tu lado, acostándome en el pequeño muro de protección rocoso delimitando simbólicamente la zona de modo a brindar a tu mente una sensación visual de seguridad. Trayendote hacia mí, sentí tu cabeza acostada en mi pecho mientras te hablaba. Tu plana posada en éste, era capaz de sentir mi corazón latiendo calmadamente el amor que te profeso mientras las yemas de mis dedos paseaban por tu cabello en una caricia rítmica y calmante, para afugentar el pensamiento de que parecemos fadados al olvido en más de un sentido. «Nuestro amor es cualquier cosa, excepto olvidable.» Te aseguré a tí.
Terminado el relato de mi parte, tus ojos me miraron incrédulos de que todo eso ha ocurrido y ni una pizca de reconocimiento ha logrado encender con lo narrado por mi y lanzado hacia tu pantalla mental como a una película sensorial al estilo blanco y niegro. Todo lo descrito lo pudiste sentir allí.
Atentamente he escuchado las palabras pronunciadas por tí, consciente de que los latidos del corazón en tu caja torácica parecían Nueva Orleans mientras el órgano en sí mismo era Mardi Gras, sin interrumpir nunca el desahogo. «Sí, es bastante específico y algo limitante desde cierto ángulo.» Me hablaste del inacreditable que te sonaba a los oídos, aunque hubiera esta sensación de verdad innegable en tu corazón. Y que te chocaba como tu mente puede ser capaz de ocultarse secretos de ti. La asustó la idea de que hubiese tantos secretos por ser descubierto en tu interior. Sonaba como un monólogo entre tú y tú que no me atreví a interrumpir hasta que me invitara a ser parte de la conversación, cuando rompiste abruptamente nuestro capullo para sentarte. Me miraste con un brillo familiar con aires casi científicos en tus ojos, como si estuvieras a punto de probar una teoría. Y estabas. Yo sabía. Conocía la mirada. «¿Y si es diferente esta vez? Puede que se dé igual, pero ¿y si no? », reflexionaste, los ánimos revigorados. Era un cambio con orígenes en tí y no en mí. «Un imperio por lo que arde en tus engranajes fascinantes como una pira funeraria vikinga, kalon ».Te estímulo a elaborar, retribuyendo la sonrisa. Cualquier cosa que te haga feliz nunca será una pérdida de tiempo para mi persona y te recuerdo eso. «Una pequeña prueba. Algo que en circunstancias normales no lograría olvidar jamás. ¿Te gustaría intentarlo?» me preguntaste. «Todo lo que tú querrás, Reina feérica.»
Me llamaste con tu dedo índice.
Me incliné hacia ti, nuestros ojos se encontraron juntos, nuestras respiraciones se mezclaron. Tuya conjurando suavemente el Sunpangle, mía la inmaculada y mantecosa Ayran, cuya gruesa capa de espuma se me había pegado a la barba cuando lo bebimos, en algún momento durante la cena, antes del postre, cuando sentí la punta de tu lengua eliminar suavemente sus huellas de la región. Y casi tiro todo el plan por la borda. Fue después en ese momento que la pregunta que me hiciste finalmente fue expelida como un veneno que te estaba haciendo daño guardar para sí misma.
Claramente estuviste a punto de moldear tus labios a los míos. Vestida en falsa inocencia, tomaste las riendas de la situación, incluso te habiendo puesto a mi lado, cuando no tan sutil como pretendía, agradecí el gesto divinamente servicial y cariñoso plantando un tierno beso en la punta de tu nariz, recibiendo un puchero que tuve ganas de devorar. Tu reacción fue natural. Yo había elegido besar la punta de tu nariz habiendo tenido pleno acceso a tu boca cuyos labios son esculpidos para hacer pecar a un ángel y redimirse a un demonio.
Mis labios se moldearon al tuyo por un momento, nuestros ojos cerrados y corazón abiertos. Me rendí a ti y a tu plan, abandoné el mío y nunca me arrepentiría de ello, independientemente del resultado. Mordisquee tu labio inferior y tú chupaste el mío. Sintiendo nuestras sonrisas convertirse en una sola, ejecutamos tu cometido: unir nuestros labios mientras hacías lo impensable.
Nuestros ojos se encontraron. «Entonces, ¿qué estás pensando en hacer? » Inquiri yo en un susurro, mirando tu boca como si fuera ésta la lluvia y mis labios fueran los Valles Secos de McMurdo. «Ya lo hice.» Me dijo con una sonrisa diabólica de quienes habían bebido el vino destinado a misa. Con una ceja arqueada inquisitivamente, mi mirada informó lo listo que me encontraba para la gran revelación de tu instigante show de mágica, cuyo glamour me ha puesto ciego por un instante. Fue cuando sentí que pusiste algo en mi mano que mi cerebro tardó un poco en procesar lo que era, pero mi cuerpo reaccionó como si supiera exactamente de lo que se trataba. Todo lo que dije en respuesta a eso fue tu nombre como una ronca invocación.
Necesitábamos separarnos para completar el experimento.
Puse lo que me habías dado en el bolsillo trasero de mis pantalones y me utilicé de la puerta para irme a otro lugar por un parpadear de ojos. La invisibilidad no bastaría, necesitaba estar en un sitio distinto al tuyo.
De regreso, te encontré mirando el paisaje. Me sonreíste y por un segundo llegué a cogitar el milagro hacia al cual siempre mi mirada se volteaba. «¿Adónde fuiste, encanto? Pensé que íbamos a probar mi teoría. » Tu mente ya había llenado las brechas dejadas por el beso. Tomé lo que me habías dado de mi bolsillo y te lo mostré a tu persona con una sonrisa cúmplice, volviendo a guardarlo y acercarme a ti que me mirabas con sorpresa y una gota de frustración por lo que se ha revelado. Te ofrecí la mano para ayudarte a levantarte. Nos abrazamos y me permití absorber al menos la mitad de lo que estabas sintiendo en aquel momento, aunque si fuera por mí lo habría absorbido todo. Aunque sea posible hacerlo, eso no lo convierte en sinónimo de que deba ser hecho. Le ofrecí algo de la emoción que le ayudaría a procesar mejor lo que acababa de presenciar.
Cuando juntos, tu aura siempre se proyecta hacia el mío.
Mientras nos abrazábamos, nuestros auras volvieron a entrelazar como raíces de árboles. Este enredo áurico no era definitivo, todavía, pero lo hemos estado nutriendo segundo a segundo de otras maneras constantemente, así que lo tornamos infinito. Me besaste en la mejilla, cerca, pero no tan cerca, de mi boca. Porque entendiste el de mi comportamiento y deseaste demostrar mediante gestos.
Con el dorso de mi mano hice un cariño a la tuya antes de tomar tu rostro entre ambas manos mías para depositar un beso en tu frente y susurrar melifluamente en tu mente, mirándote en los ojos, bajo aquel cielo virginal y estrellado con todo el valle bendecido por la luna esplendorosa que brillaba dramáticamente suave y refulgente sobre nuestras cabezas: «Si somos instantes hechos de ahora. Que seamos ahora, en este instante.»
Al escuchar mis palabras, tu mirada se posó en mi boca.
Un movimiento de cabeza fue todo lo que obtuve como respuesta. Lentamente retrocediste tú unos pasos, dándome la espalda y dejando deslizarse por tu cuerpo en el proceso el vestido rojo que llevabas, aquél vestido rojo que elegiste en tu sueño de nuestra cita de aniversario mientras tanto desnudabas tus pies.
Como un astronauta, mi mirada exploró la galaxia de tu cuerpo cubierto por un conjunto de lencería y liga negra. Intuitivamente supiste que para mi persona tu esencia era el arte vestida en carne. Deseé ser el curador de la galería de arte que es tu cuerpo.
Cada vez que mis ojos contemplan la desnudez parcial o completa de aquello cuerpo que, tu esencia anima. Mi corazón guarda un latido como señal de que mis ojos están ante algo tan hermoso que merece ser admirado en silencio. Hay quien cuenta las ovejas para dormirse; mi persona cuenta con las yemas de los dedos las estrellas pertenecientes al mapa interestelar de tu piel. Eres mi cielo particular, Audrey. Susurro en tu mente, recordando las veces que mis manos han encariñado tus estrellas.
Las etiquetas que una vez recibiste y por las que te permitiste definirte durante tanto tiempo se convirtieron en fantasmas liberados de las cadenas que ya no necesitaban arrastrar, fantasmas que en paz ejecutaban la travesía de las almas. El [auto]perdón fue el martillo que les rompió las cadenas. El polvo de estrellas de las fobias, de las inseguridades y todas las veces que te hicieron dudar de ti misma y de la nobleza de tu corazón. Las veces que te han hecho sentir cualquier cosa menos absolutamente fascinante, increíblemente hermosa y completamente capaz de salvarte no solo a ti misma, sino a todo el reino e incluso al dragón. Lo salvaste, después de todo, aunque sientas haber sucedido lo opuesto. No hay medios de salvar uno sin que algo en nosotros no sea resgatado en este catártico proceso. Uno por uno del arriba mencionado junto a los nudos que sintieras costurados al hilo del Destino tuyo: nudos personales, profesionales, románticos, fraternos, familiares. Todo eso fue devorado por el agujero negro que es nuestra conexión mental, espiritual, emocional y fisica.
Nuestro amor épico.
Tu vestido, sepultado en el suelo, no tardó en tener compañía.
Poco a poco se juntaron a él casi todo los componentes de mi traje completo, que como todo lo que suelo usar juega con texturas y tonos oscuros que, o son negro o remiten al negro, por pertenecer a una gradación más intensa y cerrada de color. El blanco es el único color claro que suelo usar con relativa constancia. Y gris.
Aún me quedé con mis pantalones y la corbata que al toque revelaba diseños en relieve de corazones anatómicos en honor a la fecha. Yo la llevaba en cuello, lo que te hizo recordar a Magic Mike.
Estoy en desventaja, ¿no crees? Me dijiste en pensamiento. Créeme, si hay alguien en desventaja aquí, soy yo. Argumenté con una media sonrisa.
     
 
what is notes.io
 

Notes.io is a web-based application for taking notes. You can take your notes and share with others people. If you like taking long notes, notes.io is designed for you. To date, over 8,000,000,000 notes created and continuing...

With notes.io;

  • * You can take a note from anywhere and any device with internet connection.
  • * You can share the notes in social platforms (YouTube, Facebook, Twitter, instagram etc.).
  • * You can quickly share your contents without website, blog and e-mail.
  • * You don't need to create any Account to share a note. As you wish you can use quick, easy and best shortened notes with sms, websites, e-mail, or messaging services (WhatsApp, iMessage, Telegram, Signal).
  • * Notes.io has fabulous infrastructure design for a short link and allows you to share the note as an easy and understandable link.

Fast: Notes.io is built for speed and performance. You can take a notes quickly and browse your archive.

Easy: Notes.io doesn’t require installation. Just write and share note!

Short: Notes.io’s url just 8 character. You’ll get shorten link of your note when you want to share. (Ex: notes.io/q )

Free: Notes.io works for 12 years and has been free since the day it was started.


You immediately create your first note and start sharing with the ones you wish. If you want to contact us, you can use the following communication channels;


Email: [email protected]

Twitter: http://twitter.com/notesio

Instagram: http://instagram.com/notes.io

Facebook: http://facebook.com/notesio



Regards;
Notes.io Team

     
 
Shortened Note Link
 
 
Looding Image
 
     
 
Long File
 
 

For written notes was greater than 18KB Unable to shorten.

To be smaller than 18KB, please organize your notes, or sign in.