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(Oh vaya, qué sorpresa saberlo. ¿A qué se debe eso en tu familia? Quisiera saber más al respecto.) Cómo nos habla El Talmud, «un sueño que no se interpreta es como una carta que no se lee». Nuestra abuela materna en el plano terrestre interpretaba sueños. Su elevada sensibilidad espiritual y dedicación permitió actuar como un puente entre los dos polos de la vida: el material y el espiritual. A través de ella, un instrumento de la Divina Gracia, muchas personas inocentes recuperaron su libertad de la prisión, la policía se los llevaba hacia ella. Incluso de los hospitales psiquiátricos, puesto que en algunos casos, las raíces de un diagnóstico se veían fincadas en el suelo de la espiritualidad y los síntomas florecían en el plano físico. Nuestra abuela también visitaba granjas, porque las ollas y cuchillos de la cocina, por ejemplo, volaban o eran arrojados por manos invisibles contra la pared por acción espiritual. La gente solía acudir a Dios por intermedio de las palabras de sabiduría y dones curativos de nuestra abuela. Sin embargo, no eran solo los encarnados quienes solían buscarla por diferentes razones. Los espíritus también la buscaban por sus propias razones.
Una noche nuestra abuela ya acostada en su cama a punto de quedarse dormida, sintió algo pesado presionar su cuerpo contra el colchón.
Era el espíritu de una mujer algo corpulenta — y presuntamente chismosa — exigiendo repetidamente a nuestra abuela que le dijera que había sido ella una buena mujer cuando encarnada. Como nuestra abuela no era Anubis para pesar el corazón de la mujer en uno de los dos platillos de una balanza, ella le respondía la misma frase cada vez: «Dios es el que sabe». No logrando sintonizar con nuestra abuela, el espíritu desapareció. Es fundamental elevar el pensamiento, mantener nuestro campo vibratorio hacia la Luz siempre, en especial en tales situaciones, como lo hiciera ella.
(En cuanto a mi interés en estos asuntos, pues bien, diría que desde muy pequeña también, pero no porque en mi familia fuese un tema recurrente, si no porque durante mi infancia viví en una casa en donde ocurrían hechos extraños, paranormales.) En primer lugar, me gustaría expresar lo tanto que lamento el hecho de que hayas pasado por similar situación sin tener cercano alguien confiable y apto para serenarte el corazón; disipar las dudas, debilitarte los miedos y guiarte los pasos. Alguien vestido en empatía compasiva con quien compartir tus pensamientos, impresiones y sentimientos al respecto despegado de juicio y preconcepto. Si nos hubiéramos conocido en tu infancia y la situación en la que te encontrabas hubiera llegado a mi conocimiento a través de tí, sin duda habría tratado de ayudarte como pudiese.
Puedo imaginar lo inquietante y aterrador fue para ti protagonizar estos episodios a una edad tan joven. Los niños son, por así decirlo, recién llegados a este plano de existencia. No hace mucho se encontraban en el plano espiritual preparándose para animar nuevo cuerpo y a través de la carne abrazar la oportunidad redentora de mejora individual y colectiva. Así que la sensibilidad espiritual tiende a ser más evidente en ellos que en un adulto. Todos nacemos equipados con las herramientas necesarias para llevar a cabo nuestras misiones personales, pero de niños todavía no sabemos aún cómo usar estas herramientas, cómo ver y sentir que las tenemos y que somos capaces de utilizarlas con pericia en cada situación. Y como adultos, bueno, todavía muchos de nosotros nos sentimos tan perdidos como un niño en este asunto. Quizás incluso más, porque a medida que crecemos, pasamos a esconder a nuestro niño interior detrás de capas y capas de todo lo que debilita y enferma a nuestro niño interior. Aunque nuestro niño interior no se puede eliminar, puede oprimirse y apagarse como una luciérnaga. Siento que cuando uno deja la infancia, el niño que alguna vez fue va de la mano con todas las versiones futuras de él. Un adulto, joven, anciano, adolescente, por ejemplo, que mantiene presente y contento a su niño interior en su vida diaria es una persona más feliz que la que mantiene encerrado en su corazón, acurrucado y olvidado en el rincón de la memoria a su niño.
Creo que la sensibilidad espiritual tiende a ser más evidente en los niños porque la espiritualidad todavía resuena en sus seres. Como el rasgueo o el rozar de una cuerda de guitarra reverbera de un extremo a otro de ella, provocando que la perturbación se extienda a lo largo de toda la cuerda. Nuestro hermano, por ejemplo, solía hablar con el fallecido padre. Nuestra hermana jugaba con una tía nuestra. Dicen que somos la suma de nuestras experiencias. Las experiencias positivas y negativas dan forma a la forma en que percibimos y sentimos el mundo que nos rodea, cómo nos percibimos y sentimos unos a otros y a nosotros mismos. Ahora, reflexione por un momento sobre el significado de estas palabras cuando uno esté despierto a la existencia de la inmortalidad del espíritu. Cuando uno siente esta verdad con cada parte de su mente y cada latido de su corazón. Muy bien. Existen cosas que llevamos con nosotros, a través de los tiempos, dondequiera que vayamos. Nadie puede robárnoslas y solo nosotros podemos cambiarlas. Porque la vida es una combinación del libre albedrío con el que se nos ha dotado y destino. E incluso en los momentos más oscuros, cuando creemos firmemente que cualquier elección nos ha sido cosechada injustamente y sentimos aplastado cualquier brote de cambio positivo, la elección sigue viva, así como resiste el brote. Aunque, como con los pájaros, en algún momento de nuestra existencia inmortal alguien puede sentirse con el derecho de intentar silenciar el canto de nuestras almas — y a veces somos nosotros los que nos lo hacemos —, ese canto nunca se pierde incluso cuando se siente que se ha perdido para siempre. En cualquier situación tenemos elecciones, incluso si los cuerpos son esclavizados o aprisionados, la libertad de la mente es una cuestión de elección y también la libertad del alma. Algunas cosas que nos llevamos con nosotros son: el temperamento continuamente lapidado; el patrón de pensamiento construido y mantenido; los sentimientos despertados — y a menudo inadvertidamente nutridos —; las impresiones sobre todo y todos muy adentro arraigadas; los preciosos valores; las sólidas creencias adquiridas, reemplazadas y compartidas y los principios adoptados, descartados y modificados a lo largo de una vida. Las prioridades fuertemente abrazadas; las virtudes conquistadas con diligencia mediante sangre, sudor y lágrimas; las imperfecciones morales obstinadamente no trabajadas; las revoltosas vicisitudes firmemente cargadas a remolque. Los intereses descubiertos y profundizados; las preferencias y las aversiones. Las monomanías e idiosincrasias. Lo extraño e inusual. Las inseguridades, miedos, metas, deseos y sueños. El que nos apasiona e inspira; lo que nos fascina y emociona; lo que tiende a rompernos el corazón y lo que suele restaurarlo. La sabiduría perpetuamente floreciente y el infinito conocimiento aprendido y directo o indirectamente transmitido. Los lazos construidos al lado de otros seres, la relación que poseemos con nosotros mismos y la que poseemos con el mundo alrededor nuestro. (Siempre sentí una presencia cuando allí vivía, pero no una buena. Así que durante años, siendo muy niña, sufría de pesadillas.) Los espíritus no son diferentes a nosotros. Una vez estuvieron de un lado de la «puerta» y ahora están del otro. Una presencia espiritual que es inquietante, perturbadora, perversa, etcétera, suele ser un espíritu que al mismo tiempo se encuentra actuando como prisionero y carcelero de sí mismo; rehén de su propia mente oscurecida y conducta errática, ya que se encuentra en un nivel evolutivo menos aclarado espiritualmente hablando. Di una oración le pidiéndo protección a Dios[a] y que los espíritus de luz penetren en las tinieblas en las que se encuentra ese espíritu para disipar la niebla que les está a cegar a la verdad amorosa, de modo a dilucidarlos y encaminar hacia la luz. Si sentir alguna vez en el futuro una presencia similar, permítete tú quitar las preocupaciones de tu día; de lo que no ocurrió según lo planeado por tu mente o lo deseado por tu corazón y eleva tus pensamientos a la Fuente de Toda la Creación. Firme el pensamiento en tu intención. Silencia tantas veces como sienta necesario las «voces» comprometidas a desviarte de tu propósito actual redirigiendo tu patrón vibratorio y mental. Así como hay leyes físicas, también hay leyes espirituales universales que nos afectan mental, emocional y espiritualmente. Es irrelevante si actuamos en armonía con ellas o no. Nuestro universo externo es siempre un reflejo de nuestro universo interno. Todo lo que vemos a nuestro alrededor era inicialmente un pensamiento hasta que se convirtió en un resultado visible como energía condensada. Todo tiene su origen en el mundo invisible y mental. Percibimos las cosas de acuerdo a nuestros pensamientos. El mundo es como que es, pero nosotros lo vemos de la manera en que pensamos, así que para crear cualquier cosa en nuestra vida, primero debemos direccionar nuestros pensamientos. Todo en el universo es energía y está en constante movimiento. Según las diferentes densidades, percibimos esta energía de manera diferente. Lo que sentimos y creemos dentro, se manifiesta externamente. Si queremos un cambio en el mundo exterior, es aconsejable cambiar el interior para que el cambio sea perenne. Todo tiene un ritmo, por lo tanto, es imprescindible que no nos comparemos ni adaptemos al ritmo de los demás, sino que comprendamos que cada alma tiene su propio.
Ahora, hablando específicamente de la presencia que sentiste en el hogar de tu infancia.
Mi impresión inicial sobre esto es que la perturbación espiritual que sufrió no estaba direccionada personalmente a ti o a los tuyos. Aunque no parecía así en aquella época, según tu narración, el interés de esa presencia me pareció centrarse y orbitar específicamente alrededor de la casa y no alrededor de tu persona o alrededor de tu familia. ¿Sabrías informarme si tu familia vivió eventos similares o diferentes a los tuyos mientras residían en aquella casa? Mi pregunta tiene hogar en el hecho de que tú era solo una niña cuando esto sucedió. Una recién llegada. Es posible que el espíritu haya sentido tu persona como el vínculo más influyente para lograr su propósito. Puede que hayas sido un medio para lograr un fin, ¿comprendes? Tal vez pensaba el espíritu que al asustarte lo suficiente tu familia eventualmente abandonaría su casa. Los padres que tienen un amor genuino e incondicional por sus hijos sufren mil veces más viendo el sufrimiento de ellos que el propio.
Hace muchos, muchos años, un espíritu «maldijo» a dos miembros de una familia. Estos miembros eran la matriarca viuda y su primogénito, a quienes este espíritu perseguía como resultado de un evento transcurrido en una anterior vida que compartía con la matriarca y su hijo mayor.
«Puede que no pueda cortar el árbol, pero puedo sacudir las ramas y derribar los frutos». Fueron las palabras proferidas por el espíritu. Los frutos en su analogía aludían a los descendientes de aquella familia.
Una maldición se rompe mediante el perdón mutuo y comprensión de las leyes infalibles que rigen la vida, el Cosmo y todos los seres. Sin embargo, cuando una de las partes, la que lanzó la maldición, aún no está vibrando en la frecuencia de ese perdón, se rompe de otras formas la maldición.
Respecto al «fin» logrado por el medio, al que me refería era que tú y tu familia salieran de la casa que él todavía sentía que le pertenecía. Muchos espíritus permanecen apegados al material por siglos.
Una mujer recibió una vez un vestido como regalo de un llano y bondadoso señor. Resulta que el vestido había pertenecido a la esposa de éste que había fallecido recientemente. Muy apegada a la prenda, al espíritu no le gustó nada ver el vestido en manos ajenas. La mujer que había recibido la prenda desconocía este detalle. Nunca habría aceptado el regalo si lo hubiera sabido. El vestido fue devuelto al día siguiente al señor.
Por ello, hay que tener en cuenta el posible apego de la persona fallecida a lo que en vida le pertenecía o sintió que le pertenecía, tanto material como afectivamente, ya que no se debe descartar el apego afectivo a los vivos, en el caso de una relación amorosa por ejemplo o de un familiar que nos cuidó mucho en vida y una vez fallecido, todavía intenta hacer lo que cree que es correcto para los que se quedaron.
Sin embargo, si por un lado, hay espíritus apegados a los bienes materiales, por otro lado, hay espíritus desprendidos de este apego. Como la tierna señora que, mientras bajaba los escalones de la escalera, deseó la bienvenida a una mujer durante la visita de esta a la casa donde pensaba vivir con su familia. Cuando la mujer se cruzó con el retrato de la dama, le preguntó al entonces dueño de la residencia sobre su identidad, descubriendo que era la señora la fallecida madre del hombre con el que hablaba sobre quedarse con la casa.
(siempre fui una niña muy alegre y tuve una infancia feliz,) Yo he logrado vislumbrar la presencia de la niña que una vez fuiste en la mujer que te convertiste desde la primera ocasión en que se reposara mi mirada en tu figura. Ciertamente me hubiera encantado conocer esta versión de ti. Especialmente cuando más necesitabas a alguien que te tomara de la mano. ¿Dónde crees que podríamos habernos conocido si hubiera sido así? Al pensar en ello me pregunto cuál habría sido tu primera impresión de mí versión. Imagino si te habrías convertido en mi Suzy Lee [https://bit.ly/3JJ9pYm]. Dime, ¿hubieras caminado conmigo Suzy?
He aquí un poco de esa versión mía:
Yo era un niño ambivertido, inventivo, cariñoso y un poco travieso porque me gustaba hacer experimentos que a veces resultaban en pequeñas travesuras. Era dotado de empatía compasiva, me encantaba hacer reír a otras personas y sentirse bien con ellas mismas, incluso o en especial cuando me encontraba triste. Era considerado extraño por algunas personas. Tenía un incondicional amor por la flora y la fauna, por el cielo, la lluvia, el arcoiris, las estrellas y la luna, el sol otoñal y el mar. Y todo lo que involucra estar en medio de la naturaleza. Era socialmente selectivo, aunque me llevaba bien con todos no solo cuándo deseaba interacción o cuando me necesitaban. Mi círculo de amigos íntimos era minúsculo. Disfrutaba ya íntimamente de mi propia compañía, de modo que la soledad jamás me visitó el corazón. Por otro lado, a ratos me tomaba un sentimiento de no pertenencia. De hecho, podría preferir la compañía de la naturaleza y los animales a la de otras personas, en determinados momentos, dependiendo de la compañía humana disponible. Era un niño observador, audaz y aventurero. Artístico, bibliófilo y musical, además de sediento de conocimiento. Me encantaba estudiar, aprender y practicar lo aprendido. Era amante de los deportes, pero me gustaba practicarlos a solas y tenía fascínio por las artes marciales. Apreciador de las artes, astronomia, ciencias, música, entre otros temas como historia y arqueología, por ejemplo. Mi nerdiness se extiende hacia muchas direcciones distintas. Súmate el hecho de que soy un nerd comprometido con tendencia a divagar cuando la conversación se dirige — en mi mente asociativa llena de aleatoriedad — a un tema de mi interés y tendrás una Spencer Reid que no tiene aversión a la playa, oscuridad y espinacas con crema; que sabe manejarse con fluidez los Cheot-garak y es capaz de pronunciar palabras en español. Todo eso acompañado de un decente corte de cabello y un par de calcetines iguales, aunque diferentes a su manera. Diseño ya era una de mis actividades favoritas en la infancia. Los artículos de papelería fueron y siguen siendo un gran placer para mí. Cuando niño, recuerdo que un amiga de la escuela me regaló una caja de lápices de color por mi cumpleaños. Recuerdo vivamente la vergüenza imprimida en su rostro cuando me entregó el regalo. Ella ni siquiera imaginaba la alegría que aquella pequeña caja llevaría a mi corazón. Por intuición supe que ella no tenía una suma de dinero disponible que le permitiera regalarme algo que en su mente imaginaba superior. Pero aquel regalo fue uno de los mejores sin duda. En una otra ocasión, me fue regalado una gruesa resma de papel de dibujo por parte de una amiga querida de nuestra familia.
Yo era un nerd y geek en el cuerpo de un niño más alto que los otros de su edad, lo que le valía acceso a las atracciones del Parque de Atracciones que otros no podían participar, pero que también tenía sus desventajas: parecer mayor de lo que era. Básicamente era un Clark Kent debido a las gafas, pero que podría revelarse un Bruce Banner, necesitando mantener la calma de su Hulk interior si algo despertaba su ira. Por otro lado, en general, era pacifico. Prácticamente viví en la sesión de horror de las tiendas de video y de la biblioteca. Es uno de mis géneros favoritos. En una ocasión entré accidentalmente a la sesión de películas adultas en la tienda de videos. Nuestra madre estaba lista para lavarme los ojos con agua bendita. Al recordar los carteles de esa sesión en particular, me viene a la mente el recuerdo de una tía nuestra. Ella probablemente haría ropa para las damas de aquellos como lo hizo para la dama de un calendario con el que se había tropezado una vez, según cuenta nuestra madre. Yo también era adicto a las películas de artes marciales — el continente asiático ya ejercía una tremenda fascinación en mi espíritu en aquella época, y los primeros países por los cuales me he enamorado en la infancia pertenecían a éste continente —; aventuras; sobrenatural, fantasía; ciencia ficción, históricas y arqueológicas, independiente de época o cultura presentada. Temas que se encontraban presentes en mis sueños, dibujos y en los juegos que creaba para jugar en mi propia compañía o en compañía de amigos reales o provenientes de mi fértil imaginación. Por cierto, me gustaban mucho los juegos antiguos; de mesa; analógicos; carta y vídeo. La tecnología me fascinaba tremendamente, igual que antiguidades. Pero a diferencia de algunos niños de hoy, pasaba más tiempo jugando y explorando mi imaginación y ejerciendo mi creatividad que frente a una pantalla. Había un equilibrio del que algunos adultos y niños parecen carecer en estos días, desde mi perspectiva personal, todo es tan caótico. Me gustaba investigar en el ordenador sobre mis intereses, llegando a utilizar toda la tinta de la impresora para tenerla también fuera de mi mente para consultas futuras. Mi aprecio por la memoria ya se notaba en esa época. Me gustaba conservar todo lo que tenía significado afectivo e intelectual para mí. El cochecito que mi mejor amigo me había regalado cuando estaba en la educación primaria, por ejemplo, yo aún lo conservo como si me hubiera sido regalado ayer.
Era este amigo considerado una causa perdida por parte del cuerpo docente; demasiado complicado para tener un cambio de corazón en relación a su conducta hacia los demás. Intimidaba a los otros estudiantes, especialmente a uno que necesitaba atención especial debido a un accidente automovilístico que ocurrió cuando era solo un bebé. Todo eso cambió como por milagro cuando me uní a su escuela a mediados de año y la maestra nos hizo estudiar juntos como dúo. Sus notas fueron mejorando y su comportamiento cambió de manera positiva en todos los sectores no solamente social, incluso comenzó a incluir a nuestro otro amigo (el del accidente) en los partidos de fútbol, ​​inspirando a otros a hacer lo mismo. Yo ya era amigo de este otro niño, porque lo ayudaba en sus estudios, él y otra niña que también necesitaba atención extra y ayuda en los estudios. Era mi primer año en una institución educativa después del jardín de infancia. Había estado ausente de una durante seis meses debido a un trastorno de pánico desencadenado por un evento que ocurrió en mi primer día de clases en una escuela. Cuando entré a esa nueva escuela, coincidí rápidamente con mis compañeros en sus estudios y me invitaron a avanzar, pasar al siguiente año después de un examen para confirmar que estaba en condiciones de dar ese salto. Decliné cordialmente la invitación. Tenía aversión al cambio, apreciaba una rutina donde la espontaneidad estuviera presente, un rasgo de mi personalidad que no cambiaría, pero encontraría las herramientas necesarias para trabajarlo.
Como comenté, tuve trastorno de pánico en la infancia.
Fue frustrante para mí amar aprender y poner en práctica lo aprendido y de repente, no lograr frecuentar la escuela como los demás niños. Y haciendo un autoanálisis, tal vez esto tenga algo que ver con el hecho de que me disgusta la posibilidad de perder el control sobre la única cosa sobre la que tengo control: yo mismo. Pero lo que me entristeció de verdad fue ver lo que estaba indirectamente haciendo yo a mi familia. Estaba yo en mi comprensión infantil consciente de los problemas, confrontaciones y lágrimas que orbitaban a mí alrededor. Algunos padres pueden pensar que sus hijos cuando son pequeños no se dan cuenta de lo que está pasando en la casa, pero están equivocados. Me quedé seis meses lejos de una institución educativa. Nuestra madre había hecho todo y nada parecía funcionar a su favor y al mío. Entonces, una ocasión, abrió ella una Biblia, su dedo se posó sobre una página aleatoria, buscando orientación. Su mirada encontró un pasaje que nunca volvió a ver entre sus páginas nuevamente.
Las palabras leídas por nuestra madre revitalizaron su espíritu y creo que el mío también. En esta misma época, comencé a pedirle mentalmente perdón a todos aquellos espíritus que, intencionalmente o sin la mínima intención, algún día — en cualquier otra vida — les había hecho algún daño. Por extraño que parezca, hacerlo fue efectivo para mí. Desconozco exactamente los orígenes de mi iniciativa, pero lo hice todos los días hasta que un día me sentí diferente, como si hubiera regresado a mí mismo. Como se hubiera despertado. En aquella noche le anuncié a nuestra madre mi deseo de ir a la escuela. Y una vez allí, no tardó mucho, me uní a la lista de los mejores estudiantes como consecuencia a mi voraz hambre de conocimiento. Recuerdo la competición con respecto a los resultados de los exámenes. La satisfacción presente en el lenguaje corporal de mis colegas cuando obtuvieron un puntaje ligeramente más alto o similar al mío, mientras que yo estaba feliz y agradecido con mi propio puntaje. No estaba compitiendo con mis colegas, estaba compitiendo conmigo mismo.
(En esos años tuve mi primera experiencia con una parálisis de sueño,) Sabemos que desde el ámbito de la medicina este evento implica un estado mixto de conciencia que combina la vigilia y el sueño REM y que los investigadores creen que varios factores están involucrados en la causa, factores tales como: apnea obstructiva del sueño; síntomas de insomnio, somnolencia diurna excesiva; trastornos de ansiedad, incluido el trastorno de pánico; trastorno de estrés postraumático; exposición a algún tipo de sufrimiento físico y emocional durante la infancia; ritmos circadianos desalineados con el ciclo diurno local. Las condiciones de la vida actual, los patrones de sueño erráticos, las ganas por controlarlo todo, entre otros. Y el místico. Hay teorías involucrando a brujas, demonios, fantasmas, jinn, extraterrestres. Pero, desde el ámbito espiritual, se cree que es un desdoblamiento parcial que visa familiarizar uno con la realidad dual de su existencia. Puede que sea una experiencia aterradora para muchos, pero para otros trata de una oportunidad de expandir sus conciencias más allá de los límites de la realidad descrita, explicada y consensuada. Intenta no luchar, antes de dormir, busca recordarte que solo se trata de un sueño. Construye un mantra para recitar en vigilia para que durante un posible parálisis venga a recordarlo. Enfócate en tu respiración. Probá hacer todo lo contrario a lo que habitualmente haces en estas circunstancias. Ten en cuenta que lo que sea que atormenta tu persona durante un episodio de parálisis del sueño no es más que un boggart — de Harry Potter —, por lo que todo lo que tiene que hacer es ejecutar el hechizo Riddikulus, que demanda fuerza mental y buena concentración. Y tienes tú a ambos. Es tu mente, por lo que tienes el control incluso si sientes con cada célula de tu cuerpo que no es así. Puedes desencadenar el despertar. Crea tu propia versión del plan de escape. Y cuando eso suceda, en lugar de volver a dormir tan pronto como se despierte, diga una oración, recite el mantra y visualice algo que tu cerebro pueda asociar con un claro señal de que quieres dormir bien. Con respecto a este tema, ya tuve también algunos episodios, sucedieron durante la adolescencia. Penetrar las brumas del tema con la luz de mi interés y ahondar en el tema trabajó para mí. Investigue lo que puede venir a ser más eficaz para ti. Me puedo unir a tu equipo de investigación, si necesitáis.
(así es que, según mi percepción yo diría que aquel evento tiene que ver con aquella casa ¿podría ser?) Tu percepción de que los eventos vividos por ti en aquella época tenían origen en la casa, resulta ser correcta. Hace unos años vi una película [http://bit.ly/3adjeNE] de terror sobrenatural gótico estadounidense-canadiense muy subestimada que presenta al público una interesante reflexión que ha resonado en mi mente. La reflexión se centra en la teoría de que una casa donde hubo una muerte nunca se puede comprar ni vender. Solo se puede tomar prestado de los espíritus que se quedan atrás.
Los lugares y las personas tienen mucho en común. Ambos tienen memoria; historias que contar y secretos olvidados; además, ambos absorben la energía de quienes se acercan, en especial los residentes o visitas frecuentes. Este planeta fue la cuna y es el eterno testigo de la ascensión y la ruina de civilizaciones enteras y dondequiera que se dirija nuestra mirada, el pasado está de la mano con el presente, ambos coexistiendo bajo las alas del futuro por venir. Como pasa con los reinos espiritual y físico — que muchos creen que son mundos completamente separados entre sí aunque, de hecho, el primero es un mundo superpuesto al otro. Un mundo que se presenta en otras dimensiones, y con el que el segundo se relaciona constantemente de una manera intensa e íntima, inter-penetrando e interactuando con él, influyendo y al mismo tiempo siendo influenciado por él. (siento que el ser tan sensible me hace sentir mucho más, y créeme que aquello lo sentí con el triple de intensidad. Así es que desde ese punto que sentí interés por el mundo de los sueños.) La sensibilidad espiritual nos permite ver lo que hay más allá de las cortinas. Puede que haya corazones rotos y almas furiosas, pero hay también muchas luminosas maravillas. Cualquiera que sea el escenario es un don que todos poseen en mayor o menor grado. En algún momento surge este don. Es algo que no debe ser temido, sino comprendido y desarrollado con sabiduría cuando llegue el momento. Supe que existen métodos que visan cerrar la puerta de este don, pero incluso si está cerrada la puerta, lo que está detrás no dejará de existir. Saber que hay mucho más por ver y ya no poder percibirlo, suena como renunciar a una parte de ti mismo. Pero hay aquellos que logran vivir sin un dedo, mientras que otros sienten que les falta toda la mano.
(Afortunadamente, pronto dejamos de vivir allí y no fue hasta muchos años después, cuando ya era una mujer cuando volví a experimentar la misma situación, allí me encontraba en una etapa muy oscura en mi vida, sufría de depresión y un trastorno de ansiedad muy fuerte. Así que asocio esa experiencia a aquello, ésta vez era muchísimo peor que cuando era una niña, son varios recuerdos muy aterradores, alguien me observaba y aplastaba mis pies.) En ambos eventos te encontrabas emocional, mental y espiritualmente fuera de armonía cuando ocurrieron. La desarmonía puede ser tanto la causa como la consecuencia. Lamento que hayas vuelto a experimentar similar situación. Deseo con vehemencia que este ciclo termine para ti. Recuerda el poder del patrón vibratorio, que la vida tiende ser la materialización y expresión del pensamiento nutrido por nosotros. Incluso la punta del dedo cuando se pone en contacto con el agua de una piscina provoca ondulaciones. La mano es tu mente. El dedo es tu pensamiento, el agua es tu realidad. Así que, ante un pensamiento y sentimiento negativos, no permitas que se arraiguen y recuerda el inmensurable poder de la oración. (Cuando comencé a mejorar, fue cuando ocurrió aquella experiencia que si recuerdo como una agradable, donde fui elevándome sobre mi cuerpo y ya desde allí me interese aún más por este tema. Ahora que lo pienso, diría que sí, pero tal vez algunos poseen mas experiencias en éstos. ) Tú has logrado dominar tus emociones a tu favor, en lugar de dejarte abrumar por ellas. Las experiencias suelen ampliarse, pero no todas son accesibles como si presionara un botón. Algunas son más intuitivas, se activan según sea necesario, en el tiempo de cada uno. Por eso es desaconsejable juzgar la caminata evolutiva ajena, una vez que nos es desconocida la historia que han escrito sus espíritus a lo largo de su inmortal existencia. Lo cierto es que caminamos todos juntos, aunque cada uno posee su propio trayecto que avanzar. Si alguien se cae, debemos extender la mano y ayudarla a levantarse, después de todo, no sabemos cuántos obstáculos nos quedan por delante. Y cuando tropezarán nuestros pies o cuantas manos se nos fueron ofrecidas en el pasado. Hay lecciones que necesitamos aprender en solitud, sin embargo, estamos todos juntos en este viaje.
(Quizás, de hecho también me interesa el tema de las vidas pasadas) El tema le habla a tu alma, ¿no es así? Es como el ruiseñor cantando en su cielo interior verdades olvidadas que poco a poco se van emergiendo en la superficie del lago de tu memoria inmortal como el lotu. (¿cuántas habré tenido? ¿qué número será esta? ¿cómo habré fallecido?) Has tenido tantas vidas como estrellas hay en el cielo. Tu desligamiento de la vida terrena sucedió de diferentes maneras, de maneras similares e incluso iguales supongo, aunque a su propia forma distintas. En algunos casos, ciertas fobias pueden sugerir un trauma provocado por un pasaje abrupto y violento. Ciertas aversiones profundamente arraigadas, por ejemplo. El espíritu almacena en sí todas las experiencias, así como las impresiones, sentimientos y emociones por ellas provocadas. Se convierte el espíritu en la única constancia imperturbable de la fugacidad de la vida terrenal, con la «muerte» revelándose solamente un despertar a una vida vivida en otros niveles de la existencia, un nivel más subtil. (ésta última me aterra un poco.) Este sentimiento de inquietud ante tal pregunta es natural. Parte de esta reacción tiene tal vez origen en la memoria colectiva. La humanidad ha aprendido a repeler y temer todo lo que les recuerda su finitud en este plano de la existencia. Por otro lado, está la memoria espiritual manifestada a veces a través de una curiosidad, una pequeña ventana abierta a la posibilidad de que haya algo más allá del velo. De todos modos, independientemente de cómo dejaste atrás cada una de esas vidas, el nacimiento y el perecer carnal yace en el pasado sepultados. Enfoca en vivir esta vida, con la conciencia plena y el corazón ligero. El minuto en el que estás viviendo ahora es el más importante de tu vida. El futuro se ancora en el presente. Vivir en este plano es como navegar. Nunca sabemos en qué puerto vendremos a atracar, cuando vendremos completar nuestro viaje actual y emprender uno nuevo. Recuerda que después de lo que muchos creen ser el final de todo, es la continuación de un viaje aún mayor. Seguimos siendo lo que ya somos en el plano espiritual. Y lo que seremos depende totalmente de nosotros. Ten fe en ti mismo, porque tener fe en uno mismo es tener fe en su Dios[a]. El ateo que deposita su fe en la gentileza y en el bien colectivo, implementando el amor universal y la compasión en su conducta diaria también lo/la alaba a su manera. En el jardín de tu existencia has estado plantando muchas flores y arrancado las malas hierbas del suelo de tu ser para que surjan nuevas en tu camino. «Sé humilde, pues estás hecho de tierra. Sé noble pues estás hecho de estrellas.» Es un proverbio serbio. (No, solo recuerdo hablar en sueños con personas que conocí en la vida real.) Rara vez sueño con personas de mi convivio actual. Y si utilizo este término es porque no tengo forma de afirmar debidamente que mis ojos nunca se posaron en aquellos rostros antes. Algunas de las frases más fascinantes que he oído fueron proferidas de las bocas de personajes oníricos. Por no hablar de unas tramas dignas de un libro.
     
 
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