Notes

Le di una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza a su saludo. Podía sentir mis mejillas rojas, por una razón que desconocía.

“Te preparé el desayuno.” Avisó.

Y entonces todos los recuerdos me golpearon con fuerza. Los retos, la bebida, la pared, sus labios en mi piel, los míos en la suya. Cerré los ojos con fuerza negando con la cabeza, tomé una respiración profunda buscando la voz que se perdió en mi garganta.

“Gracias, pero no quiero nada.” Soné más dura de lo que pretendí, pero no podía retractarme ahora. La expresión cálida de su rostro se transformó, haciendo que un nudo de culpa comenzara a crecer en su pecho.

Traté de calmar mi entrecortada respiración, saliendo de la cocina. Subí a la habitación buscando mi ropa por todo el lugar. Maldije por lo bajo cuando no la encontré por ningún lugar.

“He puesto tu ropa a lavar. Ponte lo que quieras. Te llevaré a casa.” El tono frío de su voz me hice querer gritarle que lo sentía, que todo esto era un acto repentino de mi ataque de vergüenza. Pero simplemente me encogí de hombros, tomando un pantalón de chantal corto, tal vez para él, a mi me quedaba más abajo de las rodillas.

Ni una palabra más fue puesta entre nosotros, salimos del edificio directo al auto. Ésta vez él no me abrió la puerta. El nudo en mi pecho sólo hacía más que crecer, arrasando con las cosas a su paso.

“¿Subes o qué?” La dureza de su voz fue la que me hizo volver a la realidad, daádome cuenta que él ya había subido y yo seguidamente lo hice.

Me monté en el asiento del copiloto soltando una respiración entrecortada. El camino comenzó en un atormentador silencio, yo jugaba con mi dedo y el cristal. Podía ver a Harry desde lejos con la mandíbula apretada fuertemente. Un ruido molesto sonó, y me giré, encontrándome con él atendiendo su celular.

“¿Qué pasa?” Habló. Calló, esperando escuchar lo que la persona al otro lado de la linea tenía para decir. “¿Ésta noche?... Bien, estaré ahí.” Y el celular volvió por el bolsillo donde fue sacado. Tomé la poca valentía que me quedaba para hablar.

“¿Quién era?” Pregunté. Sus ojos se dispararon hacia mi con toda la frialdad del mundo. Sin decir nada más continuó manejando.

Solté una respiración pesaba, pegué mi cabeza del frío viendo como la ciudad pasaba. Me sorprendió el que llegáramos a casa. Me giré, tratando de regalarle una sonrisa.

“Gracias.” Murmuré por lo bajo.

Me estiré hasta él para plantar un beso en su mejilla, pero se apartó antes de que pudiese tocarlo. Lo miré con decepción claro en los ojos, negué con la cabeza para bajarme del auto. A penas cerré la puerta, él arrancó, dejándome ahí. Gruñí de frustración porque sabía que esto lo había comenzando yo con mi actitud infantil, pero él no debía tratarme de esa forma ¿O si?

Respiré profundamente antes de entrar a casa, no tenía ánimo para preguntas así que agradecí el estar sola. Cuando entré en la cocina, tomé la nota del refrigerador.

“Nos has abandonado así que nos fuimos a la playa. Volvemos mañana... Tal vez.
Carlet, x.”

Solté una pequeña risita por la manera tonta que tenía Scarlett de firmar. Tomé un vaso de la alacena para tomar un poco de agua, me senté en el taburete mientras comenzaba a retroceder hasta la noche anterior, los recuerdos trajeron consigo un mar de sensaciones. Adrenalina, excitación, tristeza, decepción, ira, enojo.

Luego de un bufido me levanté para ir directo a mi habitación, por más que intenté sacarme la sensación de sus labios en mi piel me fue absolutamente imposible. Sabía que había estado mal mi reacción, ¿Pero cómo podía mirarlo a los ojos después de aquello? Me sentía tonta, sentía que tal vez me quería solo por aquello. Pero su reacción ante la mía me hizo saber que creó un caparazón ante mí. Me aferré con fuerzas a la almohada y antes de poder evitarlo, caí rendida en un sueño.


* * *

A lo lejos se escuchaba un ruido molesto, bastante familiar pero que no podía identificar. Cuando estuve un poco más consciente abrí uno de mis ojos con pesadez mirando la hora en el reloj digital que estaba en la pared frente a mi cama; 02:13 am. Fruncí el ceño aunque realmente no sé si fue por todo lo que dormí o por quién demonios me estaba llamando a la puerta a esta hora. Tomé una liga para atarme el cabello a medida que bajaba las escaleras con toda la lentitud del mundo, varios bostezos fueron arrancados de mis labios. Lo primero que me vino a la mente fueron las chicas volviendo ebrias a esta hora, pero la idea se me descartó por completo en el momento que abrí la puerta.

“¿Harry?” Murmuré en un jadeo ahogado. Su cuerpo tambaleante me rodeó con sus brazos que a penas podía mantenerse de pie, sus ojos estaban más cerrados que abiertos y mi corazón palpitaba con tanta fuerza que no lo podía describir. “Harry, ¿Qué has tomado? ¿Dónde estabas?” Lo arrastré como pude, cerrando la puerta lo dejé caer en el sofá y fue cuando me di cuenta del pequeño corte en su labio.

“Las c-chicas te usan p-para un buen polvo, y t-te dejan, S-susan.” Alargó mi nombre como si fuese la cosa más divertida del mundo, pues luego comenzó a reír a carcajada cual enfermo mental. “Pensé que eras d-diferente.” Por primera vez en estos cortos minutos sus ojos casi negros me miraron fijamente, habían perdido todo rastro de aquel color esmeralda que tanto me gustaba. Sus palabras me pegaron fuertemente en un lugar desconocido dentro de mi, tanto fue el impacto que di un paso ligeramente hacia atrás.

“Yo.. no lo sé, Harry, maldición. Yo solo lo siento.” Suspiré frustrada caminando a la cocina, tomé una toalla de papel humeciéndola un poco. Volví hasta él y me incliné ante él para limpiar con pequeños toques la herida en su labio inferior, haciéndole sisear de dolor un par de veces.

“¿Cómo te hiciste esto?” Pregunté un poco más tranquila o al menos lo intentaba.

“E-estaba enojado porque me d-dejaste.” Juré haber escuchado dolor puro en sus palabras pero la idea se fue tan rápido como llegó. Suspiré muy pesadamente poniendo mis manos alrededor de su cintura para llevarlo arriba.

Subir las escaleras con él en ese estado fue todo un reto, comencé a pensar que si las chicas llegaban mañana y me conseguían en la cama con Harry iba a ser el drama del año. Él se dedicó a cantar incoherencias hasta que lo tiré en la cama, comencé a deshacer sus zapatos dejándolos de lado. Cuando iba a buscar unas mantas nuevas para abrigarlo a él para dormir sus grandes brazos me rodearon haciendo que cayera acostada sobre su cuerpo. Coloqué mis manos en su pecho en un intento desesperado de levantarme, pero su fuerza jamás sería comparable a la mía.

“No me niegues un beso, por favor.” Su voz salió esta vez sin titubear, pero fue un tanto obvio que le costó el no atropellar las palabras. Antes de que pudiese decir algo, ya sus labios se estaban moviendo tímidos sobre los míos, me fue imposible no seguir aquel beso, fue entonces cuando me di golpes mentalmente por haberlo tratado de esa forma, a esos labios no podría decirles que no. Pero en ese momento no pensé si eso sería una ventaja... o una desventaja.

Después de varios besos terminamos acostados los dos, él recostó su cabeza en mi pecho mientras yo acariciaba su cabello. Ninguno de los dos decía nada, supongo que solo necesitábamos sentir el calor humano del otro. Mi vista estaba fija en él que comenzaba a quedarse totalmente dormido.

“Soy peor de lo que piensas, Su.” Habló su voz baja, ronca y adormilada antes de que su respiración se volviese más ligera y superficial.