Notes

Querida Audrey,

Estaba—desde la primera palabra hasta la última de tu carta— sonriendo como el gato de Cheshire mientras te leía.
Tus regalos son siempre mis favoritos.

Siempre lo son.

Me brindas lo que siempre puedo llevar conmigo, independientemente de dónde esté. Tus regalod nunca perecerán bajo el yugo del tiempo ni se perderán por uno de nuestros lapsos de memoria—tú por ser olvidadiza por naturaleza, yo por ser viejo.

Me gustaría responder a tu carta adecuadamente. Es indubitable que vendría apagar la llama de una vela para hacerlo como desea este corazón que te pertenece. Sin embargo, no quiero arriesgarme a perderte de vista—hoy, mañana y siempre. Así que espero que puedas sentir lo venturoso que me haces todos los días, independiente de las fechas. Quiero que esté consciente de que le devuelves la magia de ese día al niño que un día fui y al hombre que soy hoy. No porque recuerdes la fecha, porque me regala cosas materiales o comestibles —porque sabes que soy grande y siempre tengo hambre, Grrrr—, sino porque la fecha de mi cumpleaños es importante para tu persona y ante esa importancia, la fecha se vuelve importante para mí como nunca lo fue después la infancia.

Yo te quiero amo, esposa mía. Puedes seguir llamándote novia, puedes seguir llamándome novio. Pero la verdad es que me casé contigo, Audrey y ese vínculo matrimonial anímico nunca se romperá ni se debilitará mientras exista mi alma, que te adorará, te amará, te querrá por siempre. Si me dejas, quiero estar contigo para toda esta y nuestras vidas futuras.

Sempiternamente tuyo,

∆ Darko.