Notes

El dulce y lascivo gemido que escapó de tus labios como una confesión, sumado a tu — nuestra — respiración malditamente afectada por la excitación y tu jadeo golpean juntos mi polla como una puta descarga atmosférica con chorros gigantes de plasma llegando a la ionosfera.

Siento que se me erizan los pelos de la nuca por completo con tus suspiros, interrumpidos por la forma en que pronuncias mi nombre entre gemidos suplicantes y la forma en que llegaste a reaccionar ante la pseudopenetración practicada sobre las telas de nuestras ropaz, están condenandome. Me están haciendo dudar de mi capacidad para cumplir mi jodida promesa.

Y nunca hago una promesa que no pueda cumplir o que no haré todo lo posible por cumplir. Y lo estoy intentando. Estoy tratando con todas mis fuerzas de preservar tu inocencia por más tiempo.

Sin embargo, mi polla está pulsando, poniéndose más dura con cada segundo que pasa y atrevido. Si lo suelto por completo, ¿qué pasará? ¿Seré capaz de detenerlo a tiempo de preservarla?

— Joder — digo, cuando el ojo de mi mente contempla tu boca jadeando entreabierta y ojos cerrados al sientir mi boca en la piel de tu cuello..

Esa escena me persigue, enviando señales prohibidas a mi polla rebelde, que vibra y palpita con su urgente necesidad de satisfacción.

Tus manos hurgando torpemente en la abertura de mis pantalones me ponen aún más cachondo. Me hace tener que mirar al techo y soltar un gemido, respirar hondo, antes de volver a mirarte.

Puede que seas más joven que yo. Puede que tengas una equipaje llena de caos juvenil y dudas e inseguridades, pero no cambiaría tu caos por nada. Y ninguno de tus detalles por nada — ni cualquier relación con alguien de mi edad o mayor que yo. Eres mi Lolita y te quiero así.
Porque eres exactamente lo que estaba buscando yo; y desconocía. Todo lo que necesito y quiero. Anhelo y ambiciono. Tú me brindas el tipo de paz que puede alcanzarme después de un huracán y llevarme a un lugar seguro.

Te lo hago saber.

Para mí, la sabiduría no está anclada en la edad sino en la experiencia y madurez espiritual. Y eres condenadamente sabia y capaz de proporcionarme lo que creas que necesito como hombre de mi edad.

Mis grandes manos interrumpen el proceso que te estabas dedicando a desabrochar mis pantalones cuando estabas a punto de bajarlos.

Agarran con una fuerza rellena de gentileza tus manitas.

La forma en que tus labios son capturados por tus dientes y agitas tus pestañas tan inocentemente, hace que un sonido gutural de placer provenga de lo más profundo de mi garganta. Podía escuchar el sonido de tu corazón y el mío. El insano flujo de sangre. Mi mirada alimenta la llama del profundo deseo escoltado por lujuria e inocente perversión que arde en tus ojos como si yo fuera la selva amazónica a tu merced para hacerla arder completamente, sugarle completamente las fuerzas vitales.

— Si descubro que no puedo contenerme, tendré que dejar de hacer lo que estamos haciendo. Tendré que priorizarte a toda costa. ¿Entiendes, Lolita? Recuerda: sólo abrazaré tu virginidad cuando me lo autorices verbalmente. Cuando me digas que estás lista o que quieres probar.

Y luego, bajo mis pantalones junto a mis boxers negros tan fácilmente como lo haría un gogoboy. Mi erección se libera y parece querer alcanzarte desesperado.

Te ayudo a sentarte en la mesa.

Comienzo a quitarle lentamente la parte superior de la ropa, disfrutando del paisaje.

Muerdo mi labio inferior hasta el punto de sacar sangre cuando veo lo que sabía, tus senos están libres, duros y redondeados, los pezones sensibles y listos para que los pruebe con mi boca y lengua. Dejo que te visualices con el piercing, el dolor ausente. Te permito sentir como se sentiría la estimulación oral en tus senos con un piercing. Te hago saber que si el dolor es el único impedimento para no abrazar esta posibilidad, que lo tomaré para mí esto dolor cuando estemos en el estudio. Te hago saber que yo mismo podría poner uno si alguna vez quisieras ese tipo de apoyo de mi parte. Te dejo visualizar mi propio pezón abrazado por alas de hada plateadas y cómo se sentirían tu lengua y tus labios en contacto con la joya.

Comienzo a quitarme la parte inferior y cuando llego a las bragas y me doy cuenta de que están empapadas, dejo escapar una serie de maldiciones peludas.

Al quitarte la parte inferior de tu lanceria, la acerco a mi nariz y vengo a inhalar profundamente el aroma natural de tu sexo, humedeciendo mis labios hambrientos. Dejo la pieza a un lado, junto a mis pantalones, olvidados en el suelo.

Te ayudo a bajar de la mesa.

Acaricio tu mejilla sonrojada.

Coloco dos besos en el centro de las respectivas palmas de tus manos que mis manos sostienen, cuando un recuerdo surge en nuestra pantalla mental.

En la escena me veo a depositar un beso en tus palmas en un día frío, para que en mi ausencia, pudiera esos besos calentar tu corazón.

De vuelta a nuestra realidad.

- ¿Estás lista?

Incapaz de hablar debido a la emoción, solo asientes para mí.

Sostengo tu cintura y te atraigo hacia la órbita pulsante de mi polla.

Mantengo nuestros cuerpos juntos, mi polla ejerce una presión constante e intensa sobre tu coño. Te das cuenta que aunque tus ojos perciben el contraste entre nuestras alturas, este es inexistente para el contacto entre nuestros cuerpos.

Te posiciono lentamente de espaldas y me quedo detrás de ti. Encajo la longitud de mi polla entre tus piernas, en contacto directo con tu vagina.

— ¡Mierda, no hagas eso! — suplico con voz ronca, gimiendo de placer — suplicando — mientras aprietas la parte interior de tus muslos contra mi polla como si estuvieras tratando de contener el dolor de excitamento en tu centro. Por un segundo se te olvidó tu cuerpo de que no estás fantaseando conmigo: yo estoy aquí y mi polla está, de hecho, en contacto directo con tu coño caliente, palpitante, empapando mi polla con tus fluidos.
Empujo tu cabello hacia un lado, exponiendo tu cuello mientras me inclino sobre tu cuerpo. Comienzo lentos pero intensos movimientos pélvicos en zigzag. Haciendo un ligero balanceo pélvico para una estimulación más profunda.

Te guío a masajear tu propio seno mientras mis dedos juegan con los labios pequeños y grandes de tu vagina y empiezo a estimular vigorosamente tu clítoris hinchado y a ahogarme en tu dulce humedad. Mi boca chupa la piel de tu cuello, besando y mordisqueando y lamiendo cada pedazo. Se escuchan nuevos gemidos junto con jadeos y suspiros provenientes de ambos.