Notes

La Realidad de Ser Trabajador/a Sexual Migrante
La realidad de ser trabajador/a sexual migrante es intensa y difícil. Estas personas son desprotegidas en sus situaciones, sujetas a ser explotadas y vulneradas por sus bajos salarios, altas condiciones laborales y falta de recursos. Se enfrentan a la inseguridad de vivir fuera de su país de origen. La mayoría de estas personas son mujeres, trabajadoras sexuales migrantes, que viajan a otros países en busca de mejores condiciones de vida. Enfrentan muchos retos, desde el aislamiento al que se ven expuestas al desconocimiento del lugar donde viven y la falta de acceso a los servicios de salud, educación y empleo.

Es clave que no se generalice sobre el trabajo sexual, pues, por muy difícil que sea el acceso al empleo y a recursos básicos en las ciudades de origen, hay personas que deciden trabajar como trabajador/a sexual migrante para mejorar sus condiciones económicas y laborales. Por ello, más allá de los riesgos a los que se enfrentan, es necesario entender las motivaciones que les llevan a emprender esta vida, la adaptación a los nuevos países, y las luchas que afrontan para conseguir alcanzar la estabilidad que tanto desean.

Por otro lado, debemos destacar que el trabajo sexual puede ser una alternativa empleo para muchos migrantes que encuentran barreras para segmentar su oferta laboral por diversos motivos. Además, el trabajo sexual les ofrece una salida temporal que les facilite el acceso a condiciones de vida más dignas, garantizando sus derechos humanos, laborales y políticos. Muchas veces, el trabajo sexual permite a los migrantes sobrevivir y reducir el número de trabajos mal remunerados, ya que a pesar de no ser un trabajo bien remunerado, les ofrece mejores condiciones que otros puestos ofertados a sus perfiles.

También hay que destacar que el trabajo sexual ofrece una oportunidad para el crecimiento personal, el auto-descubrimiento y la emancipación. Muchas veces, las trabajadoras sexuales migratorias son capaces de expresar su libertad a través de su oficio y conseguir el control sobre su cuerpo. Estas personas son conscientes de los riesgos a los que se enfrentan, pero muchos de ellos ven la libertad y el control de sus trabajos como un beneficio más, que les ayuda a sobrevivir en la nueva localidad y les permite seguir desarrollando sus Planes de vida hacia la construcción de una identidad propia.

Sin embargo, hay que señalar que también existen sacrificios, abusos, marginación y problemas de salud. Según diversos estudios, el abuso de drogas, el alcohol o el tabaco, entre otros problemas son comunes entre el colectivo, así como condiciones de trabajo muy deficientes. Estas personas están expuestas de forma general a violencia policial, abuso sexual, violaciones, amenazas y agresiones, entre otros, siendo el rostro oculto de la exclusión social, discriminación, racismo, xenofobia y otros prejuicios.

Por último, el trabajo sexual migratorio también puede afectar a la vida de la familia de origen. Estas personas acaban siendo víctimas de un sistema de explotación laboral que no garantiza su seguridad física ni emocional, dejando que muchas sean detenidas e inmovilizadas durante meses. Puesto que, muchas veces los migrantes escapan de los países sin realizar una aportación financiera a su familia de origen, necesitan luchar todos los días por una mejor vida, desestabilizando a sus familias y dejándolos a su suerte.

Se puede ver, entonces, que la realidad de ser trabajador/a sexual migrante es más compleja de lo que parece a primera vista. Estas personas luchan día tras días por mejorar sus condiciones de vida, pero enfrentan muchos prejuicios y problemas por el bajo salario, agravadas porcondiciones laborales precarias y la inseguridad que les rodea.

La lucha de la cultura de la exclusión a la cultura de la inclusión, no solo significa el acceso a recursos financieros u otros servicios, sino también el acceso a una identidad con una valoración social positiva. Una lucha que debe plantearse como una necesidad y no como una cuestión secundaria. La lucha por que estas personas tengan reconocidas sus habilidades, sus intereses y habilidades. Esta lucha plantea un reto de equidad laboral, que trasciende el interés financiero, es una lucha para reconocer a cada trabajador/a sexual migrante como un ser humano y ciudadano con los mismos derechos y deberes que el resto de la sociedad.

La educación, el empoderamiento y el acceso a la información son instrumentos claves para acabar con los prejuicios y unir a estas personas a los derechos humanos en defensa de la no discriminación y la igualdad ante la ley. La sensibilización para que se respeten la identidad y el trabajo no remunerado de las trabajadoras sexuales migrantes. La necesidad de crear conciencia en torno a la importancia de reconocer sus derechos humanos y sociales, como también la vinculación de estas personas a los derechos fundamentales de la comunidad.

Un tema que también debemos abordar es el de la diferenciación entre el trabajo sexual y la prostitución. Aunque el trabajo sexual no requiera de ninguna clase de pago, existe la prostitución, donde el pago es el medio de intercambio. La prostitución puede llegar a ser una alternativa para personas que tienen dificultades para acceder al empleo y están obligadas a emplear los medios que disponen a su alcance para asegurar sus ingresos mensuales.

Sin embargo, es importante recordar que, incluso la prostitución, solo puede ser considerada como una forma viable de empleo si los individuos participan de forma voluntaria, consciente y libre de miedos, en actividades sexuales o relacionadas con ellas. Por lo tanto, hay que abordar el problema de la explotación de la prostitución para que los individuos implicados tengan acceso a una protección y unos medios de vida más dignos.

Por otro lado, también hay que plantear la cuestión de la explotación sexual en diferentes ámbitos, como el del turismo, en los que muchas veces los trabajadores/as y turistas migrantes pueden ser abusados o explotados. La explotación sexual en todas sus diversas formas, es un problema global que requiere la unión de todos para combatirlo. Reaccionamos, suavizamos y luchamos contra el sufrimiento colectivo, enfrentándonos a la realidad social, económica y política que crea sistemas y situaciones de explotación.

Adicionalmente, se requiere incorporar a las trabajadoras/es sexuales migrantes a la propuesta de recursos económicos, acceso a la empleo y a la salud para ayudarles a mejorar su situación. También el respeto de sus derechos humanos, desarrollando programas de formación y empoderamiento. Ya sea desde los ayuntamientos, estos programas deben promover el reconocimiento de las necesidades y sobre todo la creación de condiciones de igualdad y de oportunidades para este colectivo.

En particular, las ONG tienen mucho que ofrecer a estas personas, alcanzando los objetivos en temas tan importantes como las normas laborales, el asesoramiento jurídico, el asesoramiento financiero, el apoyo psicológico, el apoyo empresarial y otros servicios específicos. Estas entidades también pueden organizar actividades colectivas y programas de formación para ofrecer herramientas a cada trabajador/a sexual migrante para el desarrollo de su vida personal, laboral y comunitaria.

Por último, pero no menos importante, se debe exigir a los Estados responsables el fomento de políticas que beneficien a estas personas y la inclusión de programas destinados a lograr una vida mejor para este colectivo. putas cachondas promover la equidad laboral, fomentar la igualdad de oportunidades, garantizar los derechos humanos de estas personas y protegerlos contra la discriminación y la violencia. La aprovación de estas políticas también debe ser aprobada por la comunidad internacional.
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