Notes

Mundo paralelo.

Boo reafirmó su falda mientras suspiraba con ansiedad acumulada, su corazón martillaba con fuerza contra su pecho, sus manos sudaban y si labio inferior temblaba. No era tan evidente como lo anterior, pero su subconsciente estaba en un estado tan a la defensiva que nada le pasaba inadvertido. Se miro en el espejo y habría sonreído si no tuviera los nervios a flor de piel. Una blusa floreada y una falda cubría su cuerpo y vaya que era un gran cambio comparado con sus jeans anchos y camisetas viejas. El cabello que había sido cortado por obligación ahora se encontraba hasta sus hombros, no era tan largo, pero bastó con recordar el esfuerzo que había estado haciendo para ocultarlo de su familia para sentirse orgullosa de el. Abrió la puerta de su habitación y descendió con aquellos tacones con los que había ensayado escabulléndose al closet de su padre cuando tenía la oportunidad. Los manejaba con destreza y agilidad, cada pisada habría sido firmemente elegante a no ser por como sus rodillas temblaban. Su familia estaba cenando en la mesa, se acercó lentamente hasta entrar al campo de visión de su familia. El silencio abundó en la habitación una vez que notificaron su presencia. Cualquier cosa sería mejor que esto, pensó. Su familia siempre había sido ruidosa y ahora mismo sentía estar en un velorio. Su padre se puso de pie.— De repente he perdido el apetito. Si me disculpan...— Musitó antes de ponerse de pie y caminar hacia los escalones que ella misma había bajado minutos antes.—Pa... papá, yo...— Silencio. Una mano voló hacía su mejilla, impactando fuertemente antes de dejarla aturdida. La había abofeteado. Jamás lo había hecho antes.— Cállate,— gruñó entre dientes—. no quiero oír una palabra de esto. Ni ahora, ni nunca.— Se alejó y subió las escaleras sin mirar atrás. El dolor invadió el pecho de la morena al igual que las lágrimas sus ojos; no era justo. No había deseado nacer chica. Su vida había estado vacía y ella se había sentido de la misma forma por mucho tiempo. Sentía haberse subido al tren equivocado y que no tenía dinero para un boleto de regreso, pero mucho menos para pagar un lugar donde establecerse. Pérdida entre escombros de lo que podría haber sido. Miró a su madre. Ella sonreía al igual que como siempre lo hacía, pero esta vez era diferente. Sus facciones eran las mismas, pero sus ojos... estaba desconcertada. Estaban ahumados, perdidos, muertos. Tanto como el ánimo de su hija. Era como cuando bebes vino, pero no para celebrar sino para ahogar las penas. Ambas se estaban ahogando en su agonía sin embargo ninguna se permitía dejarlo ver.— No pasa nada, cariño—. Boo sabía que mentía, estaba pasando de todo y lo peor es que era su culpa pero no estaba en sus manos cambiarlo. Así era ella realmente. No puedes cambiar el lienzo una vez que la pintura está efectuada.— Yo sólo debo acostumbrarme. Sí, eso—. Estaba hablando con ella misma. Se acercó a ella y plantó un beso en su mejilla antes de ir por el mismo rumbo de su madre. Miró a Max, quién a diferencia de sus padres sonreía.— Te quedan mejor que a mí las faldas, ¿qué tal si intercambiamos mis faldas por tus camisetas de Ramones?— Se rió. Por primera vez en toda la noche se había sentido aliviada de que al menos su hermano menor la entendiera. Caminó hacía la mesa y se sentó en su lugar habitual donde ya estaba la comida.— Si creces un poco más y llegan a calzarte lo consideraré—. Asintió.— Siempre quise un hermano mayor—. Ella siempre quiso ser un hermano mayor, pero se lo guardó para ella misma.