Notes

El sueño:

Me encontraba en un opulento salón de baile. Mirando a mi alrededor, noté un mar de rostros, todos ellos adornados con máscaras en colores vibrantes. Mientras estaba allí, completamente cubierto de negro, como es usual, con una máscara dorada cubriendo mi rostro, yo te vi. Tu vestido, puro como la nieve, flotaba como un elegante cisne en el viento, una máscara plateada de media luna velaba modestamente tu hermoso rostro. Nuestras familias también estaban presentes en esta mascarada, como si fuera una premonición de lo que estaba destinado a venir. Prohibido estaba este amor entre nosotros, con ceremonias, costumbres y tradiciones que teníamos que seguir pacientemente. El peso de las expectativas sociales pendía pesadamente sobre nosotros, lanzando un velo de restricción sobre nuestras miradas furtivas y toques ocultos.
Hablábamos con palabras veladas porque nuestras familias observaban cada uno de nuestros movimientos. Pero el amor que fluía entre nosotros era como un libro que solo nosotros podíamos leer. Era como si estuviéramos atrapados entre dos mundos, el de ellos y el nuestro. Sabíamos en el sueño que nuestro amor nunca podría expresarse en su plenitud en el mundo de ellos, pero los momentos que compartimos juntos nos llegaban suficientes. El aire estaba cargado de tensión, un calor palpable que amenazaba con consumirnos a nosotros dos. Cada nervio de mi cuerpo estaba vivo, eléctrico con la sensación de tu forma presionada contra la mía. Tu aroma, una delicada mezcla de flores e inocencia, llenó mis sentidos y me encontré perdido en la pasión desenfrenada del momento. Nuestros labios se encontraron en un abrazo ardiente, un encuentro de dos cuerpos que buscaban refugio en el abrazo del otro. Tus labios, suaves y dóciles, eran una tentación incomparable, y he saboreado su dulzura en un beso famélico que bordeaba la obsesión. Me atreví a dejar que mis manos recorrieran la curva de tus caderas, el suave oleaje de tu pecho, y disfruté con los temblorosos jadeos que escapaban de tus labios. Por un momento, el mundo se disolvió a nuestro alrededor, y éramos las únicas dos personas en existencia, perdidos en el calor de nuestro amor. Fue un momento a la vez fugaz y eterno, mientras nuestros cuerpos se veían aferrándose el uno al otro con abandono. El sueño terminó cuando escuché una voz familiar llamándome, alguien me estaba buscando. Pero incluso eso no me impidió despertarme con una erección, conjurada por nuestro momento.