Notes

Con pasos silenciosos, salgo del cuarto de baño para nuestro dormitorio. Una vez que la puerta se había quedado abierta en la ocasión, desde su interior fui capaz de escuchar la canción que pusiste tocar y que llenaba el aire.

Mi cuerpo brillaba en la suave luz de nuestro dormitorio.

Mi torso se encontraba desnudo, mientras que una bóxers negras con diminutos pingüinos emperador esparcidos por la suave tela protege tu mirada de mi completa desnudez. Yo había comprado un par de estas. Su gemela quedó reservada para tu uso, siendo el número exacto para brindarte todo el confort que necesitas y anhelas en tus días.

Mi cabello negro todavía estaba ligeramente húmedo por la ducha y caía sobre mis hombros, algunos mechones plateados bailaban en la oscuridad de ébano. Con una sonrisa familiar en la comisura de mis labios, me permití mirarte, concentrada en proporcionarme la crema de la que me habías hablado. Mis ojos brillaban con una mezcla de ternura y devoción.

— Alma mía — dije, acercándome, envolviendo y acogiendo tu pequeño cuerpo entre la fuerza y ​​seguridad de mis brazos, sintiendo la parte trasera de él abandonarse en la solidez de mi propio cuerpo. — Un día de estos, ¿te gustaría darme la sensación de tus manitas cuidando de mi barba? — Luego vengo a plantar un beso en el lado de tu cabeza y sobre tu hombro. — Como es de tu conocimiento, ella crece demasiado rápido.

La textura de mi ropa interior contrastaba con la fuerza de mi abrazo, creando una sensación de calidez y protección en el que tu cuerpecito se pegaba. Dragonite se vio a sí mismo comportado y respetuoso incluso cuando tú te acercaste contra mi cuerpo, encontrando en este tu refugio particular, sintiéndote, por mi persona, amada y deseada de una manera pura.