Notes

El toque que me proporcionan las yemas de tus dedos en forma de caricias sobre de la zona posterior de mi cuello de alguna forma conduce a mi cuerpo en un estado de aún más profundo sosiego y relajación, puedo sentir como es usual el aumento de mi energía en su máxima capacidad bajo este intercambio de energías amorosas entre nuestras corazones, almas, cuerpos y espíritus cada vez que nos encontramos juntos en nuestro capullo, abrazandonos. Mi cuerpo tan dócil ante tu tacto, bajo tus caricias no reprime ninguna reacción, se siente tan pleno en completa libertad que no teme expresar lo muy bien que se siente tu masaje para él, puedes notarlo en la expresión serena y sonriente de mi rostro sonrojado junto a los sonidos de mis apacibles suspiros que escapan de mis labios. Mi pecho sube y baja en una respiración tranquila, mis ojos se abren encontrándose con los tuyos envolviendo a los míos de forma pacífica y amorosa. Te observo con ternura, transmito mi inocencia a través de mis ojos que brillan al encontrarse con los tuyos. Pronto te sonríen al sentir tus manos sobre mis mejillas que acarician con devoción el rubor que les adornan. Sonrío cuando tus ojos se cierran en el instante en que mis dedos acarician tu abdomen, los míos le acompañan cuando tu nariz viene a besar la mía arrugando ligeramente esta que responde amorosamente a esta caricia. Una risa delicada y pequeña se escapa de mis labios cuando tu nariz acaricia mis mejillas, barbilla, frente y en el momento en que se cierne sobre mi boca, mis labios le besan tímidamente muy despacio. Una última vez nuestras miradas se encuentran antes que mi rostro se perdiera bajo la tela de tu sweater, escucharte reír me contagia y vuelvo a reír aunque esta vez junto a ti aún escondida dentro del sweater sin sacar mi cabeza todavía. Al encontrarnos sobre la alfombra asiento ante tus palabras mirando tus ojos con atención, luego se desvían hasta tus labios y vengo a relamer los míos rozando los tuyos. Vuelvo a mirar tus ojos —Creo que siempre queremos lo mismo...—Susurro en respuesta, masajeando tus labios en cada palabra. —¿Quieres que te bese?