Notes

No es la frecuencia de nuestras reuniones lo que alimenta nuestro interés mutuo en brindar continuidad a una conversación, sino la calidad, Eileen. Es como un sentimiento, donde el impacto que un evento o ser puede tener sobre uno se encarga de coser su presencia en su alma y no el tiempo. Para algunas almas el tiempo actúa como un amplificador, el impacto es el instrumento y el sentimiento es la melodía extraída de este. Por mi parte, puedes tomarte todo el tiempo que necesites para continuar cualquiera de nuestras conversaciones. No digo que lo estés haciendo, pero si es el caso en algún momento futuro, no te cargues con respecto a una respuesta, solo busca hacerse a sí misma disponible a la manifestación de esta. Si hemos estado teniendo un impacto positivo el uno sobre el otro, el tiempo actuará en favor nuestro y de nuestra amistad.

Acerca de los funerales: tu argumento me recordó un ritual anual llamado «Ma'Nene» que tuvo lugar en el sur de Sulawesi, Indonesia. Los muertos son desenterrados, sus cuerpos limpiados, sus ropas cambiadas, sus ataúdes reparados o reemplazados, si es necesario. Dice la costumbre que un muerto sólo puede descansar en paz si regresa, esporádicamente, a su tierra natal y a su antiguo hogar. El respeto por el ritual por parte de los ancestros era tal que evitaban viajar lejos de sus hogares por temor a que murieran y sus familiares no pudieran llevarlos a casa todos los años. Creo que independientemente del contexto—se celebre o no un funeral simbólico—hay quien lidia con sus «muertos» de esta manera.

Debo decirte que, me quedé verdaderamente complacido con tu respuesta, Eileen. Te agradezco cada minuto de tu tiempo dedicado a reflexionar al respecto. Ciertos recuerdos se desvanecen desde los bordes hacia el centro, como una carta consumida por la timidez de una llama que se despoja poco a poco de la candura como un amante, sus prendas. Quedan ciertos recuerdos, como el eco de una voz que se ha silenciado hace mucho, presente—en espíritu—aunque el cuerpo ya se haya descompuesto. De todos modos, estar dispuesto a conservar el recuerdo de otro en vez del de uno mismo es estar bajo el riesgo constante de perder el recuerdo que tanto anhelaba atesorar. Recordar quién es o quien deseas importa. Percibo que a algunas personas les llega difícil recordar que merecen un lugar en su propia memoria. Preservar el recuerdo de sí mismo es conservar la tierra benigna para el cultivo de otros recuerdos. Es como el amor. ¿Cómo anhelar el amor ajeno si uno mismo no le brinda similar gentileza a uno mismo?

Nota:

La mención de tu profunda conexión con el mar en esta sesión en la que hablábamos de recuerdos, evocó sobre mi mente el recuerdo de un poema de Edmund Spenser, un poeta inglés.


«One day I wrote her name upon the strand,
But came the waves and washed it away;
Again I wrote it with a second hand,
But came the tide and made my pains his prey.
"Vain man," said she "thou dost in vain assay
A mortal thing so to immortalize,
For I myself shall like to this decay,
And eke my name be wiped out likewise."
"Not so," quoth I "let baser things devise
To die in dust, but you shall live by fame:
My verse your virtues rare shall eternize,
And in the heavens write your glorious name;
Where, whenas death shall all the world subdue,
Our love shall live, and later life renew.»