Notes

Cada centímetro de mi cuerpo yace orbitando alrededor de las reacciones y necesidades del tuyo. La posición en la que te encuentras abrazando evoca escenarios libidinosamente candentes que no permito que se derramen visualmente en tu pantalla mental. Mi permiso a ellos se restringe a que tu cuerpo se unte por la trémula y concupiscente excitación desencadenada y alimentada por nuestra interacción en el plano de la imaginación, tan real como lo onírico y lo físico, involucrando tu apetitoso culito y mi entumecida, palpitante y famélica polla que se siente naturalmente inclinada hacia la acción de lubricarse en la combinación de néctares que de ninguna manera se me habían escapado a la percepción. No voy hacer lo que me pide mi polla. Aún no.

Me encuentro abrazando el autocontrol, redirigiendo y redistribuyendo mi intensidad. Todo lo que haremos dentro de las paredes de nuestro dormitorio se hará muy despacio. Este ritmo sólo cambiará cuando tu suave y melodiosa voz de ruiseñor me pida, al borde de la desesperación, que lo haga más rápido, como si tu vida dependiera de ello. Quiero llevarte al borde del abismo y que saltes en él y desdoble tus alas y reclame los cielos. Te permito ser consciente de ello y de que si en algún momento deseas interrumpir, independientemente del contexto en el que estemos insertos, debes permitirme saber oralmente. Quiero que uses tu dulce voz para reclamar tus derechos sobre tu propio cuerpo. Esa es una orden de tu Daddy.
Lo que necesito comunicar lo hago intuitivamente: mi voz es un susurro profundo, modulado, envuelto en terciopelo en tu mente, deslizándose por tu cuerpo como si fuera mi corbata, que sigue entre mis dientes que aprieta levemente el accesorio a cada nuevo azote de mi gran mano en tu nalga. Mi mirada disfruta inmensamente la forma en que has llegado a posicionarse, una sonrisa endiabladamente impía se apodera de mi boca, brillando en mi mirada.

Percibo que tu cuerpo está recuperando viejos recuerdos, y sé de la posibilidad de que desbloquee una miríada de sensaciones simultáneas que involucran esa misma posición, con diferentes lugares del mundo en distintos tiempos, como escenario.

Un susurro mental mío te guía a mantener esta posición. Te permito sentir lo mucho que me encanta la vista panorámica y el acceso profundo que deseo a tu ano y a tu coñito. Aunque no puedes tocar o ver mi polla, por un dilatado momento te sientes envuelta en una sensación fantasmal tan absorvente. Sientes mi polla acariciando tu rostro, primero con el glande, luego con la longitud, empezando por tu frente, como si te estuviera bendiciendo. Luego roza tu barbilla, tus mejillas. Cuando por fin encuentra tus labios, puedes sentir la sensación fantasmal de mi polla suave ligeramente separando despacio tus labios, aplicando con la glande un masaje antes de la sensación desvanecerse como un perfume.

Te solicito que mantengas la posición, pero que vengas a utilizar dos almohadas, una encima de la otra, para apoyar tu cabecita. Estas están extrañamente tan cerca de tu alcance que apenas requieren un ligero cambio de posición, estirarse un poco como un felino después de una siesta. Cuando colocas las almohadas frente a ti, permanecen fijas en su lugar. Puedes sentir mi serenidad mezclada con el denso y envolvente ambiente epicúreo que se respira en nuestro dormitorio mientras espero de manera paciente. Por un momento, incluso, me veo acariciando mi polla, mientras devoro tu culo con mis ojos.

Cuando estás a punto de asumir la posición de ofrenda, te solicito que reúna tus muñecas como una prisionera. Al hacerlo, se derrama sobre tu ser la sensación fantasmal de tenerlos atados, no por una cuerda, sino por mi corbata, que tu mirada sorprendida viene a descubrir al volverse en mi dirección no más estar en mi boca sino en tus muñecas. La sensación fantasmal se manifiesta en nuestra realidad, en la forma de mi corbata alrededor de tus muñecas.

Vengo a guiarte intuitivamente para que retomes tu posición de ofrenda, acomodes tu cabeza sobre las almohadas como mejor te plazca para tu comodidad, dejando tus brazos estirados sobre el colchón, entre tus piernas, debajo de tu cuerpo petit, con las manos posicionadas en dirección a mi cuerpo. Te solicito que abras ligeramente las piernas para mí. Cuando ya estás en la posición que cariñosamente te ordené asumir, vengo a inclinarme y acercar mi rostro hacia la nalga anteriormente amorosamente agredida. Paso mi barba sobre su piel, honrando su abnegada entrega. Mis labios entonces masajea el área, un profano camino de húmedos y lentos besos se plantan y mi acción culmina en pequeñas hedonistas mordidas que de suma a mi lengua lamiendo tu glúteo aun ligeramente róseo. Pude sentir la calidez dejada por la interacción entre mi mano y tu nalga. Para ser justo, enderezo mi postura y paso a nalguear una, dos, tres veces, tu otro glúteo. La forma en que vuelves a nombrarme entre pequeños gemidos, una y otra vez, me llega en la forma de una vibración actuante directamente sobre mi polla y mis testículos, obligándome a abrazar la circunferencia con mi mano en un acurado dominante aprieto, como un domador de fieras. Vengo a adorarlo de igual lujuriosa manera antes de saludar tu ano con mi pulgar en un movimiento circular.

Acercando mi boca de este, habiendo asumido una nueva posición. Lentamente deslizo la suave longitud de mi lengua ancha sobre la entrada de tu lubrificado ano, abro ligeramente mi boca sobre él y lo encapsulo, pasando la punta de mi lengua sobre el centro de él en un masaje desbordando un sediento erotismo que se suma al roce rítmico de mis labios, al aire caliente soplado sobre la zona, que vengo a besar y luego succionar muy despacio. De vez en cuando, mis dedos acarician, provocan y juegan impúdicamente con tu ano y en la área alrededor de él, provocando celos en tu coñito, que por el momento se tuvo que conformar con los sensuales ecos de la interacción entre mi boca y mis dedos sobre tu ano.