Notes

A veces las cosas se vuelven difíciles. Lo sé, a veces es realmente difícil. Tenemos tantas cosas dentro de nuestro pecho, cosas por decir, y no podemos respirar. Nos quitan el aliento, y pronto nosotros formamos a estar encerrados dentro de ellas, y no ellas dentro de nosotros. Nos carcomen, sí. Nos devoran vivos. Claro está. Tratamos de liberarlas, pero no sabemos cómo, no encontramos la solución en ninguna parte. Buscamos, y buscamos, hasta el punto en el que parecemos desesperados por encontrar algo en el cual descargarnos. Algo que golpear cuando estamos enojados, y algo a que amar cuando nos sentimos solos. Pero eso es enfermo. Es enfermo hacerle daño a alguien y luego venir como sí nada, y amarlo. Y en cambio, sabiendo que es enfermo, que es loco, lo hacemos, y nos lo hacen. Nos lastiman y lastimamos, y nos aman y amamos, cuando se nos de la gana. Entonces, es cansador. Es cansador dar golpes y esperar que se curen que un "te quiero" o un abrazo, cuando sabemos bien, al derecho y al revés, que no es así. ¡Lo sabemos porque muchas veces lo vivimos! ¿Lo malo? Es que lo devolvemos, le transmitimos nuestro dolor a otro, y es una cadena que no se termina nunca, porque estamos tan acostumbrados al dolor que no sabemos cuando pararlo. No sabemos decir "Basta, esto me hace daño". Es como si nos atrapará, nos mantiene encerrados, y quizás, alguna vez, nos deje ir. Pero vamos, eso es para la gente suertuda. Para la gente que sabe decir no, y para la gente que aprende a nadar, y no a hundirse.