Notes

En silencio. Como siempre. Ella acostumbraba a beber su soledad en el más completo silencio.
Y esto era así desde que él se había marchado, llevándose el equipo de audio y el televisor.
Ella jamás se molestó en conseguir uno nuevo, aunque más no sea para paliar el silencio deprimente de aquella casa. Pero era su casa, y la quería tal cual estaba.
Pero esta tarde sería diferente. Alguien hizo sonar el timbre y la rutina cambió. Eso no estaba planificado.
Sorprendida ante la perspectiva de una visita inesperada, no atinó ni a mirarse al espejo para comprobar su aspecto.
Abrió la puerta y encontró solamente una caja pequeña, primorosamente adornada con un moño rosa. La levantó y notó que algo se movía dentro de ella. Al abrirla descubrió un tierno gatito de pelaje gris rayado.
"¿Qué hago yo con este bicho?" pensó. "Nunca tuve un gato, ni siquiera sé qué comen."
Mientras cavilaba desconcertada, el minino cerró momentáneamente un ojo, y a ella le pareció una señal del destino.
"Supongo que con la edad que tiene, aún debe tomar leche" razonó y cerró la puerta, adoptando en ese mismo instante y para siempre a ese dulce tigre en miniatura.