Notes

Mientras espero tu presencia de regreso a nuestro dormitorio, sigo trabajando en mi respiración mientras acaricio el glande de mi polla con el pulgar, suave y distraídamente, de vez en cuando. Mi mirada se posa en el traje negro, en las bóxers y en la camisa blanca debidamente puestos en el cómodo sofá, que nos ha servido de innumerables maneras desde que lo adquirimos.

Mirando el mueble, visualizo en mi mente las ocasiones en que me desperté en el medio de la noche y sin poder conciliar el sueño, me levanté con cuidado de nuestra cama con la precisión de un equipo táctico especializado en desactivar bombas de alta potencia, todo para no despertar, el bebé—no Kai o Kaori, sino tú.

Dependiendo de a qué hora puedo recuperar el sueño, normalmente elijo dormir en el sofá para no despertarte. Sin embargo, no pocas veces terminas por despertarte para beber un vaso de agua o ir al baño, encontrándome ausencia en nuestra cama. Estás acostumbrada a esto, porque sabes que tengo inclinación hacia lo que suelo llamar «insomnio creativo», por lo que sueles ir por tu vaso de agua o por tus necesidades fisiológicas, despreocupada, una vez que es consciente que absoluta nada me está inquietando y el invierno se encuentra lejos y ninguna sombra yace a la vista en mi horizonte. Así que, cuando me encuentras en nuestra cama y sí en el sofá presente en nuestro dormitorio tú te vas por tu vaso de agua, por tus necesidades fisiológicas, serena—porque cuando vuelves a tu sueño plácido, lo haces en el sofá, encima de tu esposo que te venera y te quiere. En estas noches yo te acurruco a mí, actuando como un enorme colchón para tu pequeño cuerpo, sosteniéndolo con mis fuertes brazos a tu alrededor para que no te caigas. Es como si mis brazos se transformaran en un eficiente cinturón de seguridad.

A veces el alba llega con nosotros en el sofá—siempre en esa misma posición—conmigo abrazando tu cuerpo sobre el mío. Otras ocasiones, te llevo en mis brazos de regreso a la cama, como si fueras una chiquita somnolienta, donde vengo a acostarme contigo, con mis brazos alrededor tuyo, tu cuerpo petit a la perfección encajado al mío, de modo que tu trasero se queda en directo contacto con mi entrepierna. Estar en esa posición termina por despertar lo suficiente tu cuerpo a veces, porque sientes que cierto 'alguien' se despertó, estimulado por algún sueño mío mientras yo sigo dormido. Sueles hacer de mi polla tu chupete y me mamas por un buen rato, una vez que ya te había brindado mi permiso. Pensar en ello hizo que mi mente volviera a esos recuerdos, como si estuvieran ocurriendo en tiempo real. Una impía combinación de ternura y lujuria vino a revestir todo mi ser y solo cuando regresaste a la alcoba nuestra me di cuenta que había comenzado una suave y efímera estimulación sobre mi miembro.

Mi mirada galáctica es atraída de nuevo al baño cuando un discreto movimiento comienza en él, los sonidos que vengo a escuchar evocaron una amplia sonrisa de mi boca, mostrando los dientes por un segundo, preguntándome si mi formosa esposa habría encontrado el lubricante fácilmente. No se me pasó por la cabeza que los sonidos que escuché provenían de tu búsqueda de un accesorio que me acostumbré a tener en la muñeca, aún cuando mi apariencia física no lleva el cabello largo, como fue el caso cuando estuve en Rumania, debido a una misión a la que fui conducido a través de un recuerdo que no me pertenecía y que me llegó mientras meditaba.

Aunque no se me pasado por la cabeza, en el momento en que la puerta del baño se abre como si se hubiera convertido en un portal que conecta el dormitorio con la morada de los dioses, ya que la visión de tu regreso es demasiado divina para procesarla humanamente, me doy cuenta de que habías estado buscando algo para contener tu hermoso cabello. Dragonite estaba tan listo para ti que, si hubiera podido, habría volado hacia donde te encontrabas, aún en el baño, se acurrucando en tus sabrosos pechos solo para que supieras cuánto te ha echado de menos. Una comisura de mi boca se yergue levemente en una sonrisa endiabladamente arrebatadora, imbuida de la contemplación de lo divino y la profanación de lo celestial a través del deseo desenfrenado que poseo por ti. Mis ojos pulsan en los colores que estás acostumbrada a presenciar cuando las cosas entre nosotros se tornan candentes y nos dirigen, directa o indirectamente, a hacer el amor.

Vengo a humedecer mis labios despacio con mi lengua, como si tuviera hambre, incluso muerdo el inferior, porque aún no puedo morderte y eso ayuda a apaciguar las necesidades de mi vampiro y mi lobo interior. Lo sonrojada que estás, la forma en que tu mirada me admira y me devora entero, la forma en que te relames los labios y los encarcela por un momento entre tus dientes me hacen saber que te gusta lo que estás viendo. Y me encanta cómo reacciona tu cuerpo al mío, incluso con solo mirarnos. Siempre he preferido el anonimato, pasar desapercibido siempre ha sido mi objetivo, pero me complace tener tus ojos sobre mí.

Te permito llegar a saber cuán asombrosamente hermosa y absolutamente sensual es la visión de ti en ese adorable Babydoll blanco: tan pura estás, con tus pies descalzos, como si acabaras de regresar del Paraíso y no de nuestro baño para hacer de mi noche el más delicioso infierno. Joder, eres lo que en portugués dicen 'gostosa'. Eres jodidamente gostosa. Eres físicamente demasiado atractiva y sensual, despertando con facilidad el deseo de tu hombre.

Te doy acceso a mis sensaciones e impresiones incluso antes de observar tu embriagador acercamiento hacia mi persona. La forma en que te subes con cuidado delicado a nuestra cama y te gateas hacia donde me encuentro admirando tus detalles como si estuviera ante un milagro. Mis brazos se abren en gesto de invitación para alcanzarme. Cuando te encuentras lo suficiente acercada, me inclino hacia ti y cubro tus labios con los míos, empezando un efímero beso amoroso, con mi palma descansando en tu mejilla. Me complace cómo fomentamos el contacto visual constante entre nosotros. Mi corazón, como es usual, está a entonar canciones de amor, devoción y lujuria en mi pecho al tenerte finalmente dónde perteneces: a mi lado.

— Mía…

Vengo a pelear una batalla interna con el autocontrol cuando te veo comenzar a desvestirse frente a mi mirada ígnea. Me encanta verte desnudarse tanto como me encanta dedicarme total o parcialmente a esta tarea celestial. Mis labios devuelven la sonrisa pícara que mis ojos contemplan con una sonrisa llena de intenciones diabólicas, cuya intensidad la diversión en mis ojos ven a aligerar, dejándote quizás más cómoda. Puedo oler tu excitación, cómo tus maravillosos fluidos se acumulan en tu apretado, caliente y delicioso coñito. Quiero meter mis dedos entre tus piernas, empapar cada uno con tus fluidos y chuparlos de mis dedos solo para matar las ganas de follarte con mi boca.

Nuevamente, ahí estoy trabajando en mi respiración, porque el olor de tu excitación me da el mismo subidón que la sangre de Bella Swan le da a Edward Cullen. Por supuesto, me contengo, pero no puedo evitar que una imagen mía surja en el plano imaginario y que se derrame en tu pantalla mental.

Yo habiendo ya terminado de, despacio y visiblemente hipnotizado, ayudarte a quitarte el Babydoll, como sucede en nuestra realidad, te atraigo hacia la solidez de mi cuerpo, empezando un beso empapado de erotismo que se rompe cuando en la escena vengo a invertir rápidamente nuestras posiciones y te acomodo tu espalda en el colchón. Tus piernas se abren para mí como una invitación y mi rostro se hunde entre tus piernas que abrazan mi cuadril. No puedo evitar que esa imagen te alcance, por lo que el eco de la sensación de ser con avidez succionada y íntimamente masajeada por mis labios y lengua te envuelve por completo el ser por un instante que se dilata, de modo que sientes incluso mi lengua lentamente trazando un camino húmedo lleno de desenfreno a través del interior de tus muslos, ingles y finalmente tu coñito que vengo a devorar.

Mi mirada se enfoca en tus senos, siempre los vengo a contemplar como si nunca en mi vida hubiera visto un par de pechos. Y me siento exactamente de esa manera con respecto a todo acerca de tu cuerpo, de nuestros momentos.

Eres mi primera y única.

En el instante en que nos volvimos a encontrar, mi vida amorosa giró la llave, se reinició. Así que sí, básicamente estoy babeando por tus jugosas tetitas que se muestran más grandes debido a la excitación. Hay tanta admiración, fascinación y deseo en mi mirada que si pudieran, tus senos estarían tan sonrojados como tus mejillas por la atención. Vengo a adorarlos mediante un breve masaje hecho con ambas manos que acarician y viene a amasar suavemente tus pechos. Deposito un pequeño beso en cada pezón antes de dedicarme a contemplar cómo tus manos destapan el recipiente, depositando una cantidad generosa de lubricante de chocolate—que ampliará la sensación del acto para los dos—en tus manitas cuyas palmas se frotan.

Mi mirada no puede apartarse de tu carnosa boca. Es tan tierno y al mismo tiempo jodidamente sensual la forma con la que te encuentras concentrada. Con constancia tiendes tú a capturar el labio inferior entre tus dientes. Me enciende y me derrite al mismo tiempo. Pero en el momento en que tus manos reclaman mi circunferencia por sí mismas rápidamente me completo, cada terminación nerviosa se concentra en tu toque esparciendo el producto a lo largo de mi longitud, con la cantidad justa de presión, lo que hace que me deje caer sobre las almohadas a mi espalda y sin pensarlo cierre los ojos por un momento, aunque mis planes se basan en seguir mirando la expresión de tu rostro.
— Lolita… — Lo dejo salir en voz baja, mis palabras escoltadas por un pequeño sonido delator del cumplimiento de la silenciosa promesa de placer que siempre acompaña un momento nuestro.