Notes

No recuerdo el momento exacto en el que me volví una adicta. Una necesitada sin remedio, una consumidora sin remedio; pero de ti. Cada beso se mezclababa con vodka, creando el mismo efecto embriagador y zumbante tras mis párpados y ahora que no tengo el roce de tus labios ha llegado la resaca, cobrando factura y retumbando las paredes de mi cabeza con maldad. Cada mirada era como marihuana, claro, nunca he consumido pero he escuchado sobre los síntomas. Hace que te eleves al cielo y abraces las nubes, brilles como el sol y caigas con delicadeza como rocío y estoy totalmente segura de que así es como me siento por ti, y ahora, cuando ya he acabado la última dosis de ellas me siento caer sin paracaídas intentando sujetarme del algodón que adorna las alturas tan sólo para sentir mis manos atravesarlas con rudeza y desesperación. Tu simple presencia era como cigarros en una madrugada desolada, relajando mis nervios y regalándome un poco de paz mientras habilita la opción de silenciar las voces en mi cabeza. Pero ahora... Si tan sólo te contara como el volumen sólo aumenta, haciendo que lentamente mi sistema colapse no creo que llegaras a creerlo así como tampoco creiste cuando te dije que si te ibas, me volvería una sombra. Un boceto a mitad, una mancha borrosa. He intentado la rehabilitación pero tus ojos me persiguen aún cuando cierro los míos. Soy una adicta, a ti, a tu mal humor y hábitos, a tu manera de querer arreglar las cosas después de arruinarlas y supongo que a destruirme porque eso, eso es lo que hace tu recuerdo.