Notes

La bruma envuelve la toldería, haciendo imposible ver más allá de unos pasos. Los árboles se mecen con una brisa invisible, agitando sus ramas al cielo gris. Mi familia trabaja en armonía, comunicándose con palabras simples y sonrisas cordiales. No somos muchos, pero nos las arreglamos para mantener todo organizado. Los sonidos suenan amortiguados a través de la niebla, lo que embota bastante mi sentido auditivo. Muy tarde, caigo en la cuenta de una multitud que se aproxima.

No sé contar pero, de haberlo sabido, perdería la cuenta al instante; son demasiados. No doy la voz de aviso, ya que estamos acostumbrados a los hombres blancos que pasean por nuestras tierras. Tenemos un acuerdo tácito. Ellos no nos molestan y nosotros no los molestamos a ellos. Siempre ha sido así. Se ha mantenido así desde su llegada.

Hasta ahora.

El gentío se detiene a unos metros, su silueta emborronada a causa de la bruma. Cambio miradas con mi hermano, que está a mi lado. Sus ojos reflejan mi confusión. ¿Por qué no continúan? Saben que no haremos nada contra ellos, siempre y cuando ellos no lo hagan contra nosotros. Oigo un traqueteo agudo, un sonido desconocido para mis oídos. Me parece que es metal, aunque no sé para qué lo usan.

Antes de poder reaccionar, un ruido ensordecedor envuelve el campamento. Caigo a tierra irremediablemente, sintiendo mi corazón palpitar a toda velocidad. En mi abrupta caída trago un poco del polvo que hay en el suelo. Intento levantarme, pero un peso me lo impide. Miro sobre mi hombro para encontrarme con los ojos vacíos de mi hermano quien, un momento antes, seguía vivo. Un grito amenaza con escapar de mi garganta, pero me contengo. De él mana sangre roja, brillante y cálida. Me incorporo a duras penas, sintiendo el líquido pegarse a mi ropa. Aún medio a rastras, me alejo de su cadáver. La tierra se alza a mi alrededor como dedos tenebrosos, intentando arrastrarme a ella.

Llego a un pequeño escondrijo, donde la maleza se alza varios centímetros sobre el suelo. Temblando, me hago un ovillo, intentando no hacer ningún ruido. Mi respiración es pesada y siento mis ojos empañarse. ¿Por qué habrían de romper el acuerdo? Intento encontrar una explicación cuando una sombra tapa la poca luz del sol que se cuela a través de las nubes. Alzo la vista, tembloroso, para encontrarme con los ojos insensibles de uno de ellos. Un dolor agudo traspasa mi cuerpo y boqueo en busca de aire. Trato de enfocar, pero el cielo es solo un borrón gris.

Después, no es ni siquiera eso.