Notes

Por primera vez en mucho, pero que mucho tiempo... el canje de ubicaciones, unido a la pérdida del gobierno de la situación, sonsacaron una agradable, armónica y prolongada carcajada al veinteañero. — Está bien... está bien, me rindo. — Reconoció con una ladeada y cómplice sonrisa prendida a la comisura izquierda de la boca, al mismo que alzaba y exhibía ante Eleanor las palmas de sus manos como símbolo de paz. Sin embargo... el americano era consciente de que, a pesar de las palabras precedentemente reveladas, su claudicación no había sido efectuada de modo voluntario: más bien, delataban el éxito de la joven que yacía a unos escasos centímetros, frente a su singular derrota. Fue en ese preciso instante... cuando la realidad compareció delante de sus ojos, descubriéndole la suerte que atesoraba.

Era un afortunado...
Un jodido afortunado.

No sólo amaba a esa chica y ella le correspondía con idéntica intensidad sino que, además, el sexo estando enamorados alcanzaba y sobrepasaba cualquier categoría preestablecida. Nunca antes una simple presencia le había desequilibrado. Nunca antes la privación temporal de unos besos le había sumido en un semejante estado de desesperación. Nunca antes se había sentido tan falto y carente de auto-control... hasta que llegó ella.
Pero... joder, qué bien se sentía.

Aquella cama había

Cuando sus labios estaban besando sonora, suciamente y con ganas uno a uno los abdominales, sus manos hicieron descender la única tela que cubría al americano: el bóxer.

No supo dónde acabó el descenso, a la altura de los muslos o las rodillas, para cuando lo descubriese; una de sus manos ya estaba masturbándole. Sin saliva. Sin ningún ápice de lubricación. A palo seco. Movimientos sucios, rápidos y certeros de muñeca para asegurarse de su dureza y rigidez. Arriba, y abajo. Arriba y abajo... Con mayor rapidez. Con mayor presión. Durante, a lo sumo, un par de minutos.

Siguió descendiendo hasta que fue la voluptuosidad de sus pechos quienes le acariciaron la polla.

Un intercambio efímero de miradas.
Una sonrisa oculta bajo sus dientes.
Y el principio de la que sería la primera cubana de la relación...