Notes

Comenzaste llamando mi atención con tus escritos; creo que eso es una de las cosas que mejor se te da y un acto en el cual mostrás mas de vos de lo que creés. A medida que nos fuimos conociendo descubrí muchas cosas en vos; cosas que odiaba y cosas que adoraba. Y así sos vos, o así se relaciona la gente con vos: o te adoran o te odian, no hay término medio. Nunca los hay. Los que te odian sólo se dejan llevar por tu presencia, esa que aparenta soberbia y frialdad. Los que pertenecemos al primer grupo sabemos lo buena persona y gran amigo que sos. Estuviste para mi siempre, a pesar de todo. Cada que te necesito ahí estás, dispuesto a escuchar y reírte (en el buen sentido) de cada uno de mis problemas y mis pesares, sin juzgarme, sin establecer juicio de valor, y dándome la confianza suficiente para contarte absolutamente todo. Y sólo vos y yo sabemos que cuando digo todo es literalmente todo. Tranquilamente podrías escribir mi biografía y/o arruinarme la vida.
Siempre sabés darme la palabra justa. Odio llamarlo consejo, pero al fin de cuentas creo que es lo que es. Como te dije hoy y tantas veces, sos quien me hace enfriar la cabeza y pensar las cosas de modo racional, y creo que te debo sólo a vos el no haber actuado de forma impulsiva un par de veces. Eso es algo que siempre te voy a agradecer.
No voy a hacer esto mas extenso, lo que no quedó plasmado en este escrito es porque ya lo sabés. Sólo pido que nunca me falte tu amistad; que nunca me falten nuestras charlas en las que mezclamos temas totalmente random y al final termino perdiéndome y no sabiendo de qué hablábamos, el bullying mutuo, el intercambio musical (otro de los puntos a destacar en vos: tu excelente gusto musical), el reírnos de las anécdotas tragicómicas del otro, el meme de Blancanieves y la nena, los mensajes en los que se te va el anónimo, y el que me avergüences públicamente.
Te quiero, maldito desgraciado.