Notes

El lápiz desciende de sus dedos al suelo cuando escucha la puerta a sus espaldas abrirse. Jeongguk, volviendo a caer en la realidad, entorna la cabeza confundido y se percata de que es la silueta de su compañero, Taehyung, quien con un abrigo de gruesa tela y una bufanda color burdeo, se escabulle entre la oscuridad del pasillo sin luz y se desvanece por las calles asegurando la cerradura detrás suyo. Lo sabe porque luego de perderlo de vista, inmediatamente a paso largo se encamina hacia la ventana de su derecha para acecharlo con disimulo tras la cortina, siendo acompañado por la intranquila madrugada a causa de la incesante lluvia de esa noche.

Está ahí afuera arrullado contra ese banco del parque de en frente. Cabizbajo con las manos dentro de los bolsillos del abrigo de excesa piel, Jeongguk a distancia incapaz de descifrar las expresiones de su rostro, pero consciente de que algo no marchaba como debía. Aquella capucha imposibilitándolo a indagar más allá de lo deseado, y la lluvia como su peor enemiga, jugándole en contra. Lograba apenas diferenciar su silueta borrosa porque la única luz que alumbraba la calle parpadeaba con defecto, mientras que el resto de los demás miembros se mantenían en sus aposentos descansando después de las últimas promociones.

Con sigilo camina por el salón y se coloca la primera chaqueta que encuentra en los percheros de donde contrae consigo un paraguas, para ser recibido después por la lluvia junto a una ráfaga de viento que le golpea directamente el rostro y le cala los huesos cuando ya había tomado la decisión por cuenta propia de averiguar qué estaba ocurriendo. Se distrae de su objetivo como un niño pequeño a causa de la humedad de los charcos que se incrusta en sus botas de cuero mientras camina por la acera, pero, al alzar la vista, a lo lejos, lo reconoce. Deplorable. Una mueca se le dibuja en la boca y la callada preocupación que estuvo sintiendo con anterioridad, logra salir a flote.

— No deberías estar aquí.

El muchacho se sobresalta y lo mira desorbitado, Jeongguk lo escruta cuando sus ojos conectan con los del otro, pero luego se encarga de romper el contacto para estudiar su aspecto: un cuerpo tembloroso y unos labios tintados de ese inconfundible tono azul con violeta. Él no le responde y Jeongguk tampoco lo cuestiona, tan solo le extiende la mano y de sus labios sale un vayamos a casa. Taehyung en ningún momento se niega ni le reprocha el porqué estaba allí a esas horas cuando deciden entrelazar sus dedos y caminar juntos en silencio con pasos sincronizados hasta el departamento. Jeongguk es capaz de percibir la tensión emanar por sobre los hombros de su amigo pero no articula palabra alguna, Taehyung por el contrario, se desploma contra el suelo dejando en libertad el llanto acumulado. Él jamás se rinde e insiste en ayudarlo a retomar el camino hasta su habitación y en el transcurso, deshacerse de la ropa empapada porque él simplemente no pudo. Jeongguk lo recuesta sobre la cama y le acompaña, haciendo que ambos cuerpos se escabulleran por debajo de las sábanas.
Sin habla de por medio mas que el sonido de las gotas de lluvia golpeando la ventana, ambos abrazados contra el otro mientras el pelinegro entierra sus dedos en las hebras del moreno.

— Él ya no está, Jungkook...

Le dice con voz temblorosa y vuelve a quebrarse. Jeongguk asiente en silencio incapaz de preguntar de quién estaba hablando aún cuando la curiosidad lo carcomía por dentro, tan solo se dedica a darle consuelo con palabras que solo aumentaron su llanto esa noche.
　　　
　　　
Al día siguiente cuando despierta, Taehyung ya no le acompaña. Asustado abandona la habitación apresurado en su búsqueda, deteniéndose a medio andar cuando ve a sus demás compañeros vestidos de negro incluyéndolo a él quien se encontraba en la misma posición que la de la noche anterior en aquel banco. Jeongguk se acerca con cautela a Jin, Jin lo lleva a un lugar más apartado para observarlo con la mirada afligida y la confusión se hace presente en sus orbes negros.

— ¿Qué ocurre?
— Se trata de un colega de Taehyung. Cometió suicidio ayer por la tarde.

Le resulta difícil de asimilar la situación como para decir algo al respecto, era un golpe bajo más hacia el peliplateado. Jeongguk asiente en respuesta y desaparece por el pasillo para arreglarse. La escena de ayer se le viene a la cabeza y solo puede cerrar los ojos. Se detiene a observar hacia afuera, el día gris apostando en favor de todos. Jeongguk suelta un suspiro cuando sale por la puerta a reunirse una vez más con ellos. Su mirada se enfoca en la ancha espalda del mayor a punto de abandonar el edificio y es entonces cuando piensa que, ahora, su compañero y amigo, necesitaba de él más que nunca.